Organizada conjuntamente por la Obra Social «la Caixa» y el Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana, y comisariada por Tomàs Llorens y Boye Llorens, la muestra se podrá visitar en CaixaForum Barcelona del 20 de julio al 9 de octubre de 2011.
Valentí Farràs, director de CaixaForum Barcelona; Isabel Salgado, subdirectora del Área de Cultura de la Fundació «la Caixa»; Felipe Garín, asesor científico de exposiciones, y Tomàs Llorens, comisario de la exposición, han presentado esta muestra, que invita al ciudadano a disfrutar de un recorrido por el género del retrato que, además de ser de los más relevantes de la época, ofrece claves inconográficas y psicológicas que permitiran a los visitantes tender puentes entre la historia de la pintura y la historia cultural y social de finales del s. XIX y principios del XX.
Comentarios de Tomàs Llorens, historiador del arte y comisario de la exposición «Retratos de la Belle Époque»
Durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX tuvo lugar en la historia de la pintura europea un cambio amplio y profundo, que alteró tanto las convenciones estilísticas del arte de pintar como el marco de las relaciones que vinculan al pintor con su público y su mercado. El retrato es el género que reflejó estos
La exposición Retratos de la Belle Époque invita a los visitantes a hacer un recorrido por este género, que, además de ser uno de los más relevantes de la época, ofrece claves iconográficas y psicológicas que les permitirán tender puentes entre la historia de la pintura y la historia cultural y social de finales del siglo XIX y principios del XX. Y lo hace a través de setenta y seis obras de artistas como Giovanni Boldini, Oskar Kokoschka, Edvard Munch, John Singer Sargent, Egon Schiele, Joaquín Sorolla y Henri de Toulouse-Lautrec, cedidas por una treintena de museos e instituciones de doce países diferentes.
Una recopilación inédita
Retratos de la Belle Époque es fruto del convenio de colaboración suscrito entre el Consorcio de Museos de la Comunidad Valenciana y la Obra Social ”la Caixa” que se firmó en septiembre de 2010 para producir conjuntamente esta muestra. Se trata de la primera vez que estas dos instituciones suman esfuerzos en la coproducción de una exposición.
La muestra reúne setenta y seis obras de cuarenta artistas. Concretamente, están representadas tres generaciones de pintores: la de los precursores, nacidos en la década de 1830 a 1840, como Giovanni Boldini; la generación intermedia —la más ampliamente representada—, constituida por artistas nacidos en la década de 1850 a 1860, entre los cuales encontramos a Sargent, Sorolla, Zorn, Corinth, Munch, Repin, Serov, Vrubel y Toulouse-Lautrec; y la de los artistas nacidos entre 1870 y 1880, como Vuillard, Kokoschka, Schiele y Kirchner.
Retratos de la Belle Époque: discurso expositivo
El período que transcurrió entre la guerra franco-prusiana y la Primera Guerra Mundial se caracterizó por un crecimiento económico sostenido y una agitación política significativa que generó grandes cambios sociales. El retrato, con una demanda comercial notable, fue el género pictórico más representativo de la época. Ilustraba el nuevo individualismo del hombre moderno y el interés por la imagen que proyectaba en su entorno social. Desde el punto de vista de la historia del arte, es un género que permite explicar los cambios que tienen lugar tanto en las convenciones estilísticas como en las relaciones entre el artista y el público o el mercado. Estos cambios originaron la figura del artista moderno.
A través del trabajo artístico de tres generaciones de pintores, la exposición aborda diferentes aspectos del retrato para reflejar el paso de un estado de ánimo inicial, triunfal y confiado, propio de los primeros años, a la aguda inquietud crítica de los retratos expresionistas de los últimos años, que cierran el recorrido de la muestra.
El discurso expositivo evita hacer un recorrido cronológico y aborda una distinción tipológica que se estructura en nueve capítulos diferentes: los autorretratos; los retratos de sociedad; el temperamento y el carácter; los retratos de grupo; los ambientes y las conversaciones; una sección monográfica dedicada a Toulouse- Lautrec; los retratos al aire libre; el retrato como símbolo, y la crisis.
El autorretrato testimonia la importancia de la conciencia subjetiva —raíz del artista moderno— y la voluntad de reafirmar la propia imagen ante el mundo circundante.
2. Los retratos de sociedad
La fuente principal de encargos para los pintores era el llamado retrato de sociedad. Estos cuadros, que formalmente se apoyaban en el precedente de los «retratos de aparato» de los siglos XVII y XVIII, tenían la finalidad de representar la posición social de las personas retratadas.
3. El temperamento y el carácter
Un rasgo característico de la época fue el empeño en penetrar en lo esencial de la personalidad del retratado, en mostrar un retrato que reflejara ciertos aspectos de su carácter, como la confianza, la jovialidad, la mundanidad, la sensibilidad o la respetabilidad.
4. Los retratos de grupo
Al amparo del naturalismo dominante de la época, a veces, pintores y retratados intentaban emular el paradigma del retrato de grupo del siglo XVII, cultivado por pintores como Velázquez y Rembrandt. La familia de la persona retratada adquirió protagonismo.
5. Los ambientes y las conversaciones
Como sucede en la literatura, al profundizar en el carácter o la personalidad del retratado, la pura descripción física resulta insuficiente. El contexto, la atmósfera del momento en que se pinta, aporta una lectura más profunda, que da sentido al retrato y permite vislumbrar el espíritu de la persona retratada.
6. Toulouse-Lautrec
Toulouse-Lautrec centró su interés en captar pictóricamente los gestos y las expresiones de los personajes de su tiempo durante las noches parisinas, que retrataba con afán testimonial a la manera de la novela naturalista.
Además de reflejar los nuevos estilos de vida, el retrato al aire libre concilia el género con una de las exigencias fundamentales del naturalismo: el apunte del natural, que pone en valor la espontaneidad y la inmediatez en la representación del instante en que se capta al sujeto.
8. El retrato como símbolo
El interés por penetrar en la psicología del retratado o por trazar una evocación atmosférica del sujeto encuentra una prolongación natural en el simbolismo. Frente al positivismo de la representación naturalista, la espiritualidad, la fantasía y el onirismo ofrecían nuevas fórmulas para reflejar en el retrato las inquietudes del espíritu humano.
9. La crisis
En los años previos a la guerra, la amargura y el desánimo, unidos a una visión trágica de la vida, derivaron el retrato hacia temáticas de miseria y soledad. En una reacción contra el decadente espíritu positivo, el expresionismo planteó la distorsión emocional —e incluso irracional— de la realidad, para reivindicar la libertad subjetiva del artista.
Datos de interés:
Retratos de la Belle Époque
Del 20 de julio al 9 de octubre de 2011
CaixaForum Barcelona (Av. de Francesc Ferrer i Guàrdia, 6-8 – 08038 Barcelona)
Horario: De lunes a domingo, de 10 a 20 h. Sábados, de 10 a 22 h
Entrada gratuita a las exposiciones
Servicio de Información: Obra Social Fundación ”la Caixa” Tel. 902 22 30 40 De lunes a domingo, de 9 a 20 h www.lacaixa.es/obrasocial
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