El Museo Reina Sofía presenta la muestra Perder la forma humana. Una imagen sísmica de los años ochenta en América Latina que ofrece una visión de las tensiones entre el arte, la política y el activismo que tuvieron lugar durante los años ochenta en distintos territorios de América Latina.
A través de más de seiscientas obras (desde fotografía, vídeos y grabaciones sonoras hasta material gráfico y documental, así como instalaciones y dibujos), la exposición elabora una imagen que, aunque no pretende ser panorámica ni representativa, sí invita a repensar una serie de micro-historias y casos de estudio localizados, capaces de permitir al espectador acercarse a una década en Latinoamérica desconocida hasta la fecha.
El título de la exposición hace referencia a dos realidades históricas que afectaron a la sociedad de esos países: por un lado la violencia política ejercida por las dictaduras militares, los estadios de sitio y las guerras internas; por otro, las experiencias de libertad nacidas como réplica, escape o subversión ante tal realidad. Los materiales aquí reunidos, en muchos casos, son inéditos, y es que esta es la primera vez que la mayoría de los trabajos expuestos salen a la luz, una ocasión única para adentrarse en una época convulsa, a través de un vasto conjunto de materiales y documentos visuales, escritos y sonoros que dialogan con la encrucijada histórica actual y arrojan sobre el presente la memoria sensible de aquellas experiencias.
Arte, cuerpo, política
La exposición arranca en 1973, año del golpe militar de Pinochet en Chile. En palabras de los comisarios, “esa fecha simboliza la brutal clausura de una época de expectativas revolucionarias en el continente y el surgimiento de otras gramáticas de acción política”. Y se extiende hasta 1994, cuando el Zapatismo inaugura un nuevo ciclo de movilizaciones que refunda el activismo a nivel internacional.
En medio de contextos dictatoriales o fuertemente represivos, así como en los primeros años de transición democrática que vivieron los países latinoamericanos en los años 80, surgieron iniciativas poético-políticas, tanto colectivas como individuales, que generaron una serie de prácticas que activaron la esfera pública. Muchas de estas experiencias aparecieron imbricadas con escenas contraculturales: las movidas de rock underground, la disidencia sexual, los grupos de poesía, el teatro experimental, la nueva arquitectura, etc. Otras surgieron a través de los movimientos de derechos humanos como nuevas formas de protesta y demandas en el ámbito público. Además, todas estas iniciativas de resistencia frente a la opresión se caracterizaron por una invención colectiva de nuevos espacios y modos de vida que en muchos casos generaron, desde los márgenes del arte, nuevos territorios simbólicos para el activismo.
Trama subterránea
A grandes rasgos, la trama subterránea que conformaban estas propuestas se caracterizaba por la impronta festiva, la ética del “hazlo tú mismo” y el humor como herramienta crítica; se realizaban en espacios no convencionales, fuera de los circuitos artísticos oficiales y en ellas se cruzaban de un modo novedoso, experimental y disruptivo, arte, cuerpo y política.
A través de la muestra, el espectador podrá descubrir la heterogeneidad de casos incluidos en el proyecto. Episodios y experiencias que van, desde las imágenes registradas por el fotoperiodismo crítico durante las dictaduras militares chilena y argentina, hasta la supervivencia del ritual Arete Guasu en una comunidad aborigen en Paraguay. Desde las acciones de subversión sexual y las performances en los espacios underground de países como Argentina, Brasil, Chile, Perú o México, hasta las estrategias creativas empleadas por los movimientos de derechos humanos en el Cono Sur a la hora de visibilizar a los desaparecidos por el terrorismo de Estado.
Vacío tecnológico
Es importante señalar que en esta década de los ochenta existe un vacío tecnológico, previo a la sociedad digital, por lo tanto, la fragilidad desde la que se actúa y se produce es el resultado de una materialidad marginal que se plasma en la serigrafía, la fotocopia y el propio cuerpo. De hecho, el cuerpo es uno de los temas clave de la muestra: “el cuerpo mártir, mesiánico, debe dejar lugar al cuerpo desnudo y danzante. En los ochenta conviven los cuerpos golpeados por la violencia con los cuerpos en éxtasis de la fiesta”, comentan los comisarios.
Si algo caracteriza a esta exposición es la colectividad, ya no sólo en la concepción de la misma (han participado más de 25 investigadores), sino también en la propia representación de la muestra (la mayoría de los autores trabajaban o pertenecían a grupos o colectivos). En la exposición podemos encontrar desde organizaciones políticas tales como Madres de Plaza de Mayo y Mujeres por la vida, hasta colectivos de artistas como 3Nós3, Las Yeguas del Apocalipsis, Taller NN, C.A.Pa.Ta.Co (Colectivo de Arte Participativo – Tarifa Común), Polvo de Gallina Negra, Gang, CADA, Periférico de objetos o artistas como León Ferrari, Néstor Perlongher, Ney Matogrosso, Juan Dávila, Gianni Mestichelli, Paulo Bruscky, Clemente Padín, Sergio Zevallos o Miguel Ángel Rojas.
Perder la forma humana. Una imagen sísmica de los años ochenta en América Latina
Del 25 de octubre al 11 de marzo
Museo Centro de Arte Reina Sofía