Las Edades del Hombre y la Ruta de Isabel la Católica, escapada perfecta

Desde el 21 de mayo una nueva edición de Las Edades del Hombre, la genial iniciativa puesta en marcha hace ahora 25 años por José Velicia y José Jiménez Lozano en la catedral de Valladolid, se ha puesto en marcha en la villa abulense de Arévalo bajo el nombre de “Credo”. La muestra, que reúne una parte del mejor arte sacro de Castilla y León, se presenta en tres sedes: las iglesias mudéjares de Santa María la Mayor, San Martín y El Salvador, que forman parte de un recorrido que también cuenta con un cuarto recinto, la Casa de los Sexmos, convertido en centro de interpretación. Este año se superarán los diez millones de personas que a largo de dieciocho ediciones han contemplado Las Edades del Hombre en distinta localidades.

Mostrar el enorme patrimonio histórico y artístico religioso de Castilla y León era el objetivo con el que comenzaron a andar Las Edades, un proyecto que desde la exposición de las dos Medinas está inmerso en una nueva etapa de la que Arévalo supone su tercer capítulo. La Iglesia ha creado y conservado a lo largo de los tiempos su patrimonio histórico-artístico para ponerlo al servicio del pueblo en orden a su evangelización. Este inmenso patrimonio, muchas veces olvidado, constituyó la base de la Fundación Las Edades del Hombre.

Unido a su carácter religioso y eclesiástico, Las Edades del Hombre tiene como finalidad la promoción de la cultura, a través de instrumentos como la conservación, desarrollo, protección y difusión del patrimonio que poseen las once diócesis católicas en Castilla y León. Estos objetivos se materializan en toda clase de estudios, investigaciones, y actividades sociales, culturales y artísticas que contribuyen al conocimiento y a los designios para las que dicho patrimonio fue creado. Curiosamente el patrimonio propiedad de la Iglesia en Castilla y León es numéricamente el más importante de cualquier región de Europa. Significa casi el 80% del total de Castilla y León y roza el 50% del de toda España.

Un oasis para la fe

La muestra, inaugurada en Arévalo por la infanta Elena, reúne destacadas piezas de El Greco, Gregorio Fernández, Francisco de Goya, Mariano Benlliure y Antonio López, entre otros, de un muestrario de noventa y dos obras distribuidas en las tres iglesias sede. Son 1.400 años de presencia cristiana en Occidente (siglos VII-XX) y entre las joyas de la exposición figura un cristo yacente labrado en madera policromada por Gregorio Fernández y procedente de la catedral de Segovia, una pila bautismal esculpida y decorada por Vasco de la Zarza (siglo XVI), procedente de la catedral de Ávila, así como los conjuntos escultóricos de Adán y Eva, una obra contemporánea de Juan Bordés, que se conserva en el Museo de Escultura de Leganés (Madrid). Todas ellas, según los organizadores, transmiten un mensaje tanto para creyentes como para no creyentes, porque a los primeros les permite «abrirse al misterio» de la fe, mientras que a los segundos se quiere llegar a través de la admiración de la belleza de las obras y la disposición de las piezas. Como curiosidad, una de las piezas expuestas, «no netamente cristianas», es una representación de buda procedente del Museo de Arte Oriental de Santo Tomás.

Como complemento a la visita a “Credo”, el ayuntamiento de Arévalo ofrecerá visitas teatralizadas por el casco histórico (una modalidad turística el auge) en las que tres personajes representarán hechos históricos como la ratificación del Tratado de Tordesillas o la Ceremonia de Llantos y Alegrías, a la vez que acercar a personajes como la reina Isabel la Católica o Iñigo López de Loyola. También, mientras dure la muestra hasta el 3 de noviembre, Arévalo abrirá todos sus monumentos, además de las tres iglesias que acogerán la muestra de Las Edades del Hombre, permanecerán abiertas al público la Iglesia de Santo Domingo, la Iglesia de San Juan y la de San Miguel.

Ruta de Isabel la Católica

La escapada a Arévalo puede resultar perfecta para descubrir la Ruta de Isabel la Católica ya que, aunque su vida estuvo relacionada con toda Castilla, la comarca de la Moraña y sus alrededores tiene un significado especial. Nació en 1451, en Madrigal de las Altas Torres, donde se conserva su Casa Natal siendo de visita obligada. En la Iglesia de San Nicólas de Bari se conserva la pila bautismal donde fue bautizada. Con muy pocos años se trasladó a Arévalo, donde pasó su niñez. No se conserva el palacio donde habitó, pero toda la ciudad de Arévalo inspira a Isabel la Católica, especialmente su castillo.

Recorrió buena parte de España, pero en su mente siempre estuvo la tierra que la vio nacer. Tal vez uno de los lugares más asociados a los últimos años de su vida y adonde regresó a morir es Medina del Campo. Al ser la villa en la que los Reyes Católicos moraban durante largas temporadas, Medina del Campo tuvo gran importancia como escenario histórico durante el siglo XV. En ésta, Isabel y Fernando gobernaron sus reinos, recibieron embajadas, impartieron justicia y organizaron las instituciones de la que se configuraba en aquella época como una de las naciones emergentes en el viejo continente.

