Esta es la primera oportunidad que tiene el público de España de introducirse en una muestra a gran escala de Kusama, considerada la artista viva más famosa de Japón. Tras su paso por nuestro país, la exhibición recorrerá otros principales centros de arte del mundo: Centre Pompidou de París (19-10-11 / 09-01-12), Tate Modern de Londres (25-01- 12 / 27-05-12) y Whitney Museum de Nueva York (junio – septiembre 2012).
La exposición del Museo Reina Sofía, comisariada por Frances Morris, Responsable de Colecciones (Arte Internacional) de la Tate Modern de Londres, pretende mostrar la amplitud y la profundidad de la producción de Kusama, dando prioridad a los momentos de más intensa innovación de la artista a través de un elenco de unas 150 piezas, procedentes de su colección, de galerías y coleccionistas privados, así como de algunos de los museos más importantes del mundo: Whitney Museum of American Art (Nueva York), Moma – Museum of Modern Art (New York), Hirshhorn Museum and Sculpture Garden (Washington), The National Museum of Modern Art (Tokio) y Museum of Contemporary Art (Tokio), entre otros.
La muestra permite al visitante realizar un viaje en el tiempo y recorrer, a través de una serie de ambientes, toda la obra de Kusama y su acercamiento a los diferentes materiales y técnicas -dibujo, pintura, collages y assemblages, escultura, instalaciones, películas y performances, edición y diseño-. “Esta exposición se centra en los momentos en los que trabajó por primera vez con determinados lenguajes, que se reflejan tal y como eran cuando surgieron absorbiendo todas las energías creativas de la artista”, explica Frances Morris, comisaria de la muestra.
Entre las principales obras que se exhiben, destaca una selección de sus primeros trabajos en papel, rara vez expuestos; series cautivadoras menos conocidas, como los collages fotográficos alucinógenos que creó al regresar a Japón (1973); sin olvidar sus proyectos más elogiados y significativos, como los Infinity Net (1960-1970) o las Accumulation Sculptures (1960-1965).
La exposición incluye además varias instalaciones de gran formato como I´m Here, but Nothing (2000), o una nueva representación del espacio infinito según la artista japonesa en Infinity Mirrored Room – Filled with the Brilliance of Life (2011), montaje diseñado expresamente para esta ocasión.
Por último, la muestra se completará documentalmente con la proyección de algunas de sus más polémicas performances como Walking piece (1966) o Kusama´s Self-Obliteration (1968), así como con una sala dedicada exclusivamente a la documentación gráfica, donde tendrán cabida fotografías, portadas de periódicos y de revistas o carteles de algunas de sus exposiciones, que ayudarán al visitante a contextualizar a la artista.
Explorando técnicas y materiales: primeras pinturas y papeles
Los primeros cuadros de Kusama reflejan el estado catastrófico en el que quedó Japón tras la II Guerra Mundial. No sólo por su temática apocalíptica, sino también por el uso improvisado de los materiales. Ante la imposibilidad de conseguir pinturas al óleo, Kusama experimentaba con pinturas domésticas corrientes mezcladas con arena y empleaba sacos de semillas del negocio de sus padres en lugar de lienzos.
En los años siguientes, Kusama siguió desarrollando sus técnicas en obras en papel, de las que creó cientos de ellas a principios de la década de 1950. Ejecutadas utilizando distintas técnicas como tinta, pastel, acuarela, aguada y témpera, dan testimonio de la constante exploración de la forma y el color acometida por la artista. Estas obras varían en su contenido, pero a menudo incluyen formas abstractas que evocan fenómenos naturales, como huevos, semillas, árboles y flores.
1960 – 1970: Infinity Net, Accumulation Sculptures y primeros collages
A mediados de los cincuenta, Kusama empezó a establecer vínculos con Estados Unidos, hasta que en 1958 se trasladó a vivir a Nueva York. Como muchos otros artistas, tuvo que luchar para abrirse camino y sobrevivir con unos recursos limitados mientras empezaba a exhibir gradualmente su obra. Al mismo tiempo, transformó radicalmente sus planteamientos pictóricos.
