Josep María Sert. El archivo fotográfico del modelo (1921-1945)
El descubrimiento de la mente vanguardista de un pintor “barroco” del siglo XX
Figuras de belenes napolitanos del siglo XVIII se convierten en atípicos modelos en las fotografías del pintor Josep María Sert
Josep María Sert, pintor que, aunque convivió con las vanguardias del siglo XX, desarrolló una obra “barroca” con la que obtuvo un gran reconocimiento internacional. Una sorprendente exposición de fotografías que arroja nueva luz sobre el proceso creativo de Sert.
Las figuras de belenes napolitanos del siglo XVIII que él manipuló hasta convertir en auténticos actores dramatizados para sus fotografías. Aquí se verán esas figuras que el pintor utilizaba como referente, junto al resultado de su trabajo.
La exposición tiene aún más sentido en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid conociendo la fascinación que Sert sentía por este museo y por la obra de Alonso Berruguete. Y por la
colección que museo posee de las figuras de Belén napolitano que el pintor utilizó en su
proceso de creación artística.
Josep María Sert: “El archivo fotográfico del modelo”, una reveladora exposición organizada por la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes, que muestra 74 fotografías hechas por el pintor catalán durante el proceso de creación de sus monumentales cuadros. El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, ha organizado en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid el sorprendente proceso de trabajo de este gran muralista europeo del siglo XX, uno de los artistas más célebres de su tiempo.
Josep M. Sert (Barcelona, 1875 – 1945) creó una particular obra pictórica de temática a menudo alegórica y religiosa. Desarrolló su vida artística en París, donde ensayaba con modelos, maniquíes y figuras, creando grandilocuentes escenografías.
“El archivo fotográfico del modelo” nos adentra en una pequeña parte de esas imágenes, que habían permanecido inéditas durante años. Pertenecían a Leonard Mancini, su modelo y ayudante en las dramatizaciones que el pintor hacía en su estudio. Estas fotografías descubren al artista en su faceta más íntima y vanguardista.
A la muestra, que se presentó por primera vez en el Arts Santa Mónica de Barcelona, se añadieron a su paso por el Museo de San Telmo de San Sebastián, 19 fotografías inéditas restauradas para la ocasión. En su presentación en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, la exposición se completa con 18 figuras de belenes napolitanos del XVIII de la colección permanente del museo, dos de las cuales fueron propiedad del artista.
Josep María Sert se casó con Misia Godebskaba, una de las musas más interesantes de la Vanguardia. Era gran amigo de Marcel Proust, Colette, Paul Valéry, Andrè Gidè y Jean Cocteau y trabajó para grandes fortunas de la época, como Rockefeller. En su taller experimentaba tratando de integrar la pintura en la arquitectura como forma de renovación del arte mural.
Comprometido con la causa aliada, durante la primera guerra mundial acudió al frente con su máquina de fotos en compañía de Jean Cocteau y Misia, que incluso fue vestida con uniforme de la cruz roja. Con un par de ambulancias ayudaron a socorrer heridos. Sert organizó también a un grupo de fabricantes textiles para suministrar ropa y mantas al ejército francés, acciones todas por las que le concederían la Gran Cruz de la Legión de Honor.
En los años 20 empieza su colaboración con los Ballets Rusos, que influirían mucho en su trabajo pictórico. El marchante de arte, Wildenstein de Nueva York, le otorga su primer reconocimiento a través de su galería, especializada en los antiguos maestros y donde, en 1924, el pintor celebra su primera exposición. Dos años después, le llegaría la consagración definitiva con una exposición en el Museo Nacional Jeu de Paume de París.
Los años treinta son los de su reconocimiento oficial e internacional, con los encargos del Centro Rockefeller de Nueva York y la Sala del Consejo de la Sociedad de Naciones de Ginebra, obra esta última que hace por iniciativa de su amigo, el entonces presidente de la Generalitat, Francesc Macià, y que está considerada como la aportación de la joven democracia española al entonces nuevo organismo internacional.
La exposición se distribuye en ocho salas, que muestran un total de 74 fotografías y 18 figuras de belenes napolitanos del siglo XVIII de la colección permanente del Museo Nacional de Escultura. Figuras que se exhiben junto a una recreación del taller del artista, su laboratorio experimental, el lugar del que salieron todas sus imágenes. Un audiovisual mostrará también su disciplina de trabajo, el entorno artístico en el que Josep M. Sert se desarrolló y sus fuentes de inspiración. El recorrido por la exposición lo cierra “El puente español”, un biombo inspirado en la iconografía de Berruguete, por quien Sert siempre manifestó su admiración.
