La muestra presenta once óleos seleccionados de entre una serie de colecciones particulares, algunos de ellos nunca antes mostrados en público. En palabras de Teresa Posada Kubissa, Conservadora de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte (hasta 1700) del Museo Nacional del Prado y autora del ensayo y de los perfiles biográficos de los artistas incluidos en la publicación que acompaña a la muestra, se trata de mesas sobre la que sus autores han dispuesto «en artístico desorden», todo un repertorio de alimentos –a menudo exquisitos y exóticos– y de objetos valiosos.
En todas las obras seleccionadas los pintores han dejado constancia de su maestría en la descripción y recreación de las texturas, de los efectos y reflejos de la luz en la plata y el cristal, de las sombras: del aire de estos reducidos escenarios, en los que la vida doméstica parece remansarse, calmada y pacífica. Estas composiciones son conocidas, de modo muy inexacto, como «bodegones» o «naturalezas muertas», haciendo fortuna la equívoca traducción española de la errónea traducción francesa de stilleven, el término holandés original con el que se las denominó a partir de mediados del siglo XVII. Se trata en realidad de representaciones de la «vida quieta o inmóvil» –traducción literal de stilleven, que sí respeta el inglés still life– de las cosas, tras las que se ocultan verdaderos mundos de significado, y que al mismo tiempo aspiran a transmitir sentimientos morales y a evocar sensaciones para los sentidos.
Estos «bodegones» comenzaron a pintarse a principios del siglo XVII en todos los territorios de los Países Bajos; sin embargo, la división política llevada a cabo en 1581 provocó que, en el nuevo estado independiente de Holanda, donde la iconoclastia del reformismo calvinista impulsaba a los artistas hacia una pintura más descriptiva y doméstica, se produjera una mayor evolución del bodegón en todas sus tipologías.
Las obras que conforman esta muestra consiguen, a pesar de su reducido número, cubrir esa evolución: desde Osias Beert, el iniciador de este tipo de composiciones (aquí con una obra fechada en torno a 1610), pasando por dos cultivadores de su estilo –la misteriosa Clara Peeters y Floris van Dijck–, hasta Jan Davidsz de Heem (una de sus obras data de 1651), que continuaría la tradición de las llamadas «mesas monocromas», inaugurada, a finales de la década de 1620, por Willem Heda y Pieter Claesz.
Imagen de la obra Bodegón con copa Römer, panecillo y ostras. Pieter Claesz
Bodegón con copa Römer, panecillo y ostras, 1643
Fundación Juan March
Bodegones flamencos y holandeses del siglo XVII
8 de febrero 2013 – 3 de marzo 2013