La obra de Antoni Miralda reabre el Palacio de Velázquez

Tras cinco años cerrado al público el Palacio de Velázquez del parque de El Retiro, uno de los espacios expositivos más emblemáticos del Reina Sofía, reabre sus puertas inaugurando “De gustibus non disputandum”, la primera gran retrospectiva dedicada al artista catalán Antoni Miralda.

La trayectoria artística de Antoni Miralda  arranca en la España de los setenta. A pesar de estar considerado como un artista vinculado al conceptualismo catalán su obra, como ha señalado el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, “No es una obra conceptual, es algo distinto quizás más cercano al nuevo realismo de artistas como Cristo entre otros”.

El trabajo de Miralda, único y pionero, está basado en una observación sobre el terreno con el que cuestiona el papel del artista que, en el caso de Miralda, rompe las fronteras de la concepción tradicional de artista plástico convirtiéndose en etnólogo, antropólogo e investigador de la sociedad, por ello la obra de Miralda, uno de los primeros artistas en huir del espacio artístico tradicional del taller y del museo, se desarrolla en la calle y en espacios ajenos al circuito del arte.

Su lenguaje visual, impactante y sorprendente, debido en gran parte a la utilización de una escala gigantesca en la mayoría de sus obras, ha sido erróneamente catalogado como kitsch o carnavalesco, pero a pesar de esta apariencia, llena de colores, tamaños gigantes y objetos descontextualizados, la obra de Miralda surge del resultado de un profundo proceso de análisis e investigación  sobre lo sociedad de consumo, los iconos culturales y los rituales sociales occidentales.

“De gustibus non disputandum” presenta algunas de sus mejores obras y una oportunidad para descubrir, desde la perspectiva del tiempo, lo pionero de algunos de sus proyectos más tempranos, como “Toiles de Jouy” una performance artística realizada en los años setenta en la que Miralda “customizaba” estancias y muebles con distintas telas y con millones de pequeños soldados de juguete pintados en blanco. Estos soldados de juguete, con los que Miralda analizaba la noción del bien y del mal con una gran dosis de humor satírico, se convirtieron en el icono principal de sus primeras obras en las que ya planteaba intensos debates sobre el mercado del arte y el arte como un bien de consumo y sobre la necesidad consumista de la sociedad de aquellos años, una necesidad que, al igual que en el mundo real, sigue siendo punto de reflexión en las obras más actuales de Miralda.

Pero Miralda no solo fue pionero en “customizar” objetos, y como un visionario se adelanto a introducir la comida y sus ritual en el arte contemporáneo mucho antes de que  la comida comenzase a catalogarse como arte a raíz de la alta cocina de chefs como Adriá o Alzac y ya en el año 72 Miralda sorprendía a todos presentando su “Patriotic Banquet”, un banquete cuyo menú se realizaba a base de las banderas de distintos países, todas ellas comestibles pero destinadas a la putrefacción tras unos días de exposición.

El ritual de comer y la comida en si misma se convierten en un tema recurrente en la obra de Miralda y de hecho algunas de sus últimas obras giran entorno a este concepto de lo comestible como “Stomak Digital”, un proyecto en el que se aúnan archivos, videos y exposiciones procedentes del “FoodCulturalMuseum”, una iniciativa a escala mundial con la que Miralda documenta la topografía culinaria urbana, las tradiciones en torno a la comida, el vocabulario de la cocina, con el objetivo de ser un gran archivo gastrocultural que pronto podrá visitarse desde Internet.

Además de su obsesión gastronómica, en la obra de Miralda también hay espacio para plantear constantes debates sobre la sociedad occidental, sobre nuestros rituales abandonados a lo largo del tiempo o adquiridos con el paso de los años, sobre nuestros modos y modas, que bajo la mirada de Miralda se convierten en actos absurdos o llenos de sentido pero siempre entendidos bajo el prisma del humor y de la crítica acida pero amable como refleja en una de sus obras más conocidas, “Honeymoon Project”, en la que realiza un conjunto de objetos conmemorativos de una boda imaginaria entre la estatua de Colón, representando a Europa, y la de la Libertad, como símbolo del Nuevo Mundo, con los que plantea un debate sobre los intercambios culturales entre ambos continentes, entre lo domestico y lo monumental o sobre el vínculo constante entre presente y futuro.

A pesar del orden cronológico de la muestra, el impacto de algunas de las obras y la atemporalidad de las mismas invitan al visitante a, como el propio Miralda aconseja “Perderse sin rumbo en este laberinto de obras, fotografías, dibujos e instalaciones”.
Marta de Orbe

Datos de interés:
“Miralda. De gustibus non disputandum”
Palacio de Velázquez del Parque de El Retiro
Del 24 de junio al 11 de octubre
Entrada gratuita

Redacción

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