La arquitectura medieval de la Sala Valentín Palencia de la Catedral de Burgos acoge hasta comienzos del próximo año la exposición Miró último (1963-1983): La experiencia de mirar, compuesta por treinta obras de este artista catalán, pertenecientes a la Colección del Museo Reina Sofía. La muestra, que coincide con la celebración del 30º aniversario de su muerte, ha sido organizada por el Museo Reina Sofía y la Fundación Silos, con la colaboración de la Obra Social «la Caixa» y la Fundación Caja de Burgos, y el patrocinio de La Junta de Castilla y León y el Ayuntamiento de Burgos.
Más allá del valor artísitico de esta exposición, inaugurada por la vicepresidenta del Gobierno Soraya Sáenz de Santamaría, destaca el hecho excepcional de que con un presupuesto reducido de tan solo 300.000 euros se ha montado esta exposioción por parte del Museo Reina Sofía en un tiempo récord, con obras cuyo precio podrían superar en el mercado los 30 millones de euros, cantidad que ya consiguió en 2012 «Un rayo azul», obra de Miró realizada en 1927 y que fue subastada hace un año en Sotheby’s por 23,56 millones de libras (casi 30 milones de euros), estableciendo un récord para este pintor universal. El cuadro emblema de esta exposición: Mujer, pájaro y Estrella, realizado en 1973 como homenaje a Pablo Picasso podría pulverizar todos los récords de este autor si un día saliera a la venta. Uno de los aspectos más sobresalientes de esta exposición, como señaló Joao Fernández, subdirector del Museo Reina Sofía, es que se puede admirar parte de la obra de Joan Miró realizada en su periodo de su mayor madurez, una etapa en la que muchos autores sorprenden con un renacer de su concepción del arte.
Este proyecto, comisariado por Carmen Fernández Aparicio y Belén Galán, conservadoras del Museo Reina Sofía, se centra en los trabajos realizados por Joan Miró (Barcelona 1893 – Palma de Mallorca 1983) en los últimos 20 años de su vida, momento en el que sus circunstancias vitales y artísticas le permitieron un cambio esencial en su trayectoria. Esta muestra da a conocer el que tal vez sea uno de los períodos más desconocidos y, al mismo tiempo, más ricos, de la obra de este artista, el que comprende las décadas de 1960 y 1970. “Se trata de una reflexión sobre el Miró que llevaba la pintura a un “grado cero” al mismo tiempo que observaba con atención el asalto a la esfera pública y los sucesos históricos que tenían lugar durante aquellas décadas dentro y fuera de España”, comenta Manuel Borja-Villel, director del Museo Reina Sofía.
La exposición se complementa con la proyección de uno de los singulares cortometrajes dentro de la filmografía dedicada al pintor, dirigido por el realizador catalán Pere Portabella (Figueras, Barcelona, 1929). Se trata de: Miró l’altre, de 1969, creado con motivo de la exposición de idéntico título en el Colegio de Arquitectos de Barcelona, dedicada al mural que el artista había pintado en los cristales exteriores del edificio, y que recoge la acción de su destrucción por parte del artista.
Miró último (1963-1983): La experiencia de mirar
Las obras que realiza en estos años de madurez, denotan un lenguaje más personal, en el que no privilegia ni la pintura ni la escultura, sino que, volviendo a estas disciplinas desde sus presupuestos iniciales, se lanza a explorar sus límites conceptuales a través del cuestionamiento de su propia naturaleza, profundizando en los aspectos procesuales de la creación, presentes en la base de su producción desde sus primeras obras.
“Un ejemplo es la obra Figura enfrente de un paisaje (1963), perteneciente a una serie sobre cartón realizada entre 1959-65, en la que la figura se constituía por negros trazos, mientras que los elementos de color referían un paisaje conectado al cosmos. El personaje ante un paisaje, configurado mediante una grafía tan esencial como la de este lienzo, compartió intención plástica con esculturas como la obra de 1967, realizada a partir de tres tablones de madera, un clavo, un pegote de barro y un rastrillo roto, Muchacha, y con la monumental, a pesar de su pequeño tamaño, Mujer en la plaza de un cementerio (1981), configurada con cajas de cartón, tablones y la figura modelada de la mujer pájaro”, explica Carmen Fernández Aparicio, comisaria de la exposición en el catálogo de la misma.
Sin atenerse a las categorías formales, el artista cambia continuamente de medio expresivo, llevando a cabo un proceso de intervención-reacción en las series de obras en las que trabaja durante largos períodos. Las modificaciones que va planteando, repercuten en el equilibrio final del conjunto, reiterando siempre en ambos medios los mismos aspectos conceptuales y resoluciones técnicas: simplicidad, planitud, línea, gesto, ideograma.
Esta creación antidibujística y objetual de Miró, revela la génesis de su trabajo, vinculado a la atenta observación de la naturaleza, patente en este período final. En él reitera la representación de la mujer (madre-tierra), imagen ritual de ascendencia milenaria, que constituye la figura más común de la tipología de la escultura popular mallorquina, así como otros motivos relacionados con el firmamento y el paisaje, dotando ahora a esta temática de un carácter de universalidad. Este aspecto se vincula con la voluntad de Miró de superar los fundamentos plásticos tradicionales, para ir más allá del objeto-cuadro-escultura, aprehendiendo la totalidad de la experiencia.
La infinita voluntad de evasión del ser humano queda reflejada en las esculturas que unifican figura y cosmos. Así, por ejemplo, la representación elemental del sol se constituye como la cabeza de la estilizada figura Mujer sol (1966) que parece configurarse con elementos disociados de un paisaje (está basada en la fantasmagórica unión de una vasija de barro rota, un palo y formas modeladas en barro), sin perder la cualidad antropomorfa.
Todos ellos con ejemplos de la constante ebullición del pensamiento plástico de Miró, “en continua sugestión por la forma, que le llevó a erigir estos seres imaginados en un espacio híbrido; el espacio en el que la melancolía se apropia de la figura humana, en perpetua precariedad por su condición terrestre”, según la comisaria, como en el conmovedor lienzo Mujer en trance por la huída de las estrellas fugaces (1969).
FECHAS: 4 de octubre de 2013 – 8 de enero de 2014
LUGAR: Sala Valentín Palencia de la Catedral de Burgos
ORGANIZACIÓN: Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid)
COMISARIAS: Carmen Fernández Aparicio y Belén Galán
ITINERARIO: Estados Unidos:
-Seattle Art Museum (13 de febrero – 25 de mayo de 2014)
-Nasher Museum of Art at Duke University
(11 de septiembre – 22 febrero de 2015)
-Denver Art Museum (22 de marzo- 28 de junio de 2015)
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