A través de la exposición Atmos, Almond ha manipulado diferentes medios para explorar los efectos del tiempo sobre el individuo. Pero lo que sustenta todo el trabajo exhibido en ella es el potencial simbólico y emocional de los objetos, lugares y situaciones, que tienen resonancias universales y personales. La muestra, comisariada por Lorena Martínez de Corral y Santiago Olmo, ha sido realizada con la colaboración del British Council.
Almond (Wigan, 1971) se forma en la Winchester School of Art donde se gradúa en 1993 y empieza a ser conocido como integrante de los Young British Artists a principios de esa década. Desde el inicio de su carrera destaca por la innovación que aporta al lenguaje visual y en 1996 se le concede el premio Art & Innovation del Institute of Contemporary Arts de Londres.
Los intereses de Almond, un ávido observador de trenes, se han centrado en la representación del tiempo, el viaje y la exploración. Ha abordado el viaje y los desplazamientos como puntos de partida y de llegada de trayectos espaciales y temporales, lo que le ha abierto a una profunda reflexión sobre las condiciones de la percepción contemporánea, convirtiendo su obra en una referencia imprescindible del arte más actual. La extensa obra de Almond incluye diferentes técnicas desde la fotografía, la videoinstalación, la pintura y la escultura: todas estas vertientes están presentes en la exposición.
Esculturas y fotografías y pinturas
En esta obra, sin embargo, la clave no está tanto en su presentación como aparato de medir, sino en el modo de representación mediante la transmisión de su mecanismo a una proyección sobre pantalla a través de una cámara oculta. De este modo Almond pone de relieve la importancia que actualmente tiene en nuestro marco perceptivo el directo, la transmisión en tiempo real, como un simulacro de realidad, en conexión con la medición del tiempo.
En la muestra se exhibe también otra de las últimas escultura de este tipo de trabajo, Rauschenberg’s Mantle Piece, un aparato que funciona mediante los cambios en la intensidad de la luz al modo de un radiómetro, y que remite a las formas de los instrumentos científicos experimentales.
Reloj solar
Por otro lado, la serie de 5 fotografías titulada Present Form, representan los monolitos que conforman el gran complejo megalítico sagrado de Stennes en la Isla de Orkney, al norte de Escocia. Su disposición circular sugiere un funcionamiento al modo de una especie de reloj solar y estacional. Las fotografías en la exposición, recrean para el espectador una visualización en círculo y proponen otro modo de representación del tiempo.
También se incluyen varias piezas de la serie Trainplates que se inspiran en la señalización tradicional de los ferrocarriles británicos y que constituyen el soporte para frases dotadas de cierto aliento poético; una serie de obras sobre papel, Vertical Plots and Doppler Dots, realizada en 2013, y la pieza Perfect Time (6X3) formada por 18 relojes digitales manipulados y sincronizados.
En su extensa serie de fotografías, Fullmoon, muestra paisajes de todo el mundo tomados a la luz de la luna mediante tiempos de exposición muy largos que determinan una luz inquietante, que no pertenece propiamente ni al día ni a la noche, y el tiempo representado aparece como duración suspendida. De esta serie se exhibe una selección de 16 piezas realizadas en el Ártico en las que domina una tonalidad monocromática (Arctic Plates).
El núcleo de exposición: All Thing Pass (2012)
El núcleo de la exposición es All Thing Pass (2012): una videoinstalación articulada en cinco pantallas de proyección y rodada recientemente en Chand Baori (Rajastán, India), el mayor aljibe escalonado del mundo. El pozo construido en el siglo VII d. C., está adosado a un templo y fue diseñado para recoger la lluvia que deja el monzón en una región extremadamente desértica. Las imágenes combinan instantes de la estación seca y la estación húmeda, y recogen el momento de la irrupción de las primeras lluvias, que llegan al fondo del pozo creando cascadas a través de las escaleras y plataformas que lo conforman como una gigantesca pirámide invertida.
Darren Almond se interesó inicialmente por el alga fosforescente endémica que crece en la superficie del agua del pozo, ahora que éste no está en uso para fines domésticos y solo se permite el acceso un día al año. El sentido de la obra, no obstante, se dirige hacia una reflexión más general sobre el modo en el que las necesidades humanas se conectan con fases y ciclos estacionales, en definitiva con lo inaprensible del universo y las estrellas, que aparecen en la proyección (visualizadas desde el fondo del pozo) como un leitmotiv.
Con una duración aproximada de 30 minutos, las proyecciones están sincronizadas a una pieza musical tradicional en la que intervienen cuatro músicos y en la que aparecen motivos ascendentes y descendentes que reflejan las sensaciones que transmiten las propias imágenes a través de la arquitectura, la llegada del agua y el inicio de la lluvia.
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