Comisariada por Nuria Enguita Mayo y con más de 1.200 obras expuestas (entre pinturas, dibujos, libros y fotografías), representa la aproximación más completa a la obra del artista. Este recorrido muestra cómo su expresionismo inicial fue despojándose con el tiempo hasta transformarse en una mínima caligrafía. No obstante, al mismo tiempo la exposición aporta nueva luz y muestra un Claramunt inédito con una amplia obra que incluía el dibujo, la fotografía y la autoedición de libros.
Alejado de la vanguardia
Claramunt se mantuvo siempre al margen de toda inercia generacional. Nacido en Barcelona, empezó a pintar a principios de los años setenta. En una Barcelona que hervía de iniciativas experimentales en el ámbito del arte y la cultura, la suya fue una apuesta distinta. Desclasado de su origen burgués e instalado en la plaza Reial y en estrecho contacto con el mundo gitano, el flamenco y otras subculturas populares, evitó cualquier referente de la vanguardia y se centró en la pintura. Más que con autores de su época, la pintura de Claramunt entabla una sutil complicidad con el expresionismo alemán y el Modernismo catalán, pasando por las pinturas negras y los desastres de Goya.
La importancia de su dibujo
Expuestos en bloques o conjuntos, los dibujos suponen una aproximación muy directa al universo de Luis Claramunt: condensan una gran energía creativa y un procedimiento de trabajo que surge de la inmediatez de la percepción. Pese a que el dibujo estuvo presente en toda la trayectoria de Claramunt, los últimos cinco años de su vida adquirió protagonismo de forma compulsiva. Entre 1994 y 1999 realizó centenares de dibujos que plasman su forma de habitar los distintos escenarios de vida. Se refieren a ciudades como Bilbao y lugares como el zoológico de Barcelona, o bien adoptan referentes literarios como los relatos de Joseph Conrad o Robert Louis Stevenson. Se exponen también sus ilustraciones para textos de Albert Camus, como El extranjero y La peste, y de Henry de Monfreid.
Marruecos y los toros
Las series realizadas entre 1986 y 1988 dedicadas a Marruecos y al mundo de los toros representan un punto de inflexión en la obra de Claramunt. La mancha deja paso a la línea, y la superficie se vacía. En los cuadros de toros y mercados de ganado, y también en la última fase de la pintura marroquí, la estilización se radicaliza y la pintura se vuelve más concreta y cerebral.
El trayecto se cierra con la última producción de Claramunt, ya en los años noventa, cuando su obra se internacionaliza con un intenso pero breve reconocimiento en el extranjero. En aquellos años, el mar se hace omnipresente con series como Mar Rojo y Mar Negro (1997) y Naufragios y tormentas (1999), sus últimos cuadros. Tormentas de hielo, de esta última serie, cierra un trabajo pictórico que cabalgó entre la figuración y la abstracción y que, visto en conjunto, supone un significativo proceso de vaciado.
Luis Claramunt. El viaje vertical
Del 13 de julio al 21 de octubre
Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona MACBA
Plaza de Els Ángels
Lunes, miércoles, jueves y viernes, de 11.00 a 19.30 horas. Sábados, de 10.00 a 20.00 horas. Domingos y festivos, de 10.00 a 15.00 horas
Martes no festivos, cerrado
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