Tras dos años de complejos trabajos de restauración, el Museo del Prado vuelve a colgar en sus paredes “Adán” y “Eva”, dos de las obras maestras de Durero. Las dos tablas pintadas por el maestro alemán en 1507 han precisado de un laborioso proceso de recuperación, tanto en su estructura, como en la superficie pictórica, ya que a lo largo de la historia sucesivas restauraciones habían ocultado la concepción original del pintor.
“Las pinturas han vuelto a recuperar la atmósfera que habían perdido”, afirmó María Dávila, encargada de restaurar la capa pictórica. Según explicó, los barnices, la polución y los repintes habían tapado el colorido y los matices originales que Durero había impregnado al conjunto. “Ha sido un trabajo muy satisfactorio” restaurar “una obra de calidad extrema, con un brillo excepcional”, aseguró Dávila.
También los soportes de las obras estaban dañados, especialmente el de “Adán”, que presentaba importantes grietas longitudinales. La recuperación de la estructura de las tablas ha sido tarea de José de la Fuente; del Prado, y George Bisaca; del Metropolitan de Nueva York. Esta restauración, que se planteó en 2004 y empezó hace dos, resultaba imprescindible para restaurar las estructuras y devolver el acabado esmaltado original, además de restablecer en las figuras los volúmenes, la profundidad y el colorido.
Montaje expositivo especial
Para llamar la atención del público sobre las labores de restauración, las dos tablas del artista alemán se exhibirán durante cuatro meses fuera de su sala habitual con un montaje expositivo especial, que deja ver tanto el anverso como el reverso. Además, el trabajo realizado sobre las obras se explicará en profundidad en una sala anexa, con paneles, textos, imágenes y un video que recoge los momentos clave del proceso.
Pintados tras su segundo viaje a Italia, Alberto Durero quiso hacer una síntesis de la belleza ideal italiana en estos dos estudios de anatomía. Las dos figuras representan a Adán y Eva a escala natural, con un canon de nueve cabezas, más esbelto que el vitrubiano (de ocho) y con unos detalles anatómicos apenas sugeridos. La intención del pintor renacentista era la de que funcionaran como modelo a los pintores alemanes de su época.
Tras un largo periplo por Europa, las dos tablas llegaron a la corte de Felipe IV en 1655. Desde entonces, se consideraron “desnudos”, en algunas épocas históricas incluso fueron catalogados de “indecentes”, y su exposición fue muy reservada e intermitente. En 1827, ingresan en el Museo del Prado, donde son destinadas a la sala reservada en la que se dispusieron las pinturas de desnudos. A partir de 1838, se integran por fin en el discurso expositivo general.
Iberdrola, miembro protector del programa de restauración del museo
El acto de presentación de las dos tablas de Durero coincidió además con la incorporación de la Fundación Iberdrola como “miembro protector” del programa de restauraciones del museo. En la firma del acuerdo estuvieron presentes Manuel Marín, presidente de la fundación; Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, y Manuel Zugaza, director del Museo del Prado.
“Iberdrola siempre ha promocionado el arte y la cultura, porque consideramos que es el patrimonio más importante del ser humano”, aseguró su presidente. El proyecto fomentará dos aspectos fundamentales: la investigación y la formación, con un programa de becas.
Irene G. Vara
Gracias y Felicitaciones a todos los integrantes de la » Revista de Arte – LogoPress», por el esfuerzo y dedicacion profesional que realizan sus trabajos para brindanos tan valiosa informacion , creo que muchos integrantes de la gran familia con que cuenta esta Revista les desean muchas felicidades. Gracias
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