Entre los castigos que Venus impuso a Psique por haber observado a escondidas a Cupido, a quien el destino reservaba en matrimonio, se incluyó llenar un pequeño recipiente de cristal con las heladas aguas de la laguna Estigia, cuyo río nacía en un monte escarpado protegido por dragones. La metamorfosis de Júpiter en águila fue decisiva para que superase la prueba. La regia ave tomó con su pico la copa que le ofreció la joven, momento que es recogido en una composición pictórica no pensada inicialmente para ilustrar una escena mitológica, sino la oración de San Jerónimo. Esa fue la idea de Paul Bril, que en 1610 confirmaba con este lienzo enla Ciudad Eterna su vocación de convertirse en uno de los precursores del paisajismo flamenco de la primera mitad del siglo XVII. Así lo atestigua este “Paisaje con Psique y el águila de Júpiter”, una de las más de cien pinturas y dibujos que componen la exposición “Roma. Naturaleza e Ideal. Paisajes 1600-1650”. Tras su paso por el Grand Palais de París, recorrerla en el Museo Nacional del Prado en los próximos meses supone la posibilidad de conocer el proceso de nacimiento y consolidación del paisajismo en un grupo de maestros que se acercaron al entorno natural dotándolo de una dignidad y protagonismo hasta entonces desconocido en la pintura occidental. La coincidencia en la capital de los papas de creadores italianos, flamencos, franceses, alemanes o españoles que ensayaron ideas y exploraron nuevas formas artísticas supuso el origen del paisajismo como género autónomo. Carracci, Domenichino, Elsheimer o el propio Bril se confunden cronológicamente con otros grandes más conocidos para el gran público como Claudio de Lorena o Poussin, o los mismísimos Rubens y Velázquez, que experimentaron nuevas y exitosas propuestas en este campo.

Psique y Júpiter también unieron a dos de estos pintores . Como hemos indicado al comienzo, la pintura que concluyó Bril en 1610 fue modificada. Ante la obra de su compatriota, que aunaba el clasicismo meridional con el gusto por el detalle nórdico, Rubens decidió cambios que no alterasen el dramatismo de la tradición flamenca, en los que la presencia de hojas y agua eran también notas comunes. Por un lado, cambió algunas de las rocas y árboles en la parte izquierda de la composición, algo que para algunos es la mejor prueba del gran impulso creativo del maestro, que tuvo por costumbre intervenir en pinturas realizadas anteriormente, tanto propias como ajenas. Los repintes no desvirtuaron el carácter solemne y a la vez casi filosófico de Bril. Nada más lejos que pretender una crítica a la decisión de Rubens, pero sí nos aventuraremos a afirmar que sin duda hubieron de sopesarse con detenimiento los equlibrios de luz, el orden propio de todo paisaje. El cielo, la figura de Psique y los brotes de agua parecen conformar un simbólico triángulo visual. El agua de las cascadas baña el color del misterio del reto y provocación de Venus, mientras que, en pleno contraste, el Júpiter alado que ha acudido en auxilio de una Psique voluptuosa, según los cánones de Rubens, parece confundirse  con rocas y ramajes.

Es fácil comprender el poder evocador que el mundo mitológico tuvo en los paisajistas del XVII. La paradoja de situar personajes pequeños en dimensión pero de protagonismos simbólicos, sustantivos, llenos de contenido, en cuadros de formatos diversos pero con un denominador común: la magnificencia de la naturaleza, que se abrió paso definitivamente como objetivo visual y artístico para grandes maestros de la pintura. Cuando Rubens falleció, “Paisaje con Psique y el águila de Júpiter” fue comprada a sus herederos para Felipe IV. De las Colecciones Reales pasó al Museo del Prado.

Andrés Merino Thomas

 

“Paisaje con Psique y el águila de Júpiter” (1610)
Paul Bril (1554-1626)  y Pedro Pablo Rubens (1577-1640)
Óleo sobre lienzo (95 x 129 cm)
Madrid, Museo Nacional del Prado
 
Exposición: “Roma. Naturaleza e Ideal. Paisajes 1600-1650”
Organizan: Museo Nacional del Prado, Réunión des Musées Nationaux y Museo del Louvre
Colabora: Comunidad de Madrid
Sede: Museo Nacional del Prado (Edificio Jerónimos. Salas A y B. Madrid)
Comisario: Andrés Úbeda de los Cobos, Jefe de Conservación de Pintura Italiana y Francesa del Museo Nacional del Prado
Madrid, 5 de julio a 25 de septiembre de 2011
www.museodelprado.es