El gran valor de la obra de Ramírez reside principalmente en el peculiar contexto en el que fue creado. Emigrante mejicano, llegó ha EE.UU. en 1925 donde trabajó en el ferrocarril hasta que el crack del 29 le dejó sin empleo, sin hogar, en un país extranjero y completamente confuso, por eso fue ingresado en un hospital psiquiátrico de California donde le diagnosticaron esquizofrenia irreversible lo que sumado a su incapacidad de entender el idioma ingles provocó que entrase en una situación de total aislamiento y estuviese recluido en distintos centros psiquiátricos durante más de 30 años.
La mayoría de sus trabajos fueron destruidos ya que al ser tuberculosos y usar su propia saliva para realizar sus obras estas podrían ser un foco de infección, pero en 1948 fue trasladado al psiquiátrico de DeWitt State, donde el doctor Tarmo Pasto descubrió el increíble potencial que se escondía tras lo que parecían simples garabatos de un loco y concentró sus esfuerzos en proporcionar materiales a Ramírez y en difundir e incluso exponer su interesante obra, que si no hubiese sido por el doctor Pasto, seguramente se hubiese perdido para siempre.
En sus composiciones se presentan estructuras lineales en las que se enmarcan jinetes armados, liebres, venados, inspirados en sus recuerdos del paisaje árido de su Jalisco natal. También es recurrente en su obra los túneles y trenes compuestos por multitud de líneas trazadas de una forma obsesiva.
Quizás por esta repetición temática muchos de los expertos en la obra de Ramírez afirman que sus dibujo, lejos de ser espontáneos y descontextualizados propios de alguien que ha perdido el sentido de la realidad, eran una forma para comunicarse, al vivir treinta años en un lugar donde no entendía el idioma, pero también un medio para preservar sus recuerdos y reconstruir su pasado.
Además la muestra recoge seis obras que nunca antes habían visto la luz y de las que se desconocía su existencia hasta que, tras la muestra retrospectiva que el American Folk Art Museum dedicó a Ramírez en 2007, los descendientes de uno de los médicos que le trató pusieron en conocimiento del museo la existencia de más de 100 obras, hasta entonces en paradero desconocido.
Precisamente es una de estas 6 obras la que cierra la muestra, “Arcos” la última obra que realizó Ramírez y en la que, en un inmenso cuadro, resume las obsesiones e ideas que marcaron el peculiar estilo del artista mejicano.
Marta de Orbe
“Marcos de reclusión” de Martín Ramírez
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
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