Eduardo Rubio (México D.F. 1971) vive en Madrid desde hace algunos años. Su formación como artista ha ido acompañada de diferentes talleres y posgrados con reconocidos artistas en México, España y Cuba.
También ha desarrollado una labor docente en el nivel medio superior así como en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, en la ciudad mexicana de Morelia, en la que residió y desarrolló gran parte de su proceso creativo. Ha trabajado como ilustrador y publicado en diversos medios electrónicos e impresos en America, Europa y Asia. Su trabajo ha sido expuesto en galerías y ferias de arte en México, Estados Unidos, Cuba, Italia y España.
Habitantes del insomnio, es una muestra que reúne alrededor de 40 obras de diferentes e inesperados formatos y dimensiones, en la que combina el dibujo, la intervención y la pintura- En palabras del artista su obra aglutina recuerdos, anhelos y los habitantes de su memoria.
La estética del insomnio y la ilusión del día siguiente
Desde una noche anterior, Eduardo Rubio configura una mirada en espera para alcanzar el amanecer con nuevos trazos que maduren sobre un crepúsculo de papel formas «reconocibles».
Rubio sueña despierto con un ama, en ser. Antes de dormir, busca quimeras en una cama de papel. Los monstruos trazados como apuntes se volverán «seres» sensatos gracias a un trazo realista y moderado de líneas que gozan ya de una paciencia remunerada. Las suyas, en ese momento, son manos frías que dibujan en el ojo, tan sólo, el esbozo de una posible visión con cierta prudencia. Planea desde la entropía del insomnio sonámbulo, «otros» trazos que pasarán de un lugar a otro como algo mejor calculado y preciso.
La mirada de color rubio nos regala un anochecer en la nueva mañana. Sus dibujos y grabados confirman que está vivo de un lugar a otro: o mejor dicho, planea una estrategia para trascurrir en el tiempo con otro cálculo pictórico. De la incertidumbre propia del cansancio, aprovecha la inspiración de la noche y en el día, ya con la certeza de la luz y el descanso como ayuda, explica el dibujo con «mejor» línea.
Pero el riesgo, como me comenta, merece la pena por todos los seres que al día siguiente le aparecerán con la serenidad de un cuidado especial. Solitaria o no, la línea le permite calcular una nueva sociedad de seres inventados: la saciedad del deseo incierto convertido en una figura reconocible. Nos acerca desde su fatiga a una mirada más comprometida, como algo redibujado. Desde el fuera de foco, trabaja con la convicción de lograr algo reconocible, al tiempo que insólito. Verdad y error, verdad del error o el error de la verdad que consiste en poder mirar a un ser que sale de un agujero, que no es un hoyo.
Sus imágenes son genes noctámbulos de seres diurnos. Son el deseo cambiante del dibujo que traza lo que estaba planeado como otra cosa. Los ojos en vigilia, son los mismos desvelos de la noche, los mimos de un lápiz que se resuelven en finos rasgos entremezclados como ensueño, espera, paciencia y madrugada.
Al dibujo lo desea y lo desdobla con manos fanáticas en el fondo de otro acontecer. Su obra la extiende, la continúa y la desborda; nos muestra la prolongación del insomnio que se escapa del cuadro en la pared que lo sostiene. El dibujo se fuga en pintura y se vuelve un mural temporal al que se lo lleva el viento del tiempo. Las imágenes «cambian» de lugar, huyen al blanco de la pared donde reposan otras apariencias del cuadro finito. Asimismo, en el silencio del muro, busca intervenir con colores momentáneos la integración a otro cuadro nuevo con otra «realidad», y otorgar así a la mirada un brillo especial con cierta maestría. Por ello, los ahora creyentes sin idea fija encontramos «un bien de ojo», en cuya sorpresa se integra un nuevo renacer a modo de nuevo grabado.
Desde el interior hacia el exterior se establecen nuevas circunstancias. Lejos de tratarse del mito de las libres ocurrencias, Rubio es consciente de que inventa en el soporte la idea que se escapa sobre el silencio de la pared. A él le parece que le hace falta algo, razón por la cual completa esa otra certeza de dar continuidad al aquí y allá de una arquitectura destinada a sostener los signos de la pintura.
Para Eduardo Rubio, el insomnio es un puente que le sirve para cruzar en los días un nuevo nocturno anhelo. (César Martínez)
La muestra permanecerá abierta al público hasta el 14 de mayo de 2013
Lunes a viernes de 10:00 a 15:00 horas.
Carrera de San Jerónimo 46, Madrid 28014