En esa época, comienza a pintar sus famosos Infinity Net, un conjunto de lienzos de gran escala que muestran abiertamente su proceso de creación. Las redes se componen de versiones repetidas de un único y sencillo gesto: un discreto movimiento de la muñeca de la artista, expresado a través de su pincel como un arco de pintura. La constante uniformidad de este gesto denota a la vez obsesión y meditación. Para la artista, las redes y los «puntos» visibles entre los arcos pintados se convertirían en los motivos clave de un vocabulario personal de imágenes.
Cuando empezaba a disfrutar de cierto reconocimiento por sus cuadros en Estados Unidos y Europa, Kusama volvió a cambiar de táctica y comenzó a trabajar en sus primeras esculturas. Arraigadas en la técnica obsesiva de Infinity Nets, las llamadas Accumulation sculptures incluían elementos cotidianos cubiertos por una proliferación de formas repetidas. En los primeros ejemplos, Kusama recubría las superficies de diversos objetos domésticos como muebles, ropa y accesorios con múltiples falos de tela rellenos y cosidos. Las Accumulation sculptures se exhibieron por primera vez en una de las primeras exposiciones del floreciente movimiento de arte pop americano, junto con obras de Andy Warhol, Claes Oldenburg, George Segal y James Rosenquist.
A principios de la década de los sesenta, Kusama empezó a hacer collages. Estas obras estaban íntimamente ligadas a las series Infinity Nets y a Accumulation sculptures, ya que como ellas usaban proliferaciones de motivos idénticos o similares. De hecho, algunos de los primeros ejemplos nacieron como fotografías de los cuadros Infinity Net, otros se componían de densas acumulaciones de pegatinas de correo aéreo o sellos postales repetidos ad infinitum, hasta el punto en que lo reconocible linda con lo abstracto.
El uso de la repetición en serie en estas obras las conecta con los avances en el minimalismo y el arte conceptual que se estaban dando en el mismo periodo, mientras que el collage elaborado con dinero de juguete de 1962-63 vincula estrechamente a la artista con los billetes de dólar serigrafiados que Warhol creó en la misma época.
Performances y happenings: Walking Piece (1966) y Kusama’s Self-Obliteration (1967)
Kusama era muy consciente de su posición como mujer artista y asiática en el mundo del arte de Nueva York, predominantemente blanco y masculino. En 1966 creó una obra que reflexionaba explícitamente sobre su doble condición de «forastera». Walking Piece (1966) es una performance documentada en una serie de diapositivas en color fotografiadas por Eiko Hosoe. En ellas, se ve a la artista ataviada con un quimono con flores rosas caminando por las calles de Nueva York. Su indumentaria festiva contrasta con el paisaje de calles vacías o industriales. La figura que Kusama retrata en esta obra parece perdida y sin hogar en un paisaje urbano extranjero y descarnado. Walking Piece (1966) y la performance contemporánea 14th Street Happening marcaron los primeros momentos clave en los que la imagen de la artista se convierte en una parte explícita de su obra, cuando su producción empieza a derivar de la escultura y la instalación a la performance y los happenings, en donde la participación del público era fundamental.
En sus Body Festivals (1967), se animaba a los participantes, desnudos, a pintar lunares en los cuerpos de los otros. Muchos de estos eventos de 1967 fueron filmados por el realizador Jud Yalkut. Kusama usó estas secuencias, junto con imágenes de sus cuadros y sus instalaciones, en la película Kusama’s Self-Obliteration (1967). La película, con una banda sonora del grupo de poprock The Group Image, comienza con imágenes de la artista en una zona rural vestida con un conjunto de topos mientras cubre animales, plantas y el cuerpo de un hombre desnudo con lunares y hojas. Las escenas posteriores muestran happenings de pintura corporal y orgías que se escenifican en los entornos de las instalaciones de la artista. La película alcanzó cierta popularidad en el circuito de los festivales de cine de arte y ensayo y ganó premios en Estados Unidos y Europa.
1973, regreso a Japón: Kusama se reinventa a sí misma
En 1973, Kusama regresó a Japón. Tras un intento fallido, unos años antes, de presentar los happenings en los que aparecía desnuda al conservador público de Tokio, se dedicó al negocio del arte pero su proyecto fracasó pasados un par de años. Sus collages de esta época dejan ver su estrecha asociación con el artista americano Joseph Cornell, a quien conoció a principios de los años sesenta y con quien mantuvo una relación que ella describe como romántica y apasionada, pero platónica.
