Gabriele Finaldi, Director Adjunto de Conservación del Museo del Prado, Stephan Schröder, Jefe del Departamento de Escultura Clásica y del Renacimiento del Prado y comisario de la exposición junto a Gudrun Maurer, Conservadora del Departamento de Pintura Española del siglo XVIII y Goya del Museo del Prado y comisaria de la muestra han coincidido en señalar la importancia de este retrato, de carácter íntimo y marcado por una notable sencillez, realizado a principios de 1774 en Florencia, es un ejemplo magistral del clasicismo del artista y se considera como uno de los mejores de su producción. Asimismo hay que añadirle el valor del personaje retratado, uno de los más destacados representantes de la Ilustración española.
Este singular Retrato de José Nicolás de Azara, pintado en 1774 por Antón Rafael Mengs, ha dado lugar a la organización de una pequeña muestra que evoca la amistad y la estrecha colaboración de ambos personajes: Mengs, artista bohemio del Neoclasicismo, y Azara, uno de los más destacados representantes de la Ilustración española.
El retrato de José Nicolás de Azara de Mengs se ajusta al gusto de su tiempo, como reflejo de la más pura expresión neoclásica de este género, del que Mengs fue uno de sus máximos representantes. Por ello, el modelo está captado con una sublime dignidad y una naturalidad, que revela su pureza intelectual y que no necesita de los ricos accesorios que acompañan al poder, pero con la profundidad psicológica que pone de manifiesto su carácter.
Destaca la expresión lírica, revelada por la leve sonrisa en sus labios y la mirada, precisamente por ese “suave movimiento de la boca y de los ojos”, a través del cual, según Azara, los griegos representaron los movimientos del alma. Esta expresión comunica la amistad con el pintor y la sensibilidad y la pasión del modelo por la literatura, que se evidencia también en el libro en la mano, cuya lectura Azara ha interrumpido para atender al artista con la nueva espontaneidad exigida en los retratos del siglo XVIII.
Se centra en la relación amistosa entre Mengs y Azara, la afinidad de sus ideas estéticas y su estrecha colaboración artística, así como en su representación retratística, el coleccionismo de Azara y su papel como impulsor de la difusión de la obra de Mengs.
Además de la obra recientemente adquirida, otros ejemplos elocuentes de la amistad entre el artista y su protector son los bustos broncíneos de Azara y Mengs ejecutados en 1779 por el escultor irlandés Christopher Hewetson. También se expone un autorretrato de Mengs (hacia 1761-1765), que coincide con su primer encuentro con Azara y el diseño de la medalla del enlace de los príncipes de Asturias, también expuesta.
Aunque en la exposición no se muestran documentos manuscritos, el Prado posee varias cartas de Azara. Algunas informando del proceso de algunas de las estampas y las dificultades de edición. Hace apenas un año el Prado adquirió en subasta por una cantidad de mil doscientos euros, un juego de cuatro cartas autógrafas de Nicolás de Azara a Manuel Salvador Carmona, fechadas entre 1781 y 1794. En una de ellas escrita en Roma el 29 de noviembre de 1781, elogia el grabado realizado por Carmona a partir del retrato de Mengs. En otra escrita en Roma el 12 de febrero de 1794 se refiere a los grabados a realizar a partir de los cuadros de Palacio. Las otras dos son de caracter más personal felicitando a Carmona por el nacimiento de su hijo o condoliéndose por la muerte de Anita (Ana María Mengs), esposa de Carmona.
Otro autorretrato tardío, hacia 1774-1776, que fue el modelo más importante para la difusión de la efigie del artista en España, se transmite, en la muestra, a través de una copia en pastel pintada por Ana María Mengs, hija del pintor, y de una estampa grabada por Manuel Salvador Carmona, esposo de Ana María.
Como ejemplos de la afinidad de las ideas estéticas de Mengs y Azara, se presentan un dibujo de Mengs de la estatua antigua de Antinóo como Osiris de los Museos Vaticanos, y una estampa, según un dibujo de Mengs, de una de las pinturas murales de la Villa Negroni.
