Dos de las grandes obras maestras de Federico García Lorca, Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba, coinciden estos días, y lo harán hasta el mes de enero en el mismo escenario, el Teatro Tribueñe (C/ Sancho Dávila, Madrid, tel.: 91 242 77 27). Los sábados y domingos es el turno de Bodas de sangre y jueves y viernes de Bernarda Alba.
Se acaban de cumplir 80 años del estreno de Bodas de sangre, un drama sobre la vida y la muerte, tratado de un modo arcano y ancestral, en el que figuran mitos, leyendas y paisajes que nos introducen en un mundo de sombrías pasiones que derivan en los celos, la persecución y en el trágico final: la muerte, y en el que amor se destaca como la única fuerza que puede vencerla. No menos trágico es el ambiente de La casa de Bernarda Alba que muestra los rasgos de la España profunda de principios del siglo XX que vivía en una sociedad tradicional muy violenta en el que el papel que la mujer jugaba es secundario, mezclado con un fanatismo religioso y el miedo a descubrir la intimidad.
Ambas obras, trágicas pero esperanzadoras, clásicas pero actuales, aportan un interesante punto de vista en los tiempos actuales, en los que muchas cosas parecen derrumbarse. Y, en cierto modo, invitan al optimismo. Ha habido tiempos peores y ya han pasado. Tal como indica Irina Kouberskaya, directora de Bodas de sangre, La cotidianidad hecha tragedia y la tragedia elevada a su expresión poética, han sido los vectores de nuestro trabajo sobre el texto de Lorca. Concebimos esta obra como un acto sacerdotal, levantando el inmenso mundo simbólico de Lorca. Cuando se tambalea el modelo de coexistencia en el mundo entero, cuando en cada individuo empieza a tambalearse su propio argumento de vida, los poetas levantan la cabeza y riegan con su conciencia avanzada el disecado hueco del alma. Tratamos de ser consecuentes con los retos de este tiempo y asumir, como dijo el poeta, la geometría del único mapa genético grabado en la sangre de todos. Los montajes de nuestro teatro, que son ya casi treinta, han destacado según la crítica por la profundidad, el encuentro con nuevos matices en la lectura de los textos poniendo en relieve las sucesivas capas de sensibilidad que contiene todo pensamiento avanzado.
La casa de Bernarda Alba que ponen en el escenario del Tribueñe la propia Irina Kouberskaya y Hugo Pérez, es, en palabras de uno de los críticos de la obra una cumbre de belleza turbadora. Y ambos directores coinciden en lo fundamental: A los dos, indica Hugo Pérez completamente enamorados de la obra, a la vez que abochornados del asunto humano que describe, que no dista tanto de lo que avergüenza por momentos el devenir actual del ser, nos embargó una misma duda: qué aportar a algo tan fraguado y cimentado. Pues bien hemos escarbado y hasta aquí hemos llegado. Sin este reparto hubiera sido imposible esta función, cada una de nuestras actrices enciende su llama y expone su temperamento consciente en favor de la poesía última. Cada vez que se representa La casa de Bernarda Alba ocurre el mismo milagro, la obra se sujeta en sí misma, ya puede ser representada por un grupo de presidiarios, por los alcaldes de la provincia de Castellón o por los mejores intérpretes de la Royal Shakespeare, el texto fluye, funciona se sujeta en el aire y nos tiene en vilo como si no
conociéramos la obra. Eterna en el repertorio, pero, ¿qué hay bajo esa aparente fluidez, bajo ese naturalismo costumbrista que parece, que lo sientes y masticas a la vez?, creo que es un mismo, exacto, finísimo e infinito intento de Federico por quitarnos la venda, una aglomeración de negro que ilumina para lanzarnos a la cara la mentira que bien nos encargamos de afianzar a cada instante, para, después si estamos atentos, intuir la color verdadera de la tez del sino.
Información y reservas: 91 242 77 27. Ventas de entradas en www.entradas.com