La Embajada de España en Pekín organiza la exposición De Picasso a Barceló. Escultura Española del siglo XX que, a través de casi de un centenar de obras de artistas como Manolo Hugué, Julio González, Gargallo, Picasso, Juan Gris, Gaudí, Miró, Dalí, Oteiza, Chillida, Chirino, Tàpies, Susana Solano, Plensa, Juan Muñoz, Leiro o Barceló, muestra la evolución que la escultura española ha experimentado desde las primeras vanguardias hasta hoy y la relación entre dibujo y escultura a través del recorrido que hay desde que surge la idea hasta que se convierte en objeto tridimensional.
La exposición, realizada para favorecer el conocimiento entre España y China en el marco del 40 aniversario del establecimiento de las relaciones diplomáticas entre los dos países, está comisariada por la Fundación ICO y se podrá ver hasta el 30 de junio en el National Art Museum of China (NAMOC), uno de los museos más importantes de Pekín.
Principales artistas
Cada escultura, además, se acompaña de uno o varios dibujos del mismo artista, en un guiño a la tradición clásica que considera al dibujo como origen de la obra de arte. Se trata, no obstante, de obras de arte en sí mismas sin una relación directa con las esculturas a las que acompañan.
El recorrido comienza con el modernismo de Gaudí, y pasa a continuación a la reacción noucentista catalana, más pausada en Hugué y más radicalmente vanguardista en Gargallo, Julio González y Picasso, que fueron fundamentales para el desarrollo de la escultura en hierro en los años veinte y treinta del siglo XX, que tanto influirá a posteriores generaciones de artistas, tanto dentro como fuera de España.
Gargallo, Picasso y González se adentraron con su obra por una vía expresionista que enriqueció las dos únicas opciones exploradas hasta entonces: la orgánica y la abstracta. Así, Picasso, que con el cubismo ya había propiciado la llegada de lo geométrico-constructivo, a partir de 1925 hace que el concepto formalista de la vanguardia entre en crisis. Julio González, que fue quien enseñó a Picasso la técnica de la soldadura autógena, denominó a esta revolución de la escultura en hierro «dibujar en el espacio», concepto que aplica a su Femme au miroir que, compuesta por secciones metálicas soldadas entre sí, parece haber sido trazada en el aire por un grueso lápiz.
Cubismo y surrealismo
El surrealismo está representado por Salvador Dalí y Joan Miró, dos de sus principales exponentes. Entre el surrealismo y lo constructivo se movió Ángel Ferrant, principal referencia de lo que, tras la Guerra Civil española, se denominó el exilio interior, conformado por aquellos que, aun permaneciendo en España, pasaron al ostracismo tras ser completamente marginados por las autoridades oficiales del régimen franquista. Ángel Ferrant, junto a otros, constituyó el cordón umbilical que sirvió de conexión entre los movimientos de vanguardia anteriores a la Guerra Civil y los artistas que, a partir de los años cincuenta y, sobre todo, en los sesenta y setenta, vuelven a conectar el arte español con las corrientes internacionales. Jorge Oteiza, Eduardo Chillida, Antoni Tàpies, Pablo Palazuelo, Martín Chirino y Andreu Alfaro, son algunos de los que, con su participación en grupos emblemáticos como Dau al Set, El Paso, Parpalló o el Equipo 57, mantuvieron viva la llama de la vanguardia en España.
A partir de los años sesenta el boom turístico, con su llegada masiva de extranjeros, hace que España no pueda mantenerse por más tiempo aislada del resto de Europa. No obstante, y pese al cosmopolitismo que inunda nuestro país, siguen perviviendo con fuerza algunas tendencias locales, como el llamado realismo madrileño, representado en la Colección ICO por Julio López Hernández. El impulso que el turismo de los sesenta aporta a España hace que, a finales de esa década y atraídos por un país que se despereza con fuerza pero que aún mantiene ciertos visos de exotismo y novedad, vengan a instalarse definitivamente en él artistas como los austriacos Adolfo Schlosser y Eva Lootz.
Por último, y pese a la diferencia de edad entre ellos, Susana Solano, Juan Muñoz y Jaume Plensa representan tres ejemplos de lo que ha sido la escultura española a partir de la década de los ochenta: constructiva, expresionista y conceptual. Conocido por la tridimensionalidad de su pintura, Miquel Barceló cierra la muestra con una escultura en bronce y un dibujo de algunos de sus característicos animales alegóricos.