El Salón Estufa fue concebido, en origen, como invernadero de plantas de interior, muy del gusto de los nuevos palacetes urbanos de finales del siglo XIX; si bien el marqués de Cerralbo le dio un nuevo uso, cegando sus amplios ventanales con tapices y presentando en ella su colección arqueológica y de antigüedades, junto a objetos y obras de diferentes épocas y estilos, convirtiéndose en un verdadero gabinete de coleccionista en sintonía con las restantes salas del Piso Principal.
Tras un año de estudios y planteamientos técnicos que permitieron conocer la disposición original de las colecciones, se iniciaron los trabajos destinados a la recuperación del ambiente. Así, se procedió a fijar y reponer los elementos estructurales originales en su pavimento y techumbre y a restaurar los estucos del techo y columnas.
Las catas realizadas en las paredes han permitido mostrar la tonalidad original del espacio, mientras que las obras expuestas han sido objeto de un cuidadoso tratamiento de restauración y limpieza. También se ha intervenido en los objetos anclados a la pared, renovando los sistemas para permitir la correcta manipulación y asentamiento de las piezas.
Espacio para piezas únicas de la colección
En esta sala podemos descubrir piezas únicas de la colección, como es el tondo de La Adoración de la Virgen del Renacimiento florentino (s. XVI), la excepcional obra de Luis Meléndez Bodegón de frutas y utensilios de cocina (1760-1765), o el retrato sobre tabla de Fernando de Silva y Álvarez de Toledo, XII duque de Alba pintado por Antonio Rafael Mengs, Primer Pintor de Carlos III, entre 1761-1769.
El arte se combina con la arqueología, convirtiendo el Salón Estufa en una sala especialmente dedicada al coleccionismo de antigüedades. Estanterías, escaparates y ménsulas exponen una singular colección en donde se mezclan herramientas y textiles que proceden de antiguas aldeas palafíticas de hace más de 5.000 años, construidas sobre los grandes lagos suizos de Neuchâtel, Viene y Schaffis, con cerámicas áticas y greco-itálicas de los siglos VI al IV a.C.; falcatas decoradas en plata, espadas, puñales y armas arrojadizas de guerreros ibéricos procedentes de Íllora (Granada) con exvotos y alabastrotes egipcios, lucernas y ungüentarios; ánforas romanas recuperadas de las costas de Cabo de Palos (Murcia) con matrices de sellos y ladrillos producidos en la fábrica de Domitia Longina, viuda del emperador Domitiano; frascos paleocristianos de los peregrinos de Abu Mena (Egipto) y candiles hispanomusulmanes con un capitel prerrománico de San Miguel de Lillo (Asturias).
En estas colecciones, y otras muchas que se pueden visitar en el Salón Estufa, reside la riqueza de la sala. La procedencia de esta colección está siendo objeto de estudio, cuya difusión tendrá lugar en unas jornadas internacionales que se celebrarán próximamente en el Museo Cerralbo.
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