En 1977 su vulnerabilidad física y psicológica la llevó a internarse voluntariamente en el hospital que sigue siendo su hogar a día de hoy. Desde la calma y la seguridad relativas de su vida en el hospital, Kusama lanzó su carrera literaria. A partir de 1978, ha desarrollado esta faceta en paralelo a su producción artística y ha publicado numerosas novelas, una colección de poesía y una autobiografía.
En su nuevo hogar, la artista volvió a la escultura y a crear objetos a mano. La escala de los distintos objetos que elaboraba era pequeña, pero los combinaba para crear grandes instalaciones de varias piezas. The Clouds (1984) se compone de cien almohadones rellenos cosidos con diferentes formas y pintados en blanco y plata.
En los ochenta y los noventa, en paralelo a su producción escultórica, Kusama volvió a pintar con renovado vigor. Comenzó a experimentar con cuadros de varios paneles que sugieren una expansión ilimitada del campo visual. Evocan mundos microscópicos o macroscópicos con patrones abstractos repetidos que recuerdan a las imágenes biológicas o astronómicas. En torno a 1988, aparece en sus cuadros un nuevo motivo: una forma similar a un espermatozoide que retrotrae a algunas de sus primeras obras en papel.
I’m Here, but Nothing (2000)
A finales de los noventa, tras un paréntesis de casi treinta años, Kusama volvió a crear instalaciones de gran escala. I’m Here, but Nothing (2000) es un interior doméstico oscurecido con accesorios y muebles sencillos y anodinos. La imagen de estabilidad burguesa que podría suscitar esta escena, se convierte en algo surrealista y extraño en la instalación de Kusama. Los puntos adhesivos fluorescentes brillando en la luz tenue y cubriendo la habitación y todos sus muebles pueden entenderse como una simplificación visual de los episodios alucinatorios de la artista.
Últimos trabajos
En los últimos años, Kusama ha vuelto con entusiasmo renovado al dibujo y la pintura. El Museo Reina Sofía exhibe por primera vez las obras creadas entre 2009 y 2010, la mayor serie de cuadros de la artista hasta la fecha. En estas piezas predomina un lenguaje visual que recuerda a los elementos de sus primeros años: motivos repetitivos entre los que se incluyen flores, ojos, el autorretrato jeroglífico de la artista colocada de perfil y, como siempre, puntos y redes.
La experiencia del espacio infinito: Infinity Mirrored Room – Filled with the Brilliance of Life (2011)
Una de las obsesiones permanentes de Kusama es la representación del espacio infinito. En su larga trayectoria artística, la autora japonesa ha mantenido su exploración de este campo hasta conseguir un efecto mágico en sus Infinity Mirror Rooms. En 1965, creó la primera de estas instalaciones a gran escala denominada Infinity Mirror Room – Phalli’s Field.
Infinity Mirrored Room – Filled with the Brilliance of Life es el nombre del montaje que Kusama ha diseñado expresamente para la exposición del Museo Reina Sofía y en el que los espectadores pueden internarse y explorar, rodeados por su propia imagen reflejada.
La artista: Yayoi Kusama
Kusama pertenece a una serie de mujeres artistas importantes que, contra todo pronóstico, consiguieron reconocimiento en el mundo artístico abrumadoramente masculino del Nueva York de las décadas de 1950 y de 1960. Con la doble desventaja de ser mujer y extranjera, Kusama se hizo con el apoyo crítico de los comentaristas y con el respeto de sus colegas.
Nació el 22 de marzo de 1929 en Matsumoto, una ciudad de provincias situada en la región montañosa de la prefectura de Nagano, unos 209 km al oeste de Tokio. Es la menor de cuatro hijos de una familia de clase media alta cuya riqueza procedía de la gerencia de varios viveros dedicados a la venta de semillas al por mayor.
Con el deseo de liberarse de las costumbres y convenciones profundamente conservadoras que caracterizan a la familia y a la sociedad de Japón, se trasladó a Kioto para estudiar arte. En 1958 tomó una decisión más radical y se mudó a Nueva York, sin mecenas ni protector, para iniciar una carrera independiente en la ciudad que, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, se había convertido en el epicentro del mundo del arte contemporáneo.
