Cada viaje empieza como una búsqueda. Es la búsqueda de imágenes e ideas que ya están en nuestra mente lo que nos lleva a tierras lejanas, buscando satisfacer nuestra especial atracción por lo que no conocemos.
El momento más importante de un viaje es en el que olvidamos nuestros planes y abandonamos la búsqueda, cuando nos dejamos llevar y nos entregamos a esa tierra lejana, viviendo con todos nuestros sentidos.
Sólo de esta forma podemos descubrir lo inesperado, y si tenemos suerte comenzaremos a encontrarnos a nosotros mismos.
Silke Lauffs utiliza una cámara panorámica con película en blanco y negro. Luego sus gelatinas de plata son ligeramente viradas a sepia. El resultado es una serie de imágenes que nos dejan sin respire, con un efecto de profundidad sin precedentes y una estética fuera del tiempo.
Durante sus estudios de arte y diseño en Hamburgo Silke se introduce en la fotografía de forma autodidacta.
Habiendo pasado unos años en Nueva York trabajando como diseñadora de Interiores, en 1997 decide volver a Berlín a trabajar como fotógrafa free-lance. Trabaja para varias revistas alemanas y periódicos hacienda Paisajes, Naturalezas Muertas, retratos y moda.
Desde el año 2000 su trabajo empiza a ser bien reconocido a través de varias exposiciones en Alemania y Europa. En una exposición colectiva sus fotografías son expuestas junto a las de bien establecidos artistas como Ralph Mecke, Flor Garduño, Irving Penn y Robert Maxwell.
India:
Viajé a India por primera vez en diciembre de 2002, ¡y no estaba preparada!
No es que no hubiese encontrado la mochila más ligera, o que no haya escogido cuidadosamente medicamentos para cualquier posible o imposible circunstancia. Tenía dos cámaras y tanta película blanco y negro que podía durarme para toda la vida. Tenía la guía Lonley Planet – la biblia de todo mochilero – y la promesa de encontrarme con mi amiga medio india Mala en Mumbai pasadas cinco semanas.
Todo lo que yo podría controlar estaba bajo control, pero luego aterricé en Delhi y de algo pude estar segura, ¡“Control” no es un concepto indio!
Si la gente que ha estado en India se reúne alrededor de una mesa, pronto sucederá uno de los dos panoramas siguientes:
– o sus caras se tuercen difícilmente y juran que la India es la experiencia más horrible que han encontrado nunca
– o sus ojos se vuelven un poco más brillantes, comienzan a sonreír y a decir que nunca habrá otro país como India. Tendrán numerosas historias que contar, las divertidas, las de miedo, las sorprendentes….
Uno formará parte de un bando o del otro, en ésto no hay intermedios. Yo pertenezco a este último grupo, ¡pero me ha llevado un tiempo!
¡Allí estaba yo! Mi mochila salió en la cinta transportadora y salí andando del área de passengers-only. Quise tomar un autobús a Paharganj, el área de mochileros en Delhi. “Tomar un autobús” es la simple descripción occidental de comprar un billete, mirar el horario, dónde y cuándo saldrá, subir y emprender viaje. Pero en India “tomar un autobús” es la descripción de una experiencia algo diferente. Tomar valor y fuerza, y aceptar el hecho de que las leyes físicas trabajan aquí de un modo diferente. Primero el “encontrar el autobús correcto”: muchas opiniones diversas, direcciones y ofertas, acto seguido, asombrosamente lo encontré. Sin embargo el “subir al autobús” es el reto real. Casi toda la gente en el autobús quiere salir, pero al mismo tiempo la gente que quiere conseguir entrar en el autobús tiene el fuerte deseo de hacerlo exactamente en ese mismo momento. El empujar y aplastar son increíbles. Pero esperar hasta que todos hayan sido exprimidos hacia dentro o hacia fuera como cualquier persona normal en el oeste haría, no es una opción – porque el empujar hacia adentro no tiene fin. Si piensas que no es posible acomodar incluso un ratón más en el autobús allí llega una familia con lo que parecen ser todas sus pertenencia en el mundo metidas en grandes paquetes y cajas, puedes estar segura de que los 16 miembros familiares se irán con este autobús también – una misma será dejada fuera del autobús, sólo por no intentar empujar demasiado.
Esta es la primera y profunda lección: olvidar todo aquello que uno aprendió hasta ese momento, lógica, cortesía, amabilidad, imparcialidad, leyes físicas – nada de esto será útil aquí. Simplemente haz como los indios hacen y todo se consigue mucho más fácil. Empuja tan fuerte como puedas y pon tu codo en la cara de la pobre señora mayor delante de tu cintura y ganarás respeto y sonrisas afirmativas – ¡ya estaba en camino!
