¿Un cenotafio perpetuo para la familia de Felipe IV?
Andrés Merino Thomas
Tras doce meses de labores de rehabilitación y limpieza patrocinadas por BBVA, Patrimonio Nacional vuelve a ofrecer a la visita pública la Escalera Principal del Monasterio de las Descalzas Reales en todo su esplendor. El edificio, palacio renacentista en origen, fue residencia de dos hermanas de Carlos V, la Infanta doña Juana (que había nacido en él) y la Emperatriz viuda María de Austria. Pasó a ser convento de fundación regia, y alberga desde entonces valiosas piezas artísticas. A pocas decenas de metros de la madrileña Puerta del Sol, se han recuperado la fuerza cromática y viveza de uno de los conjuntos de pinturas murales del barroco más importantes de nuestro país, que acoge un retrato familiar único, el de Felipe IV y su segunda consorte, Mariana de Austria, con dos de sus últimos hijos, la Infanta Margarita y el Príncipe Felipe Próspero.
No podemos entrar en el propio contenido de la representación del grupo sin detenernos antes en el simbolismo de su ubicación, al arrancar desde el piso alto el tramo superior de la impresionante escalinata que comunica dos claustros renacentistas. Las cuatro figuras aparecen reclinadas frente a un Cristo, situado al otro lado de la caja que forma el conjunto arquitectónico. Todo ello, con una bóveda rebajada, compone el acceso principal del monasterio que acogía a religiosas entre las que se contaban algunas archiduquesas, regias primas de Europa, que contaba también con un Cuarto Real al que se retiraban las propias soberanas consortes con motivos de lutos o Cuaresmas. La representación de Felipe IV con su familia en pleno entorno monacal, frente a un Calvario, constituye un auténtico cenotafio, un símbolo de oración dinástica perpetua. Las figuras pintadas en las Descalzas tienen por tanto un paralelismo simbólico indudable con las esculturas de Felipe II y Carlos V, con sus familias, en el altar mayor de la basílica de San Lorenzo de El Escorial. Es cierto que en convento de Madrid no reposan quienes aparecen en el Balcón que hoy comentamos. Pero quien retrató a Felipe IV, Mariana y sus hijos escogió hacerlo con unas coordenadas estéticas muy precisas: además de inspirarse claramente en retratos velazqueños previos, se quiso resaltar la gravedad del momento destacándolos sobre un telón oscuro, cubriendo parcialmente el cielo con un manto púrpura. Un intento de buscar esa gravedad mayestática escurialense que encontramos también en los ropajes oscuros del monarca, apenas rotos por un rostro grave y el collar del que pende el toisón.
Una sutil incógnita protocolaria planea sobre la decisión compositiva, al situar en el centro al malogrado Príncipe de Asturias Felipe Próspero y la Infanta Margarita, desplazando a los laterales a los soberanos. Esta variación, quizá inicialmente no prevista, obligó, como podrá apreciar el visitante, a ampliar la capa de Felipe IV en su parte derecha, cubriendo un paramento ya decorado. ¿Nos encontramos también, de nuevo, ante una representación iconográfica de afirmación política y dinástica, en torno a la sucesión del trono? Para el historiador del Arte Miguel Morán Turina, en la decoración de las pinturas murales la escalera pudieron intervenir hasta diez artistas, pero quienes han trabajado en la imagen del Balcón Real han precisado claramente que es Felipe Próspero y no el futuro Carlos II, último hijo varón de los soberanos, quien aparece con sus padres. Su apariencia y edad permitirían fechar la composición entre 1858 y 1661, año de su muerte. Desgraciadamente, no podemos preguntar tampoco al pintor porqué situó el manto púrpura, símbolo de poder soberano, sobre la reina consorte y no sobre el monarca propietario –en expresión frecuente en la época-. Quizá quiso destinarse la viveza del color a una esposa aún joven. O compensar estéticamente , en el ángulo superior derecho, el reto que suponía la presencia de una puerta en la parte inferior, que obligaba a interrumpir el largo reclinatorio… sobre el que se posa la mano serena de un rey que quizá sólo en lugares como Las Descalzas encontraba paz en un reinado convulso, una vida agitada y una sucesión que se presentaba incierta…
“Balcón Real de la Escalera Principal del Convento de las Descalzas (Madrid)” (hacia 1658-1661)
Pared oeste. De izquierda a derecha: Felipe IV, Príncipe Felipe Próspero, Infanta Margarita, Reina Mariana de Austria
Fresco, temple y óleo
Monasterio de las Descalzas Reales, Madrid
Finalización de las obras de restauración de las pinturas murales de la Escalera Principal.
Convento de las Descalzas Reales (Patrimonio Nacional)
Patrocina: BBVA
Pza. de las Descalzas. Madrid
Los comentarios están cerrados.