Las buenas gentes de Villanueva de Alcardete, en plena Mancha, a mitad de camino entre Toledo y Cuenca, tuercen el gesto por lo general simpático cada vez que alguien se refiere a los vinos que llevan elaborando desde el siglo XII, como cava. “Nada que ver –explica Domingo Picazo, presidente de la Asociación Cuevas que une a las seis bodegas que elaboran este tipo de vino– nuestro vino también es espumoso y el método de elaboración sigue los principios del méthode champenoise, pero las uvas que usamos, nuestra climatología y el reposo en cuevas logran un producto único de alta calidad”
Más allá de juego de palabras entre cava –la bodega subterránea en la que se elabora el vino del mismo nombre– cova –traducción al catalán de la palabra cueva– y la propia cueva que ha dado nombre a este tipo de vinos, como homenaje al lugar donde reposan y se almacenan los vinos espumosos de Alcardete, hay métodos, selecciones de uvas y vinos y compromisos de calidad que pretenden ser únicos. En síntesis, para elaborarlos hay que realizar un coupage de los vinos mas afrutados de cada cosecha y con no mas de 11 grados, una correcta acidez y buena estructura al paso de boca, asegurarse cada año la elegante evolución de los cuevas alcardeteños al producirse su segunda fermentación en la botella, combinándose los aromas varietales con los producidos en sus meses de rima en sus cuevas.
Claves de la elaboración
El método tradicional de fermentación en botella de los cuevas comienza cuando el afrutado vino base es embotellado en botellas de cristal grueso, añadiéndosele una dosificación exacta de azúcares y levaduras. Al activarse las levaduras, alimentadas por los azúcares, producen el carbónico natural de los cuevas alcardeteños. Con la botella en posición horizontal comienza la fase de crianza que dura entre 9 y 36 meses, en los que el vino va realizando lentamente su toma de espuma y desarrollando aromas más complejos, enriquecidos por esta segunda fermentación y el posterior autolisis de las levaduras. Sus claves son la temperatura constante, el silencio y la oscuridad de sus cuevas.
Villanueva de Alcardete es el primer productor nacional de vinos ecológicos, una cualidad que ya fue reconocida en el siglo XVI y así se recomendaba al rey Felipe II: “El pan, vino y ganado es lo mejor del Reino, especialmente el vino blanco con fama de ser hecho sin ningún género de adobo” y así lo sabían también los taberneros del Madrid de entonces que ya conocían a Villanueva de Alcardete como “el pueblo del buen vino”.
Seis bodegas y un compromiso
Aquí comenzó la elaboración de espumosos en Castilla la Mancha en 1985, Viñedos y Reservas, cuyos cuevas ofrecen una gran sinfonía de sabores: bien estructurados, toques afrutados y un magnífico equilibrio entre acidez y carbónico. Pronto se añadieron otras bodegas, como Casa del Títere, con sus cuevas “Operibus”, ecológico con 24 meses de rima, elaborado con uvas blancas Chardonnay Macabeo y Viognier; Alcardet que elabora sus espumosos con uvas de intenso aroma y frescor, que junto a su crianza en cuevas, da a sus vinos la burbuja perfecta para crear múltiples sensaciones que dan fe de su calidad desde el origen; Latúe, una de las bodegas ecológicas más grandes del mundo, comprometida con la calidad y el medio ambiente, sus vinos y cuevas, aptos para vegetarianos y veganos, se exportan a más de 20 países. Desde 1954 forma parte de la Cooperativa San Isidro y, según su gerente, José Morata: “El compromiso con la calidad, la dedicación y la tradición son pilares básicos para la bodega. Estos atributos se transfieren a los vinos, dotándoles de carácter y convirtiéndolos en vinos sabrosos y sorprendentes.”
Aunque con tamaños y características diferentes, todos los integrantes de la Asociación Cuevas han adquirido un compromiso de calidad que está encomendado a una entidad de control de la calidad agroalimentaria, que acredite capacidad suficiente para realizar el control de los procesos de producción, elaboración y comercialización y de las características fisicoquímicas, organolépticas y específicas que definen estos vinos. Los vinos espumosos de la marca colectiva Cueva son clasificados como tales por un Comité de Cata, que verificar que se cumplan los requisitos indicados.
Así que, lo dicho al principio, para estas fiestas o en cualquier otro momento, ni cava ni champán, lo que mola es un “cueva”. Acierto seguro.
ENRIQUE SANCHO
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