Estéticas de seducción

 Andrés Merino Thomas

 Para buena parte de la opinión pública, el mercado del arte contemporáneo se reduce, por obra y gracia de las modernas tendencias en los medios de comunicación, a arcanos, códigos secretos que componen un lenguaje ininteligible, piezas que se exponen y venden en subasta dibujando una llamativa carrera de excesos que protagonizan abultadas cifras económicas con capacidad de inflar insaciables titulares de prensa. Un cuadro, una escultura, vale lo que un excéntrico coleccionista esté dispuesto a pagar por él. O no. Como siempre, en cultura, nos hallamos ante frondosos árboles que nos impiden ver un bosque. Puede que un soto cerrado o frívolo, pero al que pocos se atreven a penetrar como lo ha hecho Sarah Thorton, una historiadora del arte y socióloga que lleva años colaborando con periódicos y cadenas de televisión norteamericanas y británicas analizando con pluma descriptiva y crítica un entorno más que singular.

La autora no se detiene en viejas batallas académicas sobre la definición de arte. Podríamos decir que ha entrado sin llamar por la puerta de atrás, para hablar sin complejos sobre este excitante “mundo” o “mercado”. Propone un método aparentemente atractivo, un doble o nada que el lector, al finalizar la última página, juzgará con suficientes elementos si ha sido eficaz. Thorton nos ofrece en “Siete días en el mundo del arte” una descripción del proceso de concepción, creación y ubicación final de una obra artística en la sociedad contemporánea, pero sobre todo del interesante proceso que envuelve a esa sociedad y la implica en las corrientes estéticas actuales. En definitiva, de cómo el arte enamora a una civilización ávida de sensaciones que trasciendan, de cómo esta se deja fascinar y quiénes son los encargados de seducirla. Con desorden claramente premeditado, relata sus visitas al estudio y taller de un célebre artista consagrado japonés; a una crit o seminario donde los estudiantes presentan trabajos para la crítica colectiva, en una escuela de Bellas Artes de una universidad norteamericana; a una subasta de alto nivel, a una feria en Basilea, a la redacción de una revista de arte, al acto de del fallo y entrega de un premio artístico… Cuando ha sido ¿posible? nos ha proporcionado nombres y apellidos. Nos ha aclarado u obscurecido que aquellos profesionales que desempeñan sus tareas en el mundo del arte lo hacen, principalmente, agrupados como artistas o creadores; galeristas o marchantes; curadores o comisarios; críticos, coleccionistas o subastadores. Aunque es posible que un mismo ser humano desarrolle dos funciones al mismo tiempo, la autora supone que un perfil será el predominante…

Que la redacción sea la propia de un reportaje, con inclusión de entrevistas literales, contribuye a recrear ese ambiente de libertad creativa, de agilidad estética… de atracción por lo dinámico. Pero hay en el texto detalles que contienen conceptos, categorías, contenidos impropios de un mero bloc de notas. Albergan nociones sobre un mundo distinto, distante para la mayor parte de los mortales. La opinión pública desconoce que probablemente Francia y Suiza sean los países con mayor número de coleccionistas de arte contemporáneo. Es un dato. Qué bien. Thorton va mucho más alla,  muestra que entre ellos se trata con unos grados de sutileza propios del Renacimiento. La misma bruma de savoir faire que aparentemente envuelve, por ejemplo, el proceso de concesión de los principales galardones artísticos descrito en el capítulo cuarto, no especialmente bien estructurado, pero que en esencia transmite la complejidad del éxito del arte contemporáneo al ¿hipnitozar?, ¿engatusar?, ¿cautivar? a la sociedad del hoy. Estéticas de seducción. Hemos leído todo un manual de cómo convencer a los hombres para comprar arte.

 

 “Siete días en el mundo del arte”

Sarah Thornton

Traducción de Laura Wittner

Barcelona, Edhasa, 246 pág.

ISBN: 978–84–350–2700–7

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