El Gabinete de dibujos y estampas del Prado custodia muchos tesoros artísticos cuyas características de conservación no permiten exposición permanente en las salas del museo. Su nueva ubicación en la ampliación de los Jerónimos ha mejorado las condiciones para investigación y análisis, abriendo posibilidades de mayor conocimiento de los fondos. A través de donaciones privadas, compras y adquisiciones del Ministerio de Cultura y posteriores adscripciones, el catálogo de colección viene aumentando de manera sostenida. A las incorporaciones al Gabinete entre 1997 y 2010 se dedica en estos días una interesante muestra comisariada por el director del mismo, José Manuel Matilla, que reúne ciento diez piezas, todas ellas merecedoras de detenida observación. Hoy proponemos una de las presentadas, la estampa de Vicente López, “El milagro”, que recoge la oración de la reina María Cristina de Borbón por la salud de su esposo, Fernando VII, ante la Virgen del Carmen. Fue dibujada por el maestro valenciano al año siguiente de la enfermedad que estuvo a punto de costar la vida al monarca, pero que finalmente, aquél 1833, le llevaría a la tumba.
López realizó su obra como modelo preparatorio para una litografía posterior, en el marco del incipiente uso de la imagen como propaganda política. La crisis de la monarquía fernandina estaba llegando a su fin y la difusión de una ilustración de la consorte impetrando la recuperación regia fue celebrada por los partidarios del monarca y su sucesora, la futura Isabel II. Todo en la imagen, lo real y lo alegórico, aparece tan cuidado como la técnica del maestro. La soberana, de apenas veintiséis años de edad, aparece retratada como una matrona, avejentada en aspecto por el peinado y atuendo, identificado por algunos como el hábito del Carmen, mientras que en su época otros lo denominaron traje doméstico. Fuera uno u otro, las ropas de la protagonista pasaron a ser, como señala José Luis Díez en la ficha del catálogo de la muestra, la vestimenta oficial en la iconografía posterior de la reina. De rodillas ante el altar, su reclinatorio está cubierto por un paño bordado con el escudo histórico de Fernando VII, sobre el que se ha depositado cetro y corona real. Ésta última responde claramente a los cánones iconográficos de otros retratos de corte, en los que el principal símbolo institucional sigue el estilo de la corona Borbón que ya aparece en La Familia de Felipe V, de Van Loo (1743). La aparición de la Virgen con el Niño oculta parcialmente un altar gótico en su parte central, mientras un ángel de tamaño natural señala decidido la salida de la Muerte, que abandona la estancia con su guadaña.
Nos hallamos ante una clara muestra de la firmeza de pulso de Vicente López en el dibujo. Como era costumbre en el artista, sus trazos son cortos, paralelos, continuados. En muchos casos, para ofrecer con rotundidad las sombras, los cruza en forma de malla, consiguiendo graduar los efectos de la luz. Invitamos especialmente a los lectores que visiten la exposición a observar detenidamente los detalles de los ropajes de la Virgen, la reina y el ángel, diseños minuciosos que muestran una notabilísima precisión técnica para recrear el detalle de la escena. La zona inferior del reclinatorio o los pliegues del vestido de doña María Cristina, pero muy especialmente en la parte baja de las nubes sobre las que se suspenden Madre e Hijo, son una clase magistral sobre el uso de tinta parda para subrayar los planos. Ni empleando color se hubiera logrado tan perfecto efecto de disposición de volúmenes.
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