Paul Cézanne (1839-1906) nació en Aix-en-Provence, hijo de un acomodado fabricante de sombreros (y después banquero), del que dirá, no sin ironía: “Mi padre era un hombre de genio; me dejó una renta de 25.000 francos.” Cézanne fue compañero de colegio del futuro escritor Émile Zola, con quien mantendría una íntima (y compleja) amistad durante muchos años.
Aunque por deseo paterno Cézanne inició los estudios de Derecho, pronto se trasladó a París para seguir su verdadera vocación, la pintura. Allí trabó amistad con Pissarro, diez años mayor, quien será para él lo más parecido a un maestro. También conoció a Manet y se integró en la tertulia de los impresionistas del café Guerbois.
Mientras sus colegas, encabezados por Monet y Renoir, iban conociendo el éxito, Cézanne, retirado en Aix, siguió siendo ignorado hasta 1895. Entre noviembre y diciembre de aquel año, su primera exposición individual (unas 150 obras) en la galería del marchante Ambroise Vollard le granjeó el respeto y la admiración de sus compañeros e hizo de él una referencia esencial para los pintores jóvenes. Cuando Paul Cézanne murió, diez años después, ya era reconocido como una figura crucial del arte moderno.
El género dominante en la obra de Cézanne es el paisaje, que comprende la mitad de su producción total y que el pintor, como sus compañeros impresionistas, identifica con la práctica de la pintura al aire libre. Pero, a diferencia de los impresionistas, Cézanne otorga también una importancia decisiva a un género propio del taller: la naturaleza muerta.
Retrato de un desconocido
La primera sección consta de un solo cuadro, el único retrato incluido en la exposición: el Retrato de un campesino, de la colección Thyssen-Bornemisza, uno de los últimos lienzos en que trabajó antes de su muerte. El rostro de este viejo campesino ha quedado sin pintar, como un hueco enigmático. Sabemos que Cézanne, cuando le faltaba uno de sus modelos, posaba a veces él mismo ante el espejo. ¿Se trata en realidad de un autorretrato indirecto del pintor?
El Retrato de un campesino está situado en la terraza del último estudio del pintor; entre el interior y el aire libre. Pero esa distinción se supera en el cuadro. La chaqueta azul se confunde a trozos con la vegetación verdiazul del jardín, igual que en esas vistas de la Sainte-Victoire donde montaña y cielo se interpenetran. Desdibujando la frontera entre figura y fondo. Restaurando la continuidad entre el hombre y la naturaleza.
La curva del camino
La segunda sección se centra en los caminos y especialmente en la curva del camino. Cézanne fue un caminante incansable, que salía al campo a buscar sus motivos y recorría a pie, bajo el sol o la lluvia, los alrededores de Aix, escalando la montaña Sainte-Victoire con el morral a la espalda. Odiaba las carreteras modernas; prefería los caminos que se adaptan al paisaje, con sus cambios de punto de vista, con su expectación y sus sorpresas.
Desnudos y árboles
La tercera sección reúne escenas de desnudos y paisajes con árboles. Los cuadros de bañistas son el único sector de la creación cézanniana que no está pintado del natural, y por ello se han considerado siempre aparte. Pero al reinterpretarlos en el contexto de sus paisajes arbolados, sobre todo los pintados en el Jas de Bouffan, la casa de campo de la familia Cézanne, adquieren otro sentido. ¿Y si los desnudos sólo fueran una ensoñación suscitada por los árboles?
Los árboles poseen en Cézanne un valor antropomórfico. En las escenas de bañistas, árboles y desnudos se combinan íntimamente: una figura se esconde detrás de un árbol, o se abraza a él, o se recuesta sobre él; a veces el árbol parece surgir de un cuerpo.
El fantasma de la Sainte-Victoire
Los bodegones de Cézanne están llenos de ecos de sus paisajes. Sobre todo de la montaña Sainte-Victoire, protagonista casi obsesiva de su pintura. El pintor André Masson decía: “Mirad estas naturalezas muertas, siguen el consejo de la Sainte- Victoire: son geológicas.” En muchos de sus bodegones, el mantel sobre la mesa aparece ahuecado, abullonado en forma de montaña, evocando la silueta familiar de la Sainte- Victoire. En la Naturaleza muerta con flores y frutas (c. 1890, Staatliche Museen zu Berlin, Nationalgalerie), la tensión entre el gran ramo de flores y el mantel que se levanta en diagonal encuentra su paralelo en el diálogo entre el pino y La montaña Sainte-Victoire (c.1904, Cleveland Museum of Art).
En las naturalezas muertas de Cézanne, manteles y cortinas irán cubriendo progresivamente la superficie de la mesa, las patas de la mesa y las paredes del estudio, hasta ocultarlas por completo. Hasta sepultar las coordenadas cartesianas del espacio interior, símbolo del control racional del artista, bajo la orografía de un paisaje.
Juego de construcciones
Así como Cézanne convierte sus naturalezas muertas en paisajes, sus paisajes sin figuras y sin movimiento se transforman fácilmente en naturalezas muertas. Se suele decir que la naturaleza muerta se caracteriza por una percepción táctil. El ideal de la percepción táctil es el objeto de forma regular, geométrica; en el paisaje, Cézanne obtiene ese efecto recurriendo a la arquitectura. Casa en Provenza (c. 1885, Indianapolis Museum of Art) nos recuerda las palabras de Giorgio de Chirico: “El templo griego está al alcance de la mano; parece que podamos agarrarlo y llevárnoslo como un juguete colocado sobre una mesa.” Los paisajes de Cézanne están sembrados de tejados rojos, casas como de juguete que funcionan casi como las manzanas sobre las telas de una naturaleza muerta.
ACTIVIDADES COMPLEMENTARIAS
En el contexto de la exposición, el Museo ha organizado, del 5 de marzo al 9 de abril de 2014, un ciclo de conferencias que correrá a cargo del equipo de conservadores del Museo; será losmiércoles a las 17.30 horas en el salón de actos. Y los días 8 y 9 de mayo, un simposio internacional, dirigido por Guillermo Solana, reunirá a diversos especialistas en la obra de Cézanne para debatir sobre las cuestiones planteadas en la exposición.
FICHA DE LA EXPOSICIÓN
Organiza: Museo Thyssen-Bornemisza
Sede y fechas: Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza, del 4 de febrero al 18 de mayo de 2014
Comisario: Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid
Comisaria técnica: Paula Luengo, Área de Conservación Museo Thyssen- Bornemisza
Número de obras: 67 pinturas (58 de Cézanne y 9 de otros artistas)
Publicaciones: catálogo, ediciones en español e inglés; guía didáctica, edición en español;
app de la exposición para tabletas y smartphones, en español e inglés
INFORMACIÓN PARA EL VISITANTE
Museo Thyssen-Bornemisza
Dirección: Paseo del Prado 8. 28014, Madrid
Horario: de martes a domingo, de 10.00 a 19.00 horas. Sábados, de 10.00 a 21.00 horas.
Último pase una hora antes del cierre
Tarifas:
– Entrada general: 11 €
– Entrada reducida: 7 € para mayores de 65 años, pensionistas, estudiantes previa acreditación y familias numerosas
– Entrada gratuita: Menores de 12 años y ciudadanos en situación legal de desempleo
Exposición temporal + Colección Permanente:
– Entrada general: 17 €
– Entrada reducida: 9 €
– Entrada gratuita: menores de 12 años y ciudadanos en situación legal de desempleo
Venta anticipada de entradas en taquillas, en la web del Museo y en el 902 760 511
Más información: www.museothyssen.org
Audio-guía, disponible en varios idiomas
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