Diego Cortijo, miembro de la Sociedad Geográfica Española, que el año pasado obtuvo unas fotografías de la tribu no contactada de los “mashco piro”, ha regresado de su última expedición al Amazonas peruano tras ubicar lo que parece ser una inmensa cara inca esculpida en la roca en medio de la jungla peruana.
Cortijo dirigió a un grupo de nativos amarakaeri y a miembros del SERNANP, (Servicio Nacional de Áreas Protegidas de Perú) por la selva peruana del Departamento de Madre de Dios, siguiendo las informaciones de algunos nativos de diferentes comunidades que hablaban de una inmensa cara inca de piedra. Tras varias semanas de exploración, Cortijo y su equipo arribaron a una laguna presidida por una gran cascada, tal y como los ancianos nativos le habían transmitido, donde, en lo alto de la cascada apareció lo que parecía una nítida cara de rasgos andinos. El rostro fue denominado por el equipo como “Incacok”, cara inca en harambuk, la lengua de los nativosamarakaeri.
Para Diego Cortijo podría tratarse de una formación natural pero oportunamente retocada, a la espera de una investigación y exploración arqueológica de la zona. “El lugar presidencial en el que se asienta y la orientación hacia el este de la imagen, son indicios que apuntarían a su origen artificial ya visto en otras tallas de asentamientos andinos”, apunta Cortijo.
Los últimos descubrimientos arqueológicos ubicados entre las fronteras de Brasil, Bolivia y Perú, como los denominados geoglifos de Acre (Brasil) señalan inequívocamente la presencia de importantes culturas desconocidas que se asentaron en la espesa selva baja amazónica, algo que hasta hace muy poco parecía imposible por las condiciones ambientales de la amazonía.
Patrimonio cultural por descubrir
Esto ha hecho replantearse la penetración en la jungla de culturas como los incas que pudieron contactar con estas civilizaciones y por ende dejando tras de sí las huellas de su paso todavía escondidas en la selva. El Departamento de Madre de Dios en Perú no sólo es el lugar con mayor biodiversidad del planeta, sino que también podría albergar un gran patrimonio cultural por descubrir, refiere Cortijo en sus informes a la Sociedad Geográfica Española.
Tras conseguir el permiso de las autoridades peruanas, ya que la zona de exploración se encuentra en áreas protegidas, Diego Cortijo contrató a un equipo de guías y porteadores para llegar hasta donde las pistas de tierra le permitían adentrarse. Viajaron por la selva en pinaza, parando en comunidades nativas y tratando de recopilar información. Durante varios días se abrieron camino con machetes entre la espesura. Los encuentros con jaguares, grandes serpientes, insectos de todo tipo, eran frecuentes y las continuas escaladas por rocas y por barro, ayudados por cuerdas, hacían muy lento el avance y, en general, el grupo sufrió mucho más de lo que podían esperar.
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