Irene Iribarren es la española que más retratos ha realizado a cardenales y obispos de la Iglesia Católica. De su paleta han salido los colores para los retratos de reyes, embajadores, políticos y otras personalidades de la vida cultural dentro y fuera de nuestras fronteras. Pero sin duda alguna destaca por ser la mujer que más encargos de retratos ha recibido de los altos cargos eclesiásticos.
P – ¿Recuerda cuál fue el primer encargo para algún miembro de la Iglesia?
R – El primero fue a S. E. Monseñor Manuel Montéiro de Castro. Arzobispo titular de Benevento y Nuncio Apostólico en España.
Conocí a S. E. casualmente en una recepción de la Embajada Alemana en Madrid. Al presentarme como pintora, sugirió que debíamos hablar, porque necesitaba un retrato para la Galería del Colegio Pontificio Portugués de Roma.
Fue el primer retrato que le hice. A los pocos meses me pidió otro para una Fundación que lleva su nombre en Güimaraes en Portugal.
Meses después me pidió hasta cuatro más que fueron destinados a otros tantos compromisos con distintas entidades y familia.
Ascendido a Cardenal y ya a punto de jubilarse, me encargó el último retrato que acabo de hacerle, con el hábito y el solideo rojo cardenalicio. Este cuadro ha ido destinado al Palacio de la Cancilleria, en la Ciudad del Vaticano. Es el primer ejemplo de palacio renacentista construido en Roma, realizado por Raffele Riario entre finales del siglo XV y principios del XVI. A partir de 1517 se convirtió en la sede de la Cancillería Apostólica.
En el año 2011 se celebraron en Madrid las Jornadas Mundiales de la Juventud, a las que asistió el Papa Benedicto XVI. Yo hice un retrato de Su Santidad. Este cuadro le fue entregado al Papa por el Cardenal Rouco Varela en el Aula Pablo Vl del Vaticano en 2012, como muestra de agradecimiento por su visita a España. Este cuadro se conserva en las colecciones de pintura Vaticanas.
P -¿Es habitual recibir estos encargos?
R – Yo creo que no. Hay que pensar que los altos cargos de la Iglesia están en el Vaticano que son su destino final, y donde se conservan las Galerías de retratos. Lo raro es que un pintor extranjero acceda a realizar estos trabajos, porque lo normal es que los pinten los pintores italianos.
P – ¿Cuál fue el cuadro más complicado?
R – El de S. Santidad Benedicto XVI, pero no porque su imagen fuera difícil, que no lo fue, sino porque era bastante grande y el color y la ambientación del fondo me resultó muy complicada. Sin embargo a S. Santidad le gustó mucho y me mandó una carta a través del Secretario de Estado, dándome las gracias por la pintura y bendiciéndome a mi, a mi familia y a mis amigos. La tengo enmarcada en un cuadro.
P – ¿Son buenos modelos? ¿Saben posar?
R – Estos cuadros tienen que hacerse con fotografías. Unas veces porque el interesado no está ni en España, y aunque esté no tiene tiempo de posar. Como mucho, si viven en Madrid, vienen alguna vez al principio y luego al terminar el retrato, es todo lo más que he conseguido. Pero, de todos modos, una persona que sepa pintar de unas fotografías puede sacar un buen cuadro. Si sabe pintar poco…, eso ya es otra cosa.
También hace unos tres años me encargo el propietario del castillo de Castilnovo un retrato de Santa Teresa de Jesús, para la biblioteca del castillo. Eso sí que fue complicado porque al no existir de ella más que determinadas pinturas, interpretadas a gusto de cada pintor, casi siempre vieja y amargada, no hay más remedio que inventársela. Yo elegí ponerla joven, escribiendo un libro, que es el símbolo de los doctores de la Iglesia, al aire libre frente a las murallas de Ávila, antes de pasar todos los sufrimientos que le tocaron en vida.
P -¿Tiene algún encargo en cartera?
R – Si, pero hasta que esté hecho no hablaré de ello por si acaso.