El pintor de la feminidad
Andrés Merino Thomas
Por primera vez en España se organiza una exposición monográfica sobre Pierre-Auguste Renoir. El Museo Nacional del Prado ha acogido ha acogido treinta y un obras del Clark Art Institute de Massachussets, la práctica totalidad de uno de los principales conjuntos artísticos que se conservan del maestro impresionista. La muestra reúne una buena representación de la mayoría de los géneros que el pintor cultivó, como sus compañeros de la escuela que renovó la historia del arte en el último tercio del siglo XIX. Pero además de sugerentes paisajes, flores o naturalezas muertas, en el recorrido pueden contemplarse varios de sus magníficos cuadros con figuras femeninas. Buen ejemplo de que fue, entre los artistas de su época, quien mejor supo retratar la feminidad, hemos escogido su “Muchacha con abanico”, un óleo sobre lienzo que culminó hacia 1879.
John House, autor del catálogo, identifica a la modelo como Jeanne Samary, una actriz de la Comédie-Française que posó para Renoir en una docena de lienzos, si bien reconoce que los rasgos juveniles el rostro, imagen prototípica genérica de la “belleza juvenil femenina” del pintor hace difícil identificarla con certeza. Si. Es innegable esa nota de suave encanto femenino, de alguien dedicado profesionalmente al teatro. Es un rostro entre el agradecimiento, la complacencia, la comodidad y la expectación. Nos hallamos ante una palidez que parece enfrentarse con fortuna a otros rotundos detalles de la composición. A saber: un abanico japonés, testigo del auge que vivieron Francia y los impresionistas por las costumbres y artes orientales, tras la Exposición Universal de 1878; el ramo de flores que invade la escena, pugnando por desplazar la figura de la muchacha; lo que parece el casi diminuto respaldo de una silla, que apenas puede compensar estéticamente el peso de ese ramo, bajo las imponentes franjas rojas y blancas…
El impresionismo no descubrió la delicadeza de una mirada femenina, pero Renoir nos propone con dos ojos inmóviles un segundo de eternidad estética. La modelo observa y no podemos contemplar su rostro sin atender también al resto de su figura. ¿Por qué ese sombrero, ese tocado de flores, ese pendiente tan respetuoso con la tez de su dueña? ¿En qué momento el maestro decidió que una chaqueta oscura equilibrara la composición e individualizaba la mano que sostiene el abanico? Sin haber conseguido escapar aún a la sensación de densidad, de concentración de colores que invade la propuesta, volvemos a empezar a mirar a la muchacha que posó para Renoir. Y comprendemos que le llamen especialista en retratar la feminidad.
“Muchacha con abanico” (h. 1879)
Pierre-Auguste Renoir (1841-1919)
Óleo sobre lienzo (65,4 x 54 cm)
Sterling and Francine Clark Art Institute (Williamstown, Massachusetts)
Exposición “Pasión por Renoir. La colección del Sterling and Francine Clark Art Institute”
Sede: Museo Nacional del Prado (Edificio Villanueva. Sala 16 b)
Organizan: Sterling and Francine Clark Art Institute y Museo Nacional del Prado
Patrocina: Fundación BBVA
Madrid, 19 de octubre de 2010 a 6 de febrero de 2011
Admirable la sutileza con la que Andrés Merino Thomas comenta esta
delicada obra.
Gracias.
Gonzalo Cuesta.
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