Forma parte del museo desde su fundación. Casi doscientos años ha estado tímidamente expuesta al público sin que nadie reparase en ella. Hoy, cuelga orgullosa en una de las galerías principales de la pinacoteca, sabiéndose estrella de la colección, centro de todas las miradas, prima hermana de una de las mujeres más famosas de la historia del arte: la mismísima Mona Lisa.
De ser una copia más de la Gioconda de Leonardo da Vinci, este lienzo ha pasado a convertirse en un valiosísimo retrato realizado al mismo tiempo y en el mismo lugar donde el maestro italiano realizaba su célebre cuadro. Un “duplicado” de taller que permitirá descubrir aspectos del misterioso lienzo hasta ahora desconocidos.
El estudio realizado demuestra que no fue copiado cuando la Mona Lisa era ya un icono del arte. Fue pintado en el taller de Leonardo, por alguno de sus discípulos, a la par que lo hacía el pintor florentino. Muestra unas proporciones muy parecidas al original, mismos materiales de trabajo, mismo pasos de elaboración, incluso, los arrepentimientos o rectificaciones en el dibujo son exactos. “Esto nos permitirá conocer cómo se trabajaba en el taller de Leonardo y desvelar el modo en que está realizado el original”, explicó Ana González Mazo, investigadora del Gabinete de Documentación Técnica del museo.
“Duplicado” de taller y no una copia
La voz de alarma de que el equipo de restauración se encontraba ante una obra especial y no ante una copia posterior a la Gioconda la dio la primera reflectografía realizada. Esta prueba técnica desveló que tras una capa de pintura negra que cubría el fondo del cuadro del Prado había pintado un paisaje similar al del original. Fue la señal para acometer una profunda restauración del cuadro. “El resultado ha sido sorprendente”, aseguró Gabriele Finaldi, director adjunto del Museo del Prado. “Una auténtica revelación”, añadió.
Una vez incorporado el paisaje a la superficie pictórica y para lograr la correcta transición entre la figura y el fondo restableciendo la unidad y equilibrio entre ambos, se eliminó el repinte que cubría el velo y parte del cabello en el lado izquierdo de la cabeza, lo que permitió recuperar la transparencia del velo y la visión del paisaje a través de él. Esta zona tan significativa del cuadro recobró así el aspecto etéreo original, captándose mejor el aire y el espacio que rodean la cabeza. Dado el buen estado de la pintura, en la fase final de reintegración cromática se ha ejecutado una intervención mínima y limitada a pérdidas de pequeña consideración.
Una Mona Lisa con cejas
A pesar de la similitud de la factura, la Gioconda del Prado presenta diferencias sustanciales con la original. Según explicó Miguel Falomir, jefe del departamento de Pintura Italiana del museo madrileño, el cuadro del Prado no tiene tanta calidad pictórica como el de Leonardo, no muestra el característico sfumato leonardesco, tiene algunas diferencias en el paisaje y la cara de la Mona Lisa tiene cejas.
El estudio y posterior restauración de la Gioconda del Prado se ha realizado tras la solicitud del museo del Louvre hace dos años, para que la obra participara en la exposición que se inaugura en París este mes de marzo sobre Leonardo: L’ultime chef-oevre de Léonard de Vinci, la Sainte Anne. Y gracias a este interés se ha podido recuperar un testimonio fundamental para la historia del arte, que nos permitirá conocer más aspectos de la obra de Leonardo y de los procedimientos de trabajo en su taller.
Las investigaciones en torno al mítico retrato de la Mona Lisa continuarán. Y con su gemela del Prado como protagonista indiscutible. “El dibujo subyacente, mucho más claro de analizar en la Gioconda del Prado que en la del Louvre, permitirá conocer los pasos de elaboración de ambos cuadros”, explica González Mozo. “Incluso, se podría llegar a determinar cómo se realizó el original”, añade. Sin duda, uno de los grandes enigmas de la historia del arte.
El estudio técnico ha sido realizado por Ana González Mozo, investigadora del Gabinete de Documentación Técnica del Museo del Prado, en colaboración con todos los departamentos del Área de Restauración, y la intervención ha sido ejecutada por Almudena Sánchez Martín, restauradora del Museo del Prado. Miguel Falomir Faus, jefe del departamento de Pintura Italiana (hasta 1700) del Museo del Prado, ha coordinado los trabajos.
Irene G. Vara
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