Hasta el próximo 7 de julio, la Obra invitada:
Última semana para admirar en el Prado dos magníficos biombos japoneses de la escuela Rimpa procedentes de Tokio
Los biombos Grulla y ciervo, procedente del Museo de Arte Seikado Bunko de Tokio, y Plantas y flores de las Cuatro estaciones junto a un arroyo, procedente del Museo Nacional de Tokio, que se muestran en la galería central del Museo del Prado excepcionalmente en el marco de la celebración del Año Dual España-Japón, pueden visitarse aún, hasta el próximo domingo. Ambos pertenecen a la Escuela Rimpa, que se extiende durante prácticamente la totalidad del periodo Edo (1603-1868), un momento que coincide con el aislamiento total de Japón respecto a las influencias exteriores.
Para contextualizar este préstamo el Museo del Prado expone también una selección de 26 estampas japonesas de los siglos XVIII y XIX pertenecientes a sus propias colecciones. Ambas muestras se inscriben en el marco del Año Dual España-Japón 2013 y han contado con el apoyo de Mitsubishi Corporation y Japan Tobacco Internacional (JTI)
La primera de ellas, la de los dos bellísimos biombos, patrocinada por Mitsubishi Corporation, se presenta en la galería central del Museo con una duración mucho más breve debido a la importancia de estas dos piezas en las colecciones de sus museos de origen, que han restringido su préstamo a un periodo de un mes.
El primero de ellos, Grulla y ciervo es una obra relevante de Ogata Kōrin (1658-1716), uno de los pintores más representativos de esta escuela durante el S. XVIII. Su obra fue especialmente original, ya que trabajó ajeno a toda influencia china o de otras culturas, y su arte muy apreciado por su colorismo excepcional y su técnica casi impresionista, con formas simples e idealizadas y un marcado desinterés por el realismo, tendiendo a la abstracción. Sus diseños tuvieron una notable difusión, ya que trabajó también en la realización de motivos para la pintura sobre laca y diseñando indumentaria y cerámica, junto a su hermano Ogata Kenzan. Grulla y ciervo es una gran composición formada por un ciervo con un cerezo en flor y una grulla al lado de un arce mostrando así el paso circular de las estaciones, de la primavera al otoño. Un excelente ejemplo del virtuosismo del artista en la consecución de las tonalidades del blanco, que fue característico de su producción.
Sakai Hōitsu, autor del biombo Plantas y flores de las Cuatro estaciones junto a un arroyo, fue un gran admirador de Ogata Kōrin y conocido por imitar sus composiciones y su estilo. Hōitsu (1761-1828), pertenece también a la Escuela Rimpa y en su obra muestra claramente su interés por las estampas ukiyo-e (imágenes que representan el mundo fugaz y placentero de las clases urbanas japonesas de los siglos XVII al XIX) y especialmente por el artista Utagawa Toyoharu, maestro del arte del grabado. El biombo que se presenta en el Museo pertenece a sus obras posteriores a 1797, cuando, convertido en monje budista, estudió tanto a Ogata Kōrin, como a su hermano, realizando reproducciones de sus obras. Esta pieza, formada por cuatro hojas en las que están pintadas unas corrientes de agua con plantas y flores que muestran el paso de las cuatro estaciones, se caracteriza por su realismo y un sentido muy refinado de la belleza utilizando colores vivos sin sombreado.
La Escuela Rimpa, una de las escuelas más importantes de la pintura japonesa, surgió en el siglo XVII con los artistas Honami Kōetsu y Tawaraya Sōtatsu, pero no fue hasta cincuenta años después cuando se produjo la consolidación de su estilo, a través de los hermanos Ogata Kōrin y Kenzan, que se caracteriza por la representación de la naturaleza sobre fondos dorados.
La exposición de estampas japonesas continúa hasta el 6 de octubre
Para contextualizar la generosidad de las instituciones japonesas con el préstamo de los biombos, el Museo del Prado exhibe, por primera vez en sus salas (sala 60), una selección de 26 estampas japonesas de los siglos XVIII y XIX que son una muestra representativa de las diferentes técnicas y tipologías del arte japonés que atesora. En este caso, con el patrocinio de Japan Tobacco Internacional.
Desde el grabado monocromo (sumizuri-e: un solo taco de madera estampado con tinta negra) a la policromía de los nishiki-e (varios tacos de madera estampados cada uno con una tinta diferente), la muestra presenta ejemplos de los diferentes géneros que se conservan en las colecciones del Prado: meisho (guías urbanas y vistas de lugares famosos), bijinga (elegantes retratos de cortesanas) y yakusha-e (retratos de teatro kabuki).
La exposición, ordenada cronológica y tipológicamente, comienza con las estampas más antiguas que posee el Museo del Prado. La primera de ellas data de finales del siglo XVII y consiste en una escena impresa con tinta negra a partir de un solo taco de madera donde su autor, Torii Kiyonobu, muestra una escena de la obra de teatro Daifukucho sankai Nagoya representada en Edo a principios de 1697. En el segundo grabado de la muestra, ya en 1760, Ishiwaka Toyonobu representa la escena de una buceadora recolectora de orejas de mar en una estampa impresa con dos tacos de madera estampados con tinta de dos colores (benizuri) en la obra Pescadora de orejas de mar y niño.
Tras estas dos estampas, el resto de los grabados de la exposición aparecen ya realizados mediante la técnica de múltiple impresión de tacos de madera a color (nishiki-e). Las primeras estampas polícromas son dos escenas de los Cuentos de Ise realizadas entre 1770 y 1780 por Katsukawa Shunshô. La era Kansei, uno de los momentos culminantes de la estampa japonesa, también está presente en la muestra de la mano de algunos de los artistas de mayor prestigio de Edo como Kitagawa Utamaro con Dos jóvenes mujeres con abanico, Kubo Shunman con Escena campestre y Katsukawa Hokusai con Kameido tenjin, una vista del Templo de Kameido.
Ya en los albores del siglo XIX hay que destacar una estampa de guerra que representa la rebelión de Hôgen, firmada por Katsukawa Shuntei, y el retrato de una cortesana de Yoshiwara obra de Kikugawa Eizan. Utagawa Hiroshige, un artista que gozaba de gran popularidad en Occidente gracias al japonismo, también está representado, con siete estampas de paisajes, en esta muestra que finaliza con una panorámica del lago Shinobazu de Chikanobu y un tablero de Sugoroku, un juego de mesa similar al de la oca.