La escultora madrileña María Carretero es una de las artistas españolas más destacadas en la realización de obras para espacios públicos. Sus monumentales esculturas ocupan calles y plazas a lo largo de toda la geografía española y ahora, gracias a la exposición retrospectiva que el grupo vitícola Lavinia la ha dedicado en su espacio de la calle Ortega y Gasset,  podremos disfrutar, hasta el próximo mes de Mayo, de alguna de estas piezas. Será a menor escala, obviamente, pero con la misma fuerza que sus grandes proyectos. Para hablar sobre esta exposición, sobre su obra y sobre sus próximos proyectos María Carretero ha recibido a Logopress en el espacio Lavinia, en el que entre arte y vino nos ha permitido adentrarnos un poco más en su obra.

¿Qué le empujó a elegir la escultura como medio de expresión?

Creo que fue la escultura quien me eligió a mi más que yo a la escultura. El trabajo artístico implica una experimentación constante, yo comencé trabajando la pintura, pero poco a poco la materia llegó a mis manos y necesitaba conseguir el volumen, las tres dimensiones que me aportaba la escultura. Además en mi obra el paisaje tiene un claro protagonismo, estoy a favor de la “no construcción”, de generar espacios libres, abiertos, donde la gente pueda pasear, comunicarse y reflexionar… y la escultura, con la que también interrelacionan otras disciplinas, me da la opción de intervenir en estos paisajes.

¿Cuáles son las influencias directas de las que bebe su estilo artístico?

Las culturas primitivas, el entorno, el arte, la belleza, una buena exposición de algún artista, ¡todo me influye! lo que me permite no tener que remitirme a algo o alguien concreto sino a mi misma.

Trabaja desde pequeñas joyas a esculturas monumentales. ¿En qué escala se siente más cómoda?

Cada obra tiene su rincón y su espacio, pero cuando más disfruto de mi trabajo es interviniendo en los espacios públicos con mis grandes piezas monumentales con las que regenero y transformo el espacio como en “Homenaje al peregrino”, en el que un antiguo matadero ha pasado a ser un espacio abierto, mágico y con una gran carga simbólica ya que es el kilómetro 111 del camino de Santiago y la última parada donde recibir la compostelana.

En su “Homenaje al Peregrino” también diseñó el mobiliario urbano.
¿Cómo cree que el arte puede superar su función meramente estética y convertirse en algo funcional?

El arte para mi es, ante todo, emoción y esa emoción no tiene porque estar únicamente consagrada a los museos o a los espacios expositivos tradicionales. Se puede realizar un arte más cercano al espectador y los espacios abiertos son un fantástico campo para experimentar con objetos que sin dejar de ser artísticos cumplen una función determinada.

¿Cuál es la reacción de la gente ante estos objetos?

La gente asimila muy bien el valor de estas piezas y los ciudadanos las hacen suyas, las respetan y las cuidan mucho más que si fuesen farolas o bancos industriales o de serie.

En su vida hay tres lugares especiales, Madrid, Galicia y Lanzarote. ¿qué aporta a sus obras cada uno de ellos?

Cada uno ocupa un lugar muy personal en mi vida y me trasmite una sensación especial. Madrid es el tránsito, el ajetreo social, lo cosmopolita; Lanzarote me da la energía del Atlántico, de los volcanes, de los paisajes y Galicia, ¡esta grabado a fuego en mi cromosoma!, es mi infancia, mis raíces, el verde, la piedra.

Su trabajo está muy centrado en la realización de obras para espacios públicos. ¿Cómo se enfrentas a estas obras tan peculiares?

Lo primero que estudio es el espacio, porque el espacio es el que manda, pero no sólo en mis grandes obras, en formatos más pequeños como los que ahora se exponen en Lavinia el espacio también es fundamental.

Y hablando de Lavinia. ¿Cómo surge el proyecto de mezclar sus piezas con el vino?

Es un proyecto muy especial, muy sugerente en el que mis obras aparecen entre miles de botellas de vino como si fuesen un elemento más del espacio. Además creo que la idea de mezclar arte con vino tiene mucho futuro, es un concepto muy americano, precisamente los grandes bodegueros de Napa Valley en California son también grandes coleccionistas de arte y ahora en España muchos arquitectos y artistas comienzan a realizar grandes proyectos en torno al vino.

¿De todas las piezas de la muestra, con cuál se quedaría?

Todas son especiales y distintas pero como estamos en año Xacobeo elegiría el “Homenaje al Peregrino” por lo simbólico y espiritual de la pieza.

¿Cuáles serán sus próximos proyectos?

Ahora estoy preparando otra retrospectiva de mi obra en Lanzarote, “María Carretero entre dos arrecifes” una muestra en la que vuelvo a reflexionar sobre la “no construcción” a través de mis obras, de documentales, de películas… Y al final de año inauguraré en Galicia una exposición itinerante, que viajará a Londres, Finlandia y Australia, sobre “Homenaje al Peregrino” en la que a través de fotografías, pinturas, etc. profundizo en lo que ha supuesto este proyecto en  mi carrera.
Marta de Orbe

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