La Fundación Juan March presenta, a partir del 1 de febrero, una exposición de pequeño formato, en la que se presentan diez óleos nunca expuestos del pintor veneciano Giovanni Domenico Tiepolo. Procedentes de una colección particular, se trata de diez pinturas concebidas con toda probabilidad como una serie.
Diez cabezas, dos de las cuales corresponden a hombres de aspecto oriental, maduros y barbados; las ocho restantes a mujeres jóvenes y hermosas fechadas en torno a 1768, durante la etapa española del artista. Los retratos masculinos ofrecen una visión de sus protagonistas a la manera de filósofos, de hombres sabios y honorables de una antigüedad soñada, mientras que los de las jóvenes, de desenfadada e inocente belleza, parecen responder a un modelo ideal de belleza femenina. Ambos tipos pertenecen a un género con una fecunda y larga tradición en Venecia, un género que recrea un mundo de fantasía que hunde sus raíces en el siglo XVII y cuyo maestro por antonomasia fue Rembrandt.
Las primeras noticias conocidas sitúan estas pinturas en una colección particular del Puerto de Santa María (Cádiz), desde donde pasaron, probablemente después de la Guerra Civil española, a sus actuales propietarios. Tampoco está muy clara la cronología de estas pinturas, aunque en este asunto todos los especialistas en la obra de Giandomenico han alcanzado un infrecuente acuerdo, fechando todas las conocidas durante su etapa española (1762-1770).
En términos estrictos no son “retratos”, imágenes que reproducen el aspecto físico de un individuo concreto, sino “tipos”, o modelos genéricos que no evocan a ningún personaje en particular, sino que manifiestan las características que se le supone a un grupo social, económico, intelectual. Por ejemplo, la visión estricta y concentrada de viejos barbados, como filósofos u hombres venerables de una Antigüedad soñada; o el carácter desenfadado e inocente de jóvenes muchachas, rodeadas de flores o instrumentos musicales, probable representación de un modelo ideal de belleza femenina.
Un artista entre Venecia y Madrid
El 4 de junio de 1762, Giambattista Tiepolo (Venecia, 1696- Madrid, 1770) llegó a Madrid con el encargo de pintar al fresco la bóveda del Palacio Real. Su intención inicial era retornar a su patria al concluir esta pintura, aunque lo cierto es que encadenó encargos sucesivos hasta su muerte. En este viaje lo acompañaron sus dos hijos: Giandomenico y Lorenzo.
Giambattista es el pintor más reconocido de la saga, el patriarca y el responsable de una forma de pintar dotada de una poderosa personalidad colorista y decorativa, que reivindica la elegancia y monumentalidad de Veronés, de quien se reconoció heredero. En sus obras más celebradas, conjuntos murales pintados al fresco, desarrolló complejas composiciones pobladas de figuras mitológicas, históricas o alegóricas.
Giandomenico Tiepolo. Diez retratos de fantasía
Del 1 de febrero al 4 de marzo
Fundación Juan March
Calle Castelló, 77