Las fotografías en su taller
El gran interés de esta exposición se centra no en la obra pictórica de Sert sino en las fotografías que él mismo realizó en el transcurso de gestación de la misma. Estas, son imágenes que el artista hacía como parte de su proceso creativo y que, por tanto, nunca concibió para exponer.
Este archivo nos adentra en una faceta más innovadora y poco conocida hasta ahora en la obra de este artista que, aunque tuvo un amplio reconocimiento en su época, en los últimos años parecía haber caído en el ovido. Estas fotografías, que documentan su inesperado método de trabajo, nos redescubren a Sert como el vanguardista que ahora se reivindica.
En 1918, a través del marchante Vincenzo Catello, Sert adquiere varias figuras de un belén napolitano del siglo XVIII. Curiosamente, algunas de estas piezas pasaron de mano en mano a lo largo de los años, terminando en la colección permanente del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, piezas que ahora se exhiben aquí, junto a las fotografías de Sert.
Entre 1927 y 1935, Sert se dedica a hacer series de fotografías con esas figuras a las que radicalmente descontextualiza, convirtiéndolas en actores de sus excéntricos montajes y otorgándoles un significado totalmente nuevo. Tan pronto las convierte en castellers, como compone con ellas grandes torres, diagonales y pirámides, encabalgándolas en una iconografía de masas que conecta con el mejor cine del momento, el que hacían Griffith y Eisenstein.
Estas figuras, tenían para Sert un gran interés por las posibilidades expresivas que le brindaba tanto la articulación de sus cuerpos, como el realismo de sus facciones. El artista las sometía a complicadas poses y el montaje final es lo que captaba con su cámara desde inesperados ángulos. Incluso las disfrazaba, para recrear con ellas todo tipo de situaciones: desde el disparate goyesco, pasando por la feria callejera, hasta llegar a la fantasía exótica. Las ropas las confeccionaba una costurera y ese realismo, es el que le permite observar después, sobre la fotografía, cómo incide la luz sobre esas telas que plasmaría más tarde en sus lienzos. Es así como bajo el objetivo de su cámara, Sert transforma la tradición popular navideña en un universo tan alucinado como inquietante.
Su modelo y ayudante, Leonard Mancini, posaba en largas sesiones, desnudo y en forzadas poses llenas de expresividad. En algunas de estas fotografías aparecen reforzados los contornos mediante el dibujo, en otras acentuadas las líneas de fuerza, en otras, emborronado el bromuro, otras desenfocadas o cuadriculadas con lápiz. Además de poseer un carácter estético en sí, ilustran su sistema de construcción, descubren la estructura que subyace a una obra sumamente elaborada. Muestran la metamorfosis que experimenta la obra”. María del Mar Arnús. Comisaria de la exposición.
El «Pueente español: Un homenaje a Gerruguete»
La escultura gozó, en el gusto artístico de Sert, de una predilección especial, como se constata en las fotografías que se muestran en la exposición, con sus escenas pobladas de estatuillas y maniquíes. Y como lo corroboran también, no sólo las numerosas fotografías y postales que acumuló durante sus viajes, sino la inspiración que encontró en la imaginería barroca para sus pinturas murales.
Sert siempre manifestó su entusiasmo por el Museo Nacional de Escultura y por la figura de Alonso Berruguete. En su obra “El puente español”, un biombo realizado en 1933 a sanguina sobre tela adherida a tabla, pintó célebres iconos berruguetianos como el San Sebastián, que aquí se exhibirá junto al biombo, obra que cierra el recorrido por las ocho salas de la exposición.
Datos de interés:
Exposición del 21 de septiembre a 20 de enero
Entrada gratuita
Horario:
Martes a sábado: de 11 a 14 h y de 16,30 a 19,30
Domingos: de 11 a 14 h
Apertura nocturna y gratuita: del 21 de diciembre al 4 de enero, hasta las 21 h
Museo Nacional de Escultura
Palacio de Villena
Cadenas de San Gregorio 1, 2 y 3. Valladolid