La exposición Libres para pintar. Pintores en las Colecciones ICO presenta la Colección de Pintura Española Contemporánea del Instituto de Crédito Oficial. Se trata de un conjunto temporalmente muy bien definido, conformado por una serie de obras de primer orden que, partiendo de la renovación plástica que suponen Alfonso Fraile y Luis Gordillo, muestran una amplia visión de la pintura que se creó en la España de los años ochenta. Aunque generacionalmente alejados de este grupo, las Colecciones ICO también cuentan con obras de Esteban Vicente y José Guerrero por la indudable importancia de ambos para la pintura española contemporánea.
Pese a no haber sido estudiados aún con la profundidad que merecen, se puede afirmar que el rasgo común que unifica la vitalidad creativa de los artistas de este periodo es la libertad. España estrenaba su moderna democracia, un sentimiento de euforia recorría todo el país y estos jóvenes creadores, hastiados de las promesas incumplidas de la abstracción, de la oscuridad de una veta brava que entroncaba con un supuestamente tradicional aunque más bien tópico tenebrismo consustancial al arte español, se enfrentaron a partir de entonces a la práctica artística libres de servidumbres de cualquier tipo, no sólo políticas sino sobre todo estéticas. Como indica Ángel González, al hablar de “arte abstracto” uno nunca sabía si se hablaba de la clase de cuadros y esculturas que solía exponer Juana Mordó o de fantásticos y atrevidos planes para transformar el mundo y, con él, nuestras pobres vidas de estudiantes alucinados por las que habían llevado tremendos caudillos revolucionarios y aún llevaban correosos soldados de incalculables “movimientos de liberación nacional”.
Así, la nueva generación de pintores decide hacer tabula rasa y enfrentarse al lienzo en blanco con la mente abierta a cualquier influjo de la tradición que pudiese servir a sus propósitos, desde la Historia Sagrada a la cultura pop, pasando por la mitología griega y la iconografía renacentista. Y, separándose del tenebrismo de la generación anterior, hacen uso de un colorismo rico, brillante y optimista. Practicar ésta o aquella tendencia ya no supone, en fin, pronunciarse de manera implícita por uno u otro bando político. Ahora sólo se pinta por el placer de pintar y ese es, quizá, el principal logro de estos artistas.
1980, no obstante, empieza antes, probablemente en 1974, o quizá incluso en 1972. Como indica Valeriano Bozal, los pintores de los sesenta siguen pintando en los setenta y los ochenta, no sólo siguen pintando, continúan manteniendo su vigencia estética, profesional, intelectual e incluso económica, y ello al margen de que otros artistas más jóvenes […] introduzcan planteamientos estéticos y estilísticos nuevos, actitudes diferentes. […] En la década de 1970 ha continuado presente la pintura de Tàpies y la de Saura, la del Equipo Crónica, Arroyo, Ràfols Casamada, Hernández Pijuan, Gordillo, Antonio López, etc. Algo que se puede constatar en esta exposición, que no vive sólo de figuración. Con el transcurrir de la década aparecen artistas más jóvenes que retoman poéticas abstractas; o incluso algunos de los figurativos estilizan sus imágenes hasta casi convertirlas en elementos abstractos.
Quizá lo único claro del arte contemporáneo sea su falta de claridad. Es decir, su dificultad para clasificarlo de esa forma normativa tan querida para la Historia del Arte. La libertad creadora de los artistas actuales es tal que no pueden ser encasillados en un único estilo, una única técnica o una sola disciplina. Comprenderlo requiere un esfuerzo considerable, pero somos conscientes de que merece la pena. Esperamos que esta exposición sea una iniciación enriquecedora al arte contemporáneo español para unos y una forma de ampliar conocimientos para otros y que, en definitiva, esta colección pública sea disfrutada por todos.