Felipe V en su viaje a Italia en 1702, recibió como regalo un belén, y su hijo Carlos III, rey de Nápoles desde 1735, se trajo un belén en 1760 para colocarlo en el Palacio del Buen Retiro.
«El Belén del Príncipe» llamado así porque el Rey Carlos III lo encargó para su hijo el futuro Carlos IV. Se cuenta que el número de piezas que lo componían se acercaba a las seis mil, con todos los accesorios: animales y los adornos o finimenti de cada una de las figuras o escenas: la posada, la taberna o el mercado, que unidos formaban un bello conjunto.
Para la puesta en escena del Belén participaba toda la Familia Real, hasta la Reina y sus damas colaboraban confeccionando indumentaria para vestir las figuras. La Virgen y San José visten trajes de seda y galones de plata, según la fórmula napolitana, aunque están realizadas en madera y son de manufactura española. El Niño sobre un lecho de pajas, está totalmente desnudo.
Las figuras del Belén son móviles para poder adecuarlas a las distintas escenografías según la composición elegida cada año.
El grupo principal del Belén es La Natividad, la Virgen, el Niño y San José, realizadas al modo napolitano, técnica muy del gusto de Carlos III. El uso y el tiempo produjo el deterioro de las figuras, lo que obligó a intervenir a reputados escultores de palacio, Pedro Michel, Celedonio de Arce, o Hermenegildo Silici.
Los Reyes Magos, figuras primordiales en todo Belén, son de autores renombrados y el grupo de los Ángeles está realizado por artistas españoles. En el belén también aparecen animales como las ovejas, vacas, perros, etc, incluso se pueden ver algunos tan curiosos como los búfalos esta figura es originaria de Nápoles, realizada en madera en el último cuarto del siglo XVIII, es uno de los animales destacados del Belén de Palacio.
Con el «Belén del Príncipe» se inicia una tradición que caló en toda la sociedad. España ha tenido siempre un sentido religioso y estético que ha influido en la producción de figuras de extraordinario talento que han traspasado nuestras fronteras.
Carlos III acudió a la Real Manufactura de Porcelana de Capodimonte para que le hicieran figuras para su belén. Las primeras piezas fueron de porcelana en su totalidad pero pronto se decide cubrirlas con ricos ropajes, lo que deriva en los belenes a la española.
Se realizan las cabezas y, en algunos casos, los brazos y manos en porcelana, el resto de los miembros en madera y el cuerpo de alambre forrado de estopa o cuerda enrollada, lo que les permitía cambiar de postura.
Los vestidos se confeccionaban con las mejores telas y bordados a los que se añadían diminutas joyas en oro, plata y coral.
El belén se completaba con instrumentos musicales, vajillas de cerámica, objetos de plata, etc.
La medida que se determinó para las figuras fue de 38cm. Aunque en los belenes napolitanos también hay otras figuras de menor tamaño o muy superiores. Por ejemplo, en el Belén del Príncipe destaca el rey mago de raza negra realizado en madera con una altura de 68 centímetros, su procedencia es de Nápoles.
El más famoso imaginero del siglo XVII fue Giuseppe Sammartino que marcó escuela. En la realización de la cabeza se especializaron Mateo y Felice Bottighieri, Dominico Antonio Vaccaro, Incola Sonima, Francisco Celebrano y Giuseppe Cappiello. Y el tallista Tozzi era famoso por la confección de las manos.
Matteo y Giovanni Ferri se especializan en vestidos. Las vajillas las suministraba Vietri, los cestos de frutas Luigi Ardia y Guiseppe en los de verduras.
Los animales también tenían sus artesanos particulares como Giuseppe Gori, los hermanos Trilocco, Lorenzo Mosca e Incola Ingaldi.
El Belén en el Palacio Real En los belenes napolitanos las escenografías eran efímeras y cada año se concebían con un montaje diferente. Siguiendo esta tradición, importada por Carlos III a España, en este belén se han ido incorporando cada Navidad objetos inspirados en las Colecciones Reales, así como en las arquitecturas de los diferentes Reales Sitios, que han sido realizados por propios los técnicos de Patrimonio Nacional, cumpliendo así con la tradición participativa que caracteriza desde su origen en Nápoles la instalación de los “pesepri”, en cuya elaboración, disposición, escenografías y vestimentas colaboraban los propios miembros de las residencias que los poseían.
Además de los elementos creados en años anteriores, como son los bancos, inspirados en los de los jardines de la Granja de San Ildefonso, o la silla de manos que recrea en miniatura la que perteneció a la Reina Bárbara de Braganza, el montaje de esta Navidad de 2016 refleja el ambiente ilustrado del reinado de Carlos III, como un homenaje más entre las celebraciones del III Centenario del nacimiento de este monarca organizadas por Patrimonio Nacional.
En la puesta en escena del Belén en 2016 se ha añadido la presencia del propio monarca Carlos III en el Belén, modelada su característica figura y elaborado su vestuario con esta ocasión, y evocan una de las empresas culturales de mayor repercusión en toda Europa durante su periodo como rey de Nápoles, como fue el descubrimiento de las ruinas de Pompeya y Herculano y su pasión por la Arqueología. Otra tradición napolitana que llegó a Madrid de la mano de Carlos III es el juego de la lotería, precedente de la actual, escenificada igualmente en este montaje.
Así la reproducción del Zaguán de entrada al propio Palacio Real en ruinas alberga el Misterio. El templete circular del Estanque de los Chinescos y la fuente del Espinario, ambos de los jardines de Aranjuez, son el escenario idóneo para ambientar a los personajes que se ejercitan en el estudio de las Ciencias ilustradas, como la Astronomía, la Zoología, la Botánica, así como en el ejercicio y disfrute de las Bellas Artes.