En su autobiografía, Kusama recuerda: “Para un arte como el mío –arte que combate en la frontera entre la vida y la muerte y que cuestiona lo que somos y lo que significa vivir y morir- [Japón] resultaba demasiado pequeño, demasiado servil, demasiado feudal y demasiado desdeñoso con las mujeres. Mi arte necesitaba una libertad más ilimitada y un mundo más amplio”.
Las primeras pinturas y dibujos de Kusama son de inspiración surrealista, aunque inimitablemente suyas. Obtuvieron grandes elogios por parte de los expertos en arte más prominentes, algo que también conseguirían sus primeras pinturas de gran formato, sin precedentes, creadas durante sus primeros años en Nueva York. Esos lienzos enormes o, como llegaron a llamarse, Infinity Net (Red Infinita) estaban cubiertos por pinceladas festoneadas de un solo color, repetidas sin cesar, con lo que se anticipaba al nacimiento de la pintura monocroma y al surgimiento de las técnicas de series, propias del arte minimalista y conceptual de la década de 1960.
Kusama no abandonaría esa experimentación precoz con nuevas posibilidades artísticas cuando forjó sus propios caminos en la escultura y en las instalaciones, adoptando técnicas de montaje y de escultura blanda que pueden reivindicar su precedencia —y su constatable influencia— respecto a artistas más jóvenes de la vanguardia, como Andy Warhol o Claus Oldenburg. A la innovación le seguía más innovación y, en menos de cinco años, Kusama creó la media docena de sintonías que han marcado su prolongada carrera y que continúan respaldando su impresionante creatividad: las pinturas «infinitas» y los objetos y ambientes cubiertos de falos o de macarrones, que abordan obsesiones relacionadas con el sexo y la comida, respectivamente; sus espectaculares habitaciones de espejos; collages de fantasía y fotomontajes; proyectos con películas y proyecciones de diapositivas; y el montaje de performances radicales y contraculturales.
En Nueva York, contra todo pronóstico, consiguió reconocimiento en el mundo artístico abrumadoramente masculino de las décadas de los años cincuenta y sesenta. Sin embargo, poco después, sus performances más radicales se enfrentaron a una creciente hostilidad por parte del mundo del arte. El abandono cada vez mayor por parte de la crítica, la pobreza y la enfermedad mental llevaron a Kusama a retirarse de la escena artística neoyorkina. En 1973 regresó a Japón, donde empezó de cero y continuó reinventándose a sí misma —como novelista, poeta, creadora de collages, pintora y escultora—, creando obras en el entorno protegido del hospital de Tokio en el que ha vivido desde 1977, pero también desde su estudio cercano, donde pasa todavía hoy su jornada laboral. Yayoi Kusama continúa hoy creando y ampliando el abanico de “ambientes” a los que debe su fama – unas instalaciones de gran formato y con una intensidad deslumbrante-, mientras pinta incansablemente a mano una extensa serie de dibujos figurativos de fantasía, repletos de detalles obsesivos.
Catálogo
Con motivo de la exposición se publicará un catálogo que incluirá textos de algunos de los más importantes especialistas en la obra de Kusama como Midori Yamamura, Jo Applin, Mignon Nixon o Juliet Mitchell.
Datos de interés:
Fechas: 10 mayo – 18 septiembre 2011
Lugar: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Edificio Sabatini. 1ª Planta (Sala A1)
Organización: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en colaboración con Tate Modern de Londres
Comisaria: Frances Morris
Coordinación: Gemma Bayón
Itinerario: -Centre Pompidou, París (19-10-11 / 09-01-12)
-Tate Modern, Londres (09-02-12 / 05-06-12)
-Whitney Museum of American Art, Nueva York (Junio – Septiembre 2012)
Actividades Paralelas: Encuentro sobre Yayoi Kusama con Frances Morris
Encuentro sobre Yayoi Kusama con Frances Morris
Fecha: 11 de mayo de 2011. Hora: 19:30 h.. Lugar: Edificio Nouvel, Auditorio 200. Entrada: Gratuita hasta completar aforo
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