Esta relevancia tiene su reflejo en un rico patrimonio arquitectónico, en el que destacan varios edificios monumentales, como el Palacio Real (s. XIII). Ubicado en la plaza Mayor de la Hispanidad, en él “vivió, testó y murió” Isabel I de Castilla. Declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Sitio Histórico, fue sometido a un importante trabajo de rehabilitación y puesta en valor como Centro de Interpretación. Rebautizado como Museo Palacio Real Testamentario de Isabel La Católica, es un interesante espacio de encuentro –con modernas herramientas interactivas– con la historia de la villa y con la figura de la reina, desde su nacimiento a su muerte. Recibe el nombre de Testamentario porque en 1504 fue testigo del momento en el que Isabel, a punto de fallecer, dictó su testamento y posterior codicilo, o documento complementario. Su interior alberga sus réplicas, así como las de su dormitorio y la del conocido cuadro de Eduardo Rosales (1864), cuyo –original se encuentra en el Museo del Prado–, que recoge el momento en el que la reina Isabel dicta testamento.

Cerca de la plaza Mayor, caminando por la calle Maldonado, se llega a las Reales Carnicerías. Su construcción fue autorizada por los Reyes Católicos en 1500, aunque las obras comenzaron en el reinado de FelipeII en el siglo XVI. Su objetivo fue abastecer de carne a la población de Medina del Campo y hoy mantiene una función similar como mercado de abastos.

Medina del Campo ‘Villa de las Ferias’ debe su apelativo a las ferias mercantiles que se han celebrado desde los siglos XV y XVI. Los Reyes Católicos les otorgaron el privilegio de ser “ferias generales del Reino” y en el Medievo alcanzaron prestigio internacional. A las mismas acudían mercaderes de toda Europa con todo tipo de productos de la época, que se exponían en la plaza Mayor. De obligada visita, ésta mantiene sus originales grandes dimensiones, en ella se encuentra la Casa Consistorial y es un lugar muy agradable para ir de tapas y realizar compras en los establecimientos de sus soportales.

Mención aparte merece el Castillo de La Mota a las afueras de Medina, al otro lado del río Zapardiel, uno de sus edificios más emblemáticos. Es una auténtica fortaleza y una de las mejores conservadas de España. Aunque se construye en distintas etapas, es en la segunda mitad del siglo XV cuando se levanta la Torre del Homenaje –de 40 metros de altura, es la más alta de Castilla–. En sus estremecedoras galerías subterráneas se encuentra la mazmorra a la que se arrojaba a los prisioneros de guerra. –César Borgia y Hernando Pizarro pasaron por aquí–, de donde muchas veces nunca más salían. A estos agujeros se les solía llamar también pudrideros.

Comer y dormir

Arévalo y Medina del Campo son dos excelentes lugares para disfrutar la gastronomía castellana. Una visita imprescindible en Arévalo es el asador Siboney (Figones 4, tel.: 920301523, www.restauranteasadorsiboney.es) que sorprende al viajero que cree estar en un museo, rodeado de las rancias paredes de un palacete colonial, adornado de columnas neoclásicas, cabezas de budas, cuadros de mérito, esculturas, lámparas… Otro tipo de obras de arte esperan tras los fogones, aunque lleven el nombre de cochinillo, lechazo, bacalao o… el mejor jamón del mundo.

El artista que hace posible esto es Javier Rodríguez, Premio Nacional de Gastronomía 2010 con plato de oro y decenas de premios más y que se codea con sus colegas Ferrán Adriá, Karlos Arguiñano, Carme Ruscalleda o Martín Berasategui, hace una cocina bastante diferenciada de la de estos otros maestros, aunque no rechaza las técnicas de vanguardia. Pero su auténtica especialidad se basa solo, y nada menos, que en la mejor calidad del producto y en una elaboración meticulosa y lenta en horno de leña. Pocos artificios, escaso diseño, nada de química.

Para el cochinillo, (“nunca tostón, yo solo hago cochinillos”, dice un poco enfadado), elige animales sacrificados a los 19 días, ni uno más ni uno menos, de cerdo blanco y criado con la leche materna. Agua, sal, una cazuela de barro y el tiempo justo al horno es todo lo necesario. Pero su carta incluye también la especialidad del bacalao al ajo arriero, la sopa castellana, la selección de setas de temporada y los mejores embutidos y jamones. En los postres, la leche frita, la crema de queso o el arroz con leche.

Por su parte, Medina del Campo vive hasta finales de año las III Jornadas Gastronómicas «El Lechazo de la Tierra de Medina» en las que se puede disfrutar en varios de los principales restaurantes de la ciudad de un menú con entrante, lechazo, ensalada, postre, pan y vino por solo 25 euros. Una propuesta más completa es la que ofrece el restaurante del Balneario de las Salinas (tel.: 983 804 450 y 620 702 706, www.palaciodelassalinas.es) con el siguiente menú degustación: Entrante de ibéricos y quesos de la Tierra, Ensalada de queso de cabra con frutos secos y reducción de Módena, Sensación de morcilla de Medina, manzana, pasas y piñones, Lechazo asado al estilo de la Villa con patata panadera, Postre de la casa y Vino de la casa. Todo por 35 euros. Complemento perfecto de la comida, antes o después, es un recorrido por su circuito termal. Y para reponer fuerzas, las habitaciones de este hotel-balneario lleno de encanto y elegancia, desde 150 euros la habitación doble con desayuno.

Enrique Sancho

Más información:
www.lasedades.es
www.ayuntamientoarevalo.es
www.medinadelcampo.es

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