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15 años de Arte y Vida artificial, en la Fundación Telefefónica, hasta el 20 de abril

Coincidiendo con el XV aniversario de VIDA, Fundación Telefónica da un giro a estos premios y se propone acercarlos al público general con una vocación más divulgativa que muestre este cruce entre ciencia, arte, tecnología y educación. Esta nueva propuesta, que da continuidad a la actual abriéndose a un foco más amplio, se inicia con la exposición “Premios VIDA 15.0” y se complementa con charlas y talleres divulgativos que aúnan todas las disciplinas que abarca el certamen.

El Espacio Fundación Telefónica expone hasta el 20 de abril las obras ganadoras del Concurso Internacional VIDA 15.0. Este año se presentan por vez primera en el Espacio Fundación Telefónica, que ya acogió en 2012, coincidiendo con la inauguración del centro, la exposición “Arte y VIDA Artificial. Premios VIDA 1999-2012”, una retrospectiva que comprendía una selección de las obras premiadas en ediciones anteriores.

La exposición “Premios Vida 15.0”, que puede verse en la planta cuarta, incluye los tres primeros premios, el premio del público y los dos premios de Incentivos, entre ellos el de Telefónica I+D de nueva creación. Además, se proyecta un documental divulgativo, dirigido por el cineasta José Luis López Linares, sobre la historia de los términos vida artificial vinculada a los Premios VIDA y se muestra un gran mural cronológico en el que pueden apreciarse los hitos históricos del certamen.

Las obras ganadoras

Un año más, las obras premiadas por VIDA exploran desde el arte el concepto de la vida artificial, ofreciendo múltiples perspectivas que se mueven en la zona híbrida en la que confluyen ciencia, tecnología, sociedad y pensamiento. En esta muestra Fundación Telefónica presenta los tres primeros premios, el premio especial del público y dos proyectos apoyados en la categoría “Incentivos a la producción”.

El primer premio, Rotes Rauschen, de la alemana Kerstin Ergenzinge, es una instalación sonora interactiva que nos dirige hacia los anchos de banda sonoros en los que normalmente no reparamos, ya sea porque tendemos a experimentarlos de manera periférica como “ruido blanco” ambiental o porque no podemos oírlos. La instalación emite una serie de zumbidos perceptibles y genera una serie de vibraciones y temblores cuyo origen está en el “