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Las pioneras de la escritura española en la Biblioteca Nacional

La Biblioteca Nacional rinde homenaje a las pioneras en el mundo de la escritura. Mujeres valientes que, a pesar de las numerosas dificultades, alzaron su voz en un mundo de hombres. Un recorrido por manuscritos y ediciones rescatadas de entre el siglo XV y el XVII, que demuestra que a lo largo de la historia las mujeres siempre han estado interesadas en la cultura y han formado parte de la intelectualidad, aunque el machismo de su época se lo impidiera.

Bajo el título El despertar de la escritura femenina en lengua castellana y comisariada por Clara Janés, la muestra pone de manifiesto como floreció la literatura femenina en los conventos, tanto en la prosa (Santa teresa de Jesús), como en la poesía (Sor María de la Antigua) o el teatro (Sor Marcela de San Felix), pero también gracias a mujeres que se presentan a certámenes literarios o suman sus escritos a libros colectivos realizados con motivo de homenajes o celebraciones. En este apartado, se encuentran pioneras como Isabel de Villena, Florencia Pinar, Luisa Sigea, María de Zayas, Luisa de Carvajal, Ana Caro, Olivia Sabuco, Juliana Morella, Isabel Rebeca Correa o Cristobalina Fernández de Alarcón.

Hombres que se apropiaban de sus textos
“Es muy interesante ver que existía esta escritura femenina desde hace siglos, al mismo nivel que la masculina”, aseguró Janés, que explicó que las primeras escritoras españolas lo tuvieron muy difícil para salir adelante, porque vivían en una sociedad muy machista. “El tema de las monjas y sus confesores era sangrante”, continúa la comisaria. “Ellas escribían y ellos se adjudicaban los escritos”. De ahí que en muchos casos sea imposible saber si un texto ha sido escrito por un hombre o por una mujer.

Sin embargo, ya en el siglo XV, algunas escritoras vieron sus textos publicados. Unas habían renunciado al mundo, como fue el caso de la abadesa Isabel de Villena, hija natural del Marqués de Villena, que empleó en sus textos el latín y el valenciano. Otra, Florencia Pinar, vio uno de sus romances recogido por Hernando del Castillo en su Cancionero General. Por su parte, Luisa Sigea fue víctima de la impostura literaria, pues Nicolás Chorier firmó con su nombre un libro de carácter erótico y de mal gusto, titulado La academia de las damas.

Santa Teresa de Jesús
Teresa de Cepeda y Ahumada, a la que se conocería con el paso de los años como Santa Teresa de Jesús, dejó una inmensa obra, y su personalidad y fuerza creadora quedaron reflejadas, no solo en sus escritos, sino también en el rigor y la altura que supo infundir a las religiosas que estaban a su lado. Al no ser bien vista por la Inquisición, muchas de sus obras fueron quemadas, y algunas de sus discípulas, como es el caso de Sor Ana de San Bartolomé y Sor Ana de Jesús, tuvieron que salir de España y refugiarse en otros países.

De Santa Teresa, se pueden contemplar en la exposición de la BNE, obras como Libro llamado Camino de perfección que escribió para sus monjas la madre Teresa de Jesús, Conceptos del Amor de Dios, Carta de Santa Teresa de Jesús a doña Isabel Osorio y Los libros de la madre Teresa de Jesús, fundadora de los monasterios de monjas y frailes carmelitas descalzos de la primera regla. “Fue enorme como escritora y como persona”, afirmó Clara Janés.

La mujer y la educación
Sor Juana Inés de la Cruz y María de Zayas destacaron por su defensa a ultranza del derecho de la mujer a la educación. La segunda, en el prólogo de su libro Novelas amorosas y ejemplares (considerado el Decamerón español) expresa con cierta ironía su preocupación ante el posible menosprecio de sus escritos, por deberse a una pluma femenina.

Otra literata, Olivia Sabuco, mereció los apelativos que le dieron sus contemporáneos: honor de España y musa décima, otorgado éste último por el mismísimo Lope de Vega, gran defensor de las mujeres escritoras. Fue la descubridora del líquido raquídeo y recogió su saber en el libro Nueva filosofía de la naturaleza del hombre, no conocida ni alcanzada de los grandes filósofos antiguos.

Cristobalina Fernández de Alarcón ganó numerosos certámenes literarios, lo que le trajo la antipatía y la envidia de Góngora y Quevedo, pero también la admiración de Lope. En el campo teatral destacó Ana Caro, quien recibió numerosos encargos literarios por parte de la nobleza sevillana y madrileña del siglo XVI. Lope de Vega rindió homenaje en algunos de sus escritos a la literatura femenina. Como muestra, en su Laurel de Apolo, aparecen desde Safo y Pola Argentaria, a Cristobalina Fernández de Alarcón, Juliana Morell, Santa Teresa de Jesús, María de Zayas, Amarilis, Vittoria Colona y Laura Tercina.

El despertar de la escritura femenina en lengua castellana

Del 30 de enero al 21 de abril
Biblioteca Nacional de España
Sala de las Musas
De martes a sábados, de 10.00 a 21.00 horas
Domingos y festivos, de 10.00 a 14.00 horas
Entrada gratuita

Redacción

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