En 1779 Azara inició unas excavaciones en Tívoli, cerca de Roma. Con el hallazgo de quince retratos de filósofos y poetas griegos y de otras pequeñas esculturas en la denominada Villa dei Pisoni, Azara inauguró su colección de retratos y esculturas clásicos, que al final de su vida llegó a unas 70 piezas.
Colección de escultura repartida entre la Real Casa de Labrador en Aranjuez y el Museo Nacional del Prado.
Azara hizo tallar desafortunadamente los nombres de los retratos acertando en muy rara ocasión. De su colección, hoy repartida entre la Real Casa de Labrador en Aranjuez y el Museo Nacional del Prado se pueden ver en la exposición algunos de estos ejemplos como los bautizados por Azara como Zenón, Platón y Aristóteles. El primero es el polícito y general ático Milciades, en el segúndo caso en lugar de Platón se trata de Homero y el identificado como Aristóteles por Azara parece ser Menandro.
Además en la exposición se puede ver un Dacio del Foro de Trajano en Roma que representa a un jefe dacio con su gorro de fieltro. Frente a este conjunto de bustos se encuentra una estatua de Fortuna. También se muestra la Historia de la vida de Cicerón de Conyers Middleton, editada y traducida por Azara e ilustrada con grabados de esculturas de su colección.
La iniciativa de Azara de proteger y difundir la herencia artística de Mengs, se señala en la muestra a través de una estampa de su retrato pintado por Mengs y grabado por Domenico Cunego; una medalla conmemorativa del “pintor filósofo” acuñada por Caspar Joseph Schwendimann, en la que Azara incluyó su propia efigie; las Obras de D. Antonio Rafael Mengs editadas y comentadas por Azara y publicadas en Parma y en Madrid en 1780, y la primera biografía del artista redactada en 1780 por Ludovico Bianconi, ilustrada con una estampa que refleja el homenaje dedicado a Mengs por Azara en el Panteón de Roma, a través de la colocación de un ejemplar de su busto ejecutado por Hewetson.
Finalmente, la amistad de Azara con Napoleón a partir de la misión diplomática del año 1796, se documenta a través de una medalla conmemorativa de oro acuñada en el mismo año por el Senado de Roma en honor de Azara por su negociación del Armisticio de Bolonia, y una medalla con el retrato de Napoleón que conmemora el tratado de Paz de Amiens, que firmó Azara en 1802, en nombre del rey.
Azara y Mengs
La relación entre ambos dejó sus primeras huellas en 1765, cuando Azara reclamó la colaboración de Mengs para diseñar la medalla conmemorativa del enlace de los príncipes de Asturias.
José Nicolás de Azara (Barbuñales 1730 – París 1804) tu vo una amplísima proyección nacional, desde su primer cargo como oficial de la Secretaría de Estado en 1760, e internacional, por sus puestos diplomáticos en Roma durante más de treinta años; y en París, de 1798 a 1803, como embajador durante la delicada situación política del último decenio del siglo XVIII y los primeros años del siglo XIX. Sus numerosas amistades de altísimo nivel cultural y político, le muestran en contacto con personajes de la relevancia de Winckelmann, teórico del arte antiguo, y del famoso tipógrafo Bodoni, pero también del papa Pio VI y políticos, como Godoy en España o Napoleón y Talleyrand en Francia, entre otros.
Antón Rafael Mengs (Aussig 1728 – Roma 1779), formado con su padre Ismael Mengs en Dresde, había estudiado en Italia ante las obras de Rafael, Miguel Ángel y Carlo Maratti, así como de Correggio, los Carracci, Guido Reni y Ticiano, y fue nombrado en 1751 primer pintor de cámara por el elector de Sajonia, Federico Augusto II. Durante su residencia en Roma entre 1752 y 1761, donde conoció al arqueólogo alemán Johann Joachim Winckelmann, desarrolló sus pensamientos y escritos sobre la belleza ideal y sobre la recuperación de la perfección del arte a través del estudio de los grandes modelos del ideale clasico.
Datos de interés:
Mengs y Azara. El retrato de una amistad
Museo del Prado 38 del edificio Villanueva
Hasta el 13 de octubre
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