El “encuentra una cama para pasar la noche” es igual por todas partes del mundo para el mochilero. Circundas algunos paradores de la guía turística, convences al conductor del autobús, rickshaw o taxi para que no te conduzca al “very best hotel” de la ciudad (que por pura coincidencia regentan sus familiares o amigos) y si tienes un buen día llegas finalmente al primer lugar. Apruebas o desapruebas el cuarto, regateas el precio, coges la llave y caes agotada en la cama. Mi pequeña habitación tenía una ventaja muy agradable: un café en la terraza con agradablemente inesperada buena comida – y una desventaja enorme: tenía una ventana, que significó no dormir, porque la palabra “consideración” es desconocida en India. Entonces, durante toda la noche húmeda, recostada escuché el griterío de los vendedores y las bocinas de los tuk-tuks en la calle principal del Bazar.
Tres días en Delhi te pasan por cada emoción que conoces. Asombro frente a prácticamente todo, cólera por la asunción constante de todos los hombres indios de que una mujer viajando sola significa que está buscando “eso”. Hay movimiento profundo al ver la belleza de algunos monumentos, hay repugnancia frente a toda la suciedad y dolor con los desamparados y enfermos en las calles. Y la alegría de tener tu boleto de tren en las manos después de las horas pasadas en complicadas esperas-en-líneas-rituales es indescriptible.
Abandonar Delhi fue un respiro y una complicación al mismo tiempo. No eché de menos el polvo y el ruido de la ciudad pero en el interior los turistas siguen siendo muy interesantes al gran número de indios que hay por todas partes y ser el centro de atracción dondequiera que vayas y ser mirada fijamente y continuamente puede llegar a ponerte de los nervios. Pero durante mi viaje fui encontrando maneras de hacer frente cada vez más a la constante atención que te rodea. Viajé a veces por algunos días con otros mochileros y el interés al menos de los hombres indios se calmó inmediatamente. Tu apariencia ayuda también – la ropa que llevas por supuesto – yo intento mucho respetar la religión del país y las normas de vida que van con ella. También tu mirada puede ajustarse. Tan pronto como abandoné mi mirada apologética hacia la gente, me encontré moviéndome con mucha más facilidad en la muchedumbre. Apenas dejé de hacer caso a las voces a derecha e izquierda pidiendo “see my shop” o el “which country are you from, madame” y perdí el deseo de contestar cortésmente a todos estos acercamientos pude pasear casi totalmente sin ser molestada.
¡Y entonces ahí están las madrugadas! Para mis imágenes me levanto alrededor de a las 6 a.m. e intento estar en el lugar de interés momentos antes de la salida del sol. Para mi asombro, nunca me molestó nadie a estas horas tempranas. Era casi como si hubiese una comprensión secreta en el juego del “extranjero y el lugareño” de no comenzar antes del desayuno. Todos recién levantados para empezar el día, ponen de lado sus camas, se lavan, se visten y rezan. Yo era invisible. La gente del lugar estaba ocupada con ellos mismos, los otros turistas no habían dejado sus camas todavía y los monumentos y los lugares de mi interés estaban solos y pacíficos al alba. Esto se convirtió en “Mi India”. Estas dos horas de paz y tranquilidad por las mañanas eran dignas de aguantar todo el ruido, suciedad y molestias diurnos.
Una vez alguien me devolvió uno de mis libros con una impertinente nota diciendo que esto no tenía nada que ver con India como él la conocía. Bien, yo nunca presumiría de “conocer” un país, y un país enorme y polifacético como India – quién será capaz alguna vez de “mostrar” la verdad sobre él. ¡Pero yo he viajado alrededor por un tiempo y he intentado ver y entender tanto como pude, es así que encontré el lado de India que me fascina y espero que puedas encontrar algo de ella en mis imágenes! Es una verdad sobre India como millones de otras verdades existen simultáneamente sobre este país.
Así pues, viajaré otra vez a India y estoy convencida que no estaré preparada…
Silke Lauffs
Berlín, 2010
Contacto:
Galería Rita Castellote
C/ San Lucas 9
28004 – Madrid
España
+34 629178190 / +34 662525643
info@galeriaritacastellote.es
www.galeriaritacastellote.es
Imagen: GELATINA DE PLATA / ENMARCADA. SILVER GELATIN PRINTS / FRAMED. Lago Gadi al atardecer, Jaisalmer, Rajasthan, India, Diciembre 2002. Lake Gadi at sunset, Jaisalmer, Rajasthan, India, December 2002. 160 x 60 cm (Marco/Frame 180 x 80 cm.)
c/San Lucas 9 – 28004 – Madrid
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