Ahora, en unos 2.200 metros cuadrados, ocupando los dos espacios expositivos del edificio Nouvel, se presenta este tercer ámbito de la Colección que acoge unas 300 obras, entre pinturas, dibujos, esculturas, instalaciones, vídeos, fotografías y material documental. Una parte sustancial de los trabajos es novedosa ya que se incluyen recientes adquisiciones, donaciones y depósitos aún no vistos. El Museo ha hecho, en este sentido, un gran esfuerzo para llenar importantes huecos existentes en este tramo de la Colección incorporando a la misma nombres imprescindibles para su articulación.
Las salas dedicadas a este período acogerán obras de autores como Bruce Nauman, Nancy Spero, Sol LeWitt, Dan Flavin, Muntadas, Hélio Oiticica, Luis Gordillo, Lygia Clark, Gerhard Richter, Pistoletto, Carl Andre, Hans Haacke, Eugènia Balcells, Eulalia Grau, Mario Merz, Marcel Broodthaers, Cindy Sherman, Donald Judd, Guillermo Pérez Villalta, Soledad Sevilla, Antoni Tàpies, Carlos Alcolea, Carlos Leon, Esther Ferrer, Robert Smitson, Concha Jerez, George Brecht, Alberto Corazón, Colita, o Nacho Criado, entre otros.
En los veinte años que abarcan la nueva presentación, ocurren hechos que van a cambiar el mundo: la irrupción de nuevas tecnologías, el avance del consumismo, los procesos de descolonización (que se plasman en la disconformidad de la juventud y de las mujeres) y el inicio de la globalización, son factores decisivos; acontecimientos como Mayo del 68, la crisis económica a partir de 1973, la muerte de Franco, la transición democrática y la primera globalización a nivel internacional, son algunos de los hitos que marcan esta fase en nuestro país y fuera de él, un período que se sitúa entre los más convulsos de la historia del siglo XX.
Esta época supone igualmente el cambio definitivo de paradigma respecto a lo que se consideraba arte desde el Renacimiento. No sólo por la superación de la tradicional delimitación del medio en pintura y escultura, sino por la “ausencia” del autor. Es el punto de inflexión entre modernidad y posmodernidad. En la modernidad el autor se situaba en el centro, en cambio ahora se proclama su “muerte”. El artista también se muestra disconforme con el aislamiento que supone el estudio y la necesidad de salir a la calle, interpelar a los públicos.
Este nuevo paradigma implica también la contestación radical a un arte entendido como práctica occidental y masculina, apareciendo voces como las del feminismo, las del tropicalismo, o las que protestan y denuncian en un contexto social y político represivo, como es el caso de las dictaduras latinoamericanas y de la española. El minimalismo, el arte conceptual, el arte povera, las prácticas de campo expandido (la escultura que se abre al paisaje, el cine que se expone en los museos, etc.) son característicos de esos años.
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