En la singladura de la exposición que relaciona a Paul Valéry con Alfredo Bikondoa, Bilbao es la segunda escala. La primera se desarrolló en junio de 2009 en el Aquarium de Donostia- San Sebastián, en el marco de la conmemoración de su centenario y con motivo de la inauguración de los edificios que amplían el tamaño físico del segundo Aquarium más antiguo de Europa, acto presidido por SS. MM. Los Reyes de España y S.A.R la Princesa Carolina de Hannover, en representación de su hermano S.A.S el Príncipe Alberto II de Mónaco.
El Museo Marítimo de la Ría de Bilbao acoge y protagoniza esta nueva escala, con una propuesta ampliada y mejorada, de un proyecto que continuará su curso recalando en diferentes ciudades e importantes puertos de la costa atlántica francesa, como son Biarritz, Burdeos y Nantes.
Asimismo y para conmemorar la centenaria y estrecha relación que une al Aquarium donostiarra con el Instituto Oceanográfico de Mónaco, que culminará en un próximo hermanamiento de ambas fundaciones marinas, esta exposición se mostrará en un acto de carácter oficial e institucional en el propio Instituto Oceanográfico de Mónaco.
Las obras que Alfredo Bikondoa ha creado para la ocasión, multidisciplinarias en formas, técnicas y materiales, traducen plásticamente la poética esencial que él ha sabido “ver” más allá de los versos y las metáforas de la obra literaria que las ha inspirado. Sus creaciones nos remiten como espectadores, a una realidad profunda y esencial que nos devuelve una mirada nueva sobre nosotros mismos, haciendo que nos “re-conozcamos” en la percepción de sensaciones, emociones y sentimientos. Es la obra de un artista insólito que, sorprendente en su variedad de lenguajes, ha encontrado su propia y originalísima voz para dirigirse a la sensibilidad contemporánea.
La presentación de esta exposición se completa con la declamación del poema valeryano a tres idiomas, euskera, castellano y francés. Para ello contaremos con la inestimable participación de tres magníficas actrices, Tachia Quintanar –francés, versión original-, Aiora Sedano –versión en castellano de Joaquín Hinojosa- y Ane Zabala – versión en euskera de Miguel Ángel Unanua. La declamación será armonizada por el músico Bohindra, quien a su vez nos ofrecerá una actuación-performace en la propia instalación expositiva.
En el acto inaugural se presentará asimismo el libro El cementerio marino, que recoge, junto a las imágenes de la interpretación plástica de Bikondoa, el célebre poema en cuatro idiomas: francés (Paul Valéry), euskera (versión de Miguel Ángel Unanua), castellano (versión de Joaquín Hinojosa) e inglés (versión de C. Day Lewis).
El “viaje” continua. Les damos la bienvenida y les invitamos a compartirlo en un gozoso tránsito.
Varios poetas y escritores, pensadores del arte han escrito textos para las exposiciones de Alfredo Bikondoa. En esta ocasión destacamos el texto de Álvaro Bermejo «Estética y Poética de los abismos«
Alfredo Bikondoa, gran y meticuloso lector, -autor de textos poéticos que explican, y glosan sus obras plásticas-, conoció desde muy joven el cementerio valeryano. En él profundizó, al igual que en la cultura contemporánea francesa, durantes sus varias y prolongadas estancias en el París de los 70. Fueron los años de sus inicios, y luego de su afianzamiento, como uno de los artistas más interesantes del momento. Fue entonces cuando Bikondoa, en 1981, decidió aparcar su carrera y su éxito, para iniciar una trayectoria de búsqueda interior por los caminos del zen y la meditación, que le llevó, en un nomadismo de estudio introspectivo, a trabajar con maestros y en centros de meditación de Japón, Europa y EEUU.
Es a partir de 1998, tras diecisiete años de voluntario silencio artístico, cuando Bikondoa recomienza su carrera «pública» como artista plástico y cuando se reencuentra con El cementerio marino, consciente de las concomitancias asombrosas que se daban entre su propia trayectoria y la del poeta francés. En efecto, -como señala Gustave Cohen, el crítico literario mejor conocedor y estudioso de la obra y la vida de Valéry,- «… entre 1892 y 1913, fenómeno casi único en la historia literaria, Paul Valéry permaneció en silencio para concentrarse durante veinte años, en la meditación solitaria sobre las transformaciones del alma y las formas de su actividad creadora en estado de vigilia o de sueño, cuyos resultados plasmó, en 1920, en el estremecimiento y en los ritmos de la poética confidencia personal que emerge de los versos de El cementerio marino».
Como Valéry, Bikondoa, salido de su largo letargo meditativo, renacido y renovado para la acción, busca, necesita expresarse yendo más allá de la apariencia formal, y -de nuevo citando a Cohen- «… sustituir la expresión directa de la imagen, por la expresión de una realidad más profunda a través de imágenes sucesivas y sugestivas nacidas por asociación de ideas».
Es el momento para Bikondoa de dar vía libre, -en los surcos, las incisiones, las esquirlas, los contrastes cromáticos, los lodos marinos y los ecos metálicos que se generan en su «confrontación física» con los materiales empleados en sus obras-, a «su» expresión de las visiones surgidas de su lectura, atenta y apasionada, de El cementerio marino.
Datos de interés:
Alfredo Bikondoa
El cementerio marino. Homenaje a Paul Valery
Museo Marítimo Ría de Bilbao (Muelle Ramón de la Sota, 1 – 48013 Bilbao – Bizkaia)
Fechas: Se puede visitar desde el 3 de abril al 10 de Junio de 2012
Inauguración oficial: 18 de Abril de 2012
Pienso que somos muchos quienes, como Alfredo Bikondoa, tenemos a Valery y a su poema en un espacio preferente de nuestra memoria. ¡Me gustaría tanto venir! Pero, como no creo que pueda, adjunto una entrada que dediqué al mismo tema en mi blog el pasado mes de setiembre:
http://ensondeluz.com/2011/09/18/cementerio-marino-de-sete/
Siempre podemos estar con Valery, por ejemplo cuando concluye su poema:
«¡Se alza el viento!… ¡Hay que tentar la vida!
Un aire inmenso abre y cierra mi libro,
¡La ola osada surge de las rocas con su espuma!
¡Emprended el vuelo, páginas deslumbradas!
¡Romped, olas! ¡Romped con aguas gozosas
Este techo tranquilo salpicado de foques!»
«Le vent se lève!… Il faut tenter de vivre!
L’air immense ouvre et renferme mon livre,
La vague en poudre ose jaillir des rocs!
Envolez-vous, pages tout éblouies!
Rompez, vagues! Rompez d’eaux réjouies
Ce toit tranquille où picoraient des focs!»
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