La exposición se estructura temáticamente en torno a algunos de los motivos más frecuentados por la pintura del natural: árboles, rocas, riachuelos, etc. Cada sala, dedicada a uno de estos temas, reúne ejemplos del arte de diversas épocas y escuelas, con el fin de enfatizar, por una parte, la continuidad de la tradición de la pintura al aire libre y, por otra, la diversidad de soluciones plásticas adoptadas. Cuando en 1874 se abrió al público la Primera Exposición Impresionista, la pintura al aire libre llevaba ya casi un siglo de vida. No fueron los impresionistas los que la inventaron pero sí, sin duda, los que la llevaron a su máxima expresión. La primera cita expositiva que propone el Museo Thyssen‐Bornemisza para el año 2013 analiza la génesis y el desarrollo de esta nueva manera de abordar la creación plástica, desde su carácter formativo en los paisajistas de finales del siglo XVIII hasta sus derivaciones expresionistas a comienzos del siglo XX.
Los estudios al aire libre: del ámbito privado al público
La costumbre de pintar paisajes al aire libre, tal como la conocemos hoy, no arraigó entre los artistas hasta el siglo XIX. Tradicionalmente los paisajes se elaboraban en el estudio, siguiendo las reglas clásicas de composición, gradación tonal, perspectiva, etc. No representaban la naturaleza tal cual era, sino tal como debía ser; escenario idealizado de héroes y personajes legendarios extraídos de la historia, la mitología o las sagradas escrituras. Así ocurría tanto con las obras destinadas a encargos privados como a las exposiciones oficiales. Desde finales del siglo XVIII, sin embargo, fue frecuente que los jóvenes paisajistas se ejercitasen durante su formación en Italia con pequeños estudios al óleo pintados al aire libre. Considerados por la teoría académica neoclásica como obras menores, su función principal era la de servir de ejercicios de destreza para el ojo y la mano. Indirectamente, se pretendía que a través de ellos el paisajista adquiriese un repertorio de posible uso en sus composiciones ejecutadas en el estudio y que no tuviese que recurrir tanto a la imaginación como a la memoria. En cualquier caso, los estudios al aire libre quedaban restringidos al ámbito privado del artista.
Monet, Sisley, Renoir e incluso Cézanne trabajaron también en Fontainebleau. La espontaneidad y la rapidez de ejecución, que habían sido propias de los estudios del natural, pasaron a ser tenidas por consustanciales de los cuadros impresionistas. Con ello, los paisajes pintados al aire libre alcanzaron un estatus nuevo: el de obra definitiva. Pero ni siquiera los pintores impresionistas fueron ajenos a las limitaciones de trabajar exclusivamente al aire libre, y en ocasiones volvieron a recurrir al trabajo en el estudio. Al mismo tiempo, la preocupación por la La exposición se estructura temáticamente en torno a algunos de los motivos más frecuentados por la pintura del natural tal como fue concebida por Valenciennes: árboles, rocas, riachuelos, etc. Cada sala, dedicada a uno de estos temas, reúne ejemplos del arte de diversas épocas y escuelas, con el fin de enfatizar, por una parte, la continuidad de la tradición de la pintura al aire libre y, por otra, la diversidad de soluciones plásticas adoptadas.
1. Ruinas, azoteas y tejados:
2. Rocas:
La representación de rocas está presente en la pintura de paisaje desde sus inicios. Los primeros estudios de roquedales fueron pintados en Italia a finales del siglo XVIII, pero el protagonismo de este motivo llegó de la mano de la Escuela de Barbizon; no en vano las formaciones rocosas del bosque de Fontainebleau ocupaban aproximadamente un cuarto de su superficie. Los pintores de Barbizon les otorgaron a menudo valores melancólicos, de soledad y desolación. En el caso de los artistas americanos, por el contrario, arte y geología fueron con frecuencia de la mano. Hacia finales del siglo XIX, Cézanne retomó el motivo de las rocas para ahondar en la construcción espacial del cuadro sin recurrir al sombreado o la perspectiva.
3. Montañas:
4. Árboles y plantas:
En la Italia de finales del siglo XVIII se extendió la costumbre de ejecutar estudios del natural de los ejemplares más bellos y pintorescos de árboles y plantas. A ello se sumó el interés botánico puesto de moda por el naturalista sueco Linneo, y que se difundió con rapidez en los países anglosajones. Pero donde este tipo de estudios alcanzó mayor desarrollo fue en la Francia de comienzos del siglo XIX, merced a la preparación de las pruebas del Grand Prix de Roma de paysage historique, creado en 1817. Para los pintores de Barbizon, asimismo, los árboles se convirtieron en actores silenciosos del paisaje. A comienzos de la década de 1860 los pintores impresionistas también pintaron árboles en Fontainebleau peron, frente al interés romántico por sentimientos que desprenden los grandes robles y hayas, artistas como Monet se concentraron en las sensaciones visuales de la luz al filtrarse a través de sus hojas. Hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX los estudios de árboles adoptaron un carácter esencialmente expresivo.
5. Cascadas, lagos, arroyos y ríos:
6. Cielos y nubes:
La representación de los cielos era objeto de la atención de los tratadistas desde tiempos de Leonardo. Sin embargo fue en el siglo XVIII y comienzos del XIX cuando se extendió la costumbre de ejecutar estudios de nubes. Encontramos ejemplos de ellos entre los artistas franceses y alemanes que se formaron en Italia. Pero quien llevó a cabo un trabajo más sistemático en la observación de los cielos fue Constable. El artista inglés, en su intento de lograr una mayor integración entre cielo y paisaje en sus grandes composiciones, llegó a pintar más de cien estudios de nubes en sus dos principales campañas en Hampstead entre 1820 y 1822. Otro destacado pintor de cielos fue Boudin, quien influyó en artistas como Courbet y Monet. Ahora bien, entre los impresionistas fue Sisley quien concedió mayor relevancia a los cielos en su obra, siguiendo el ejemplo de Constable. La sala se completa con cuadros de Van Gogh y Nolde, con una concepción estilizada, subjetiva y prácticamente abstracta de las nubes.
7. El mar:
FICHA DE LA EXPOSICIÓN
Título: Impresionismo y aire libre. De Corot a Van Gogh.
Organiza: Museo Thyssen‐Bornemisza.
Sede y fechas: Madrid, Museo Thyssen‐Bornemisza, del 5 de febrero al 12 de mayo de 2013.
Comisario: Juan Ángel López‐Manzanares, conservador de la Colección Carmen Thyssen‐Bornemisza
Número de obras: 113
Publicaciones: catálogo, edición en español.
NFORMACIÓN PARA EL VISITANTE
Museo Thyssen‐Bornemisza
Dirección: Paseo del Prado 8. 28014, Madrid.
Horario: de martes a domingo, de 10.00 a 19.00 horas. Sábados, de 10.00 a 21.00 horas. Último pase
una hora antes del cierre.
Tarifas:
Exposición temporal:
‐ Entrada general: 10 €
‐ Entrada reducida: 6 € para mayores de 65 años, pensionistas, estudiantes previa acreditación y
familias numerosas.
‐ Entrada gratuita: Menores de 12 años y ciudadanos en situación legal de desempleo.
Exposición temporal + Colección Permanente:
‐ Entrada general: 15 €
‐ Entrada reducida: 8 €
‐ Entrada gratuita: menores de 12 años y ciudadanos en situación legal de desempleo.
Venta anticipada de entradas en taquillas, en la web del Museo y en el 902 760 511.
Más información: www.museothyssen.org
Audio‐guía, disponible en varios idiomas.
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