Pese a no haber sido estudiados aún con la profundidad que merecen, se puede afirmar que el rasgo común que unifica la vitalidad creativa de los artistas de este periodo es la libertad. España estrenaba su moderna democracia, un sentimiento de euforia recorría todo el país y estos jóvenes creadores, hastiados de las promesas incumplidas de la abstracción, de la oscuridad de una veta brava que entroncaba con un supuestamente tradicional aunque más bien tópico tenebrismo consustancial al arte español, se enfrentaron a partir de entonces a la práctica artística libres de servidumbres de cualquier tipo, no sólo políticas sino sobre todo estéticas. Como indica Ángel González, al hablar de “arte abstracto” uno nunca sabía si se hablaba de la clase de cuadros y esculturas que solía exponer Juana Mordó o de fantásticos y atrevidos planes para transformar el mundo y, con él, nuestras pobres vidas de estudiantes alucinados por las que habían llevado tremendos caudillos revolucionarios y aún llevaban correosos soldados de incalculables “movimientos de liberación nacional”.
1980, no obstante, empieza antes, probablemente en 1974, o quizá incluso en 1972. Como indica Valeriano Bozal, los pintores de los sesenta siguen pintando en los setenta y los ochenta, no sólo siguen pintando, continúan manteniendo su vigencia estética, profesional, intelectual e incluso económica, y ello al margen de que otros artistas más jóvenes […] introduzcan planteamientos estéticos y estilísticos nuevos, actitudes diferentes. […] En la década de 1970 ha continuado presente la pintura de Tàpies y la de Saura, la del Equipo Crónica, Arroyo, Ràfols Casamada, Hernández Pijuan, Gordillo, Antonio López, etc. Algo que se puede constatar en esta exposición, que no vive sólo de figuración. Con el transcurrir de la década aparecen artistas más jóvenes que retoman poéticas abstractas; o incluso algunos de los figurativos estilizan sus imágenes hasta casi convertirlas en elementos abstractos.
Quizá lo único claro del arte contemporáneo sea su falta de claridad. Es decir, su dificultad para clasificarlo de esa forma normativa tan querida para la Historia del Arte. La libertad creadora de los artistas actuales es tal que no pueden ser encasillados en un único estilo, una única técnica o una sola disciplina. Comprenderlo requiere un esfuerzo considerable, pero somos conscientes de que merece la pena. Esperamos que esta exposición sea una iniciación enriquecedora al arte contemporáneo español para unos y una forma de ampliar conocimientos para otros y que, en definitiva, esta colección pública sea disfrutada por todos.
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