A tenor de lo defendido en los últimos años por varios de quienes han profundizado en la figura de Juan Bautista Martínez del Mazo, en 2011 deberíamos estar conmemorando el IV centenario de su nacimiento. Si no hay unanimidad sobre la fecha, al menos sabemos que vino al mundo en la provincia de Cuenca, como atestigua un documento de su archivo diocesano. Hoy presentamos al lector un cuadro que habría realizado en 1666. Nos referimos a una réplica del retrato que confirmó el acierto de su nombramiento como pintor de corte y le consagró como primer creador de la imagen político-dinástica de Mariana de Austria, reina viuda y madre de Carlos II, al comienzo de su complicada regencia. El cuadro se exhibe entre la selección de obras de grandes autores como Claudio Coello, Zurbarán, Carducho, Giordano o Mengs de la colección Granados que componen la exposición “Semblantes”, organizada por la Obra Social de Caja Segovia en el Torreón Lozoya, de la misma ciudad.

La técnica del yerno y mejor discípulo de Velázquez era tan parecida en algunos aspectos a la de su maestro que, durante los tres siglos que siguieron a su muerte, algunas de sus obras fueron consideradas de su suegro. Hoy se discuten algunas atribuciones, pero es indudable encontrar en ambos una prodigiosa capacidad de recrear en el retrato algo más allá del espíritu del aparato cortesano. Nos referimos a la conciencia de majestad que poseen los protagonistas de sus lienzos. Esa cualidad fue sin duda, a pesar de las circunstancias políticas, uno de los rasgos de Mariana de Austria (1634-1696), hija de Fernando III y de la Emperatriz María, hermana del que sería su esposo, Felipe IV. En la composición viste tocas de viuda, erróneamente identificadas con frecuencia como símbolo de votos religiosos. Tras fallecer el rey, su atuendo será ya siempre oscuro. Treinta años más joven que él, había sido en principio prometida del primer heredero de éste, el Príncipe de Asturias Baltasar Carlos, al que Martínez del Mazo había enseñado pintura y retratado en numerosas ocasiones. Aparece en primer plano, sentada en una silla de brazos tapizada en negro, como corresponde a su elevada dignidad. Ya no es solo una reina consorte, sino regente. El arte debe hacer un esfuerzo, crear una retórica visual al servicio del poder, ha de crear un retrato con fines netamente propagandísticos, donde símbolos trasladen sólidos mensajes. Hasta el perrillo a su izquierda alude a la continuidad política con la etapa anterior, a su fidelidad a Felipe IV. Y un gran cortinaje en la parte superior no cae como en otros retratos del mismo periodo. Más bien protege a la joven viuda. Si pudiera, la rica tela en caprichosa disposición dibujaría un baldaquino. Pero el lienzo nos ofrece dos escenas complementarias. La soberana asume el plano principal, incluso portando en su mano derecha un billete que conserva restos de la firma del autor. Y podemos identificar incluso la estancia a partir de la pieza que aparece detrás. Mariana de Austria ha posado en el Alcázar de Madrid, en el Salón de los Espejos, donde se concedía audiencia a personajes de elevado rango. Ahora es a ella a quien corresponde hacerlo. Y desde allí envía un mensaje en forma de pintura. Pero tras ella, enla Pieza Ochavada, un rey menor de edad es atendido por cortesanos y criados. Es Carlos II, nacido en 1661 y con muchas dificultades físicas. El aya del rey niño, la marquesa de los Vélez, junto a su hija, que ofrece al monarca un búcaro para que beba; otra viuda de la Casa de la Reina y dos enanos, que quizá sean los ya retratados Nicolasillo Pertusato y Maribárbola. Y tras el grupo, una carroza que no era precisamente de juguete, sino el medio con el que se trasladaba al rey por el Alcázar debido a su retraso físico. No consiguió andar por sí solo hasta su juventud.

Morán Turina apunta que el Salón de los Espejos y la Pieza Ochavada no estaban dispuestos de manera que pudiera pintarse un retraso con tal perspectiva. Que Martínez del Mazo bien pudo forzarla para incluir las dos estancias en la misma representación. La identificación ambas tiene sólidos argumentos: el suelo del primer salón corresponde con otros lienzos de la misma época, mientras que el fondo de la segunda aparece una escultura que lucía en aquél momento histórico. Nos referimos a la que representa la Luna, de la serie de los planetas de Jacques Jocghelick, entonces clasificada entre ellos.

Andrés Merino Thomas

 

A mano alzada /// Del «Retrato de doña Mariana de Austria, reina viuda” se conocen al menos un original y dos réplicas. Tradicionalmente se ha considerado que Martínez del Mazo pintó en primer lugar el conservado en la National Gallery de Londres. En la Casa Museo del Greco, en Toledo, hay una copia de 197 x 146 cm. La pieza de la colección Granados mide exactamente 192 x 136, lo que permitiría afirmar que se trata de la réplica que quizá haya sufrido mayores avatares históricos. Curiosamente, en la de la National Gallery es la única en la que la viuda de Felipe IV luce un anillo oscuro en su mano izquierda.

 

“Retrato de doña Mariana de Austria, reina viuda, ca. 1660”
Juan Bautista Martínez del Mazo (1611?-1667)
Óleo sobre lienzo (192 x136 cm)
Colección Miguel Granados
 
Exposición: “Semblantes. Colección Granados
Organiza y patrocina: Obra Social de Caja Segovia
Sede: Salas de Exposiciones del Torreón de Lozoya. Pza. San Martín, 5 (Segovia)
Comisarios: Gloria Martínez Leiva y Ángel Rodríguez Rebollo
Segovia, 1 de julio a 7 de noviembre de 2011

www.obrasocialcajasegovia.com/