Cuando William Coxe (1747-1828) publicó su Memoirs of the King of Spain of the House of Bourbon en 1813 probablemente tuvo la intención de convertirse en un autor de referencia en el tema, pero no sabía que su obra sobre los primeros Borbones españoles sería, pocas décadas después y en el país al que había dedicado sus estudios, en volumen de paso obligado para quien quisiera acercarse a las figuras de Felipe V, Luis I, Fernando VI y Carlos III. Hasta veintitrés años después no vería la luz la primera edición en español, procedente de una traducción del francés. Pero el texto que hoy comentamos, editado por el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alicante, contiene los atractivos del estudio introductorio del catedrático de Historia moderna Enrique Martínez Ruiz, además de innumerables notas a pie de página. Coxe tuvo la fortuna y desventura de estudiar y escribir en una época en que los historiadores no sólo reflexionaron sobre el pasado, sino que recibieron, en cierta medida, el encargo de componer una suerte de espíritu laudatorio sobre las naciones, de aroma de romántica esencia que huía de rupturas o incomodidades. Era el tiempo del Romanticismo. Y no ese sentimiento también se proyectó en su estudio sobre el siglo anterior en la península ibérica.
Leer una panorámica tan amplia de las nueve primeras décadas de la dinastía Borbón en España desde una perspectiva británica es verdaderamente apasionante. Muy probablemente porque el punto de observación, que no debe confundirse con el interés, radicó entonces a miles de kilómetros, y nos ayuda a apartarnos, aunque sólo sea durante un enriquecedor momento y en unos pocos temas que no ocupan un primer plano historiográfico. Comprobar que, a la muerte de Fernando VI, en la corte de San Jaime contemplaron seriamente la posibilidad de que el trono no pasase al futuro Carlos III, sino a su hermano, el Duque Felipe de Parma, otros de los hijos de Felipe V, supone averiguar que el primer Pitt no calibró bien el peso de las leyes dinásticas españolas. Pero el autor consigna las pruebas del intercambio epistolar Londres-Napoles. Y merece la pena leerlo.
Una de las conclusiones más positivas de la obra de Coxe es, en general, su buena opinión de los españoles, a los que no califica negativamente como pueblo. A la hora de exponer sus desgracias o su pérdida de influencia en el concierto europeo, es llamativo comprobar que, a pesar del relativamente limitado acceso del autor a fuentes históricas para componer su ensayo, no carga las tintas en tópicos o leyendas negras sobre reinos que nunca visitó. Naturalmente, Coxe se nutre de escritos, en su mayoría británicos, pero en este punto demuestra un sentido de la objetividad, de libertad ante prejuicios, poco común. Es cierto que se deja llevar por generalidades propias de la época de la redacción, como su toma de postura antijesuítica o su explicable crítica a las posiciones francesas ante las rivalidades coloniales que enfrentaron a Carlos III y los británicos. Tampoco faltan errores geográficos y cronológicos, como en la gran mayoría de los grandes volúmenes de su tiempo. Esos monumentales ensayos históricos que hacen de su lectura un proyecto singular que ha de abordarse con paciencia y mucho espíritu crítico, pero que siempre merecen la pena.
Andrés Merino Thomas
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“España bajo el reinado de la Casa de Borbón (1700-1788)”
William Coxe
Estudio introductorio de Enrique Martínez Ruiz
Publicaciones de la Universidad de Alicante, 1374 pág.
ISBN: 978–84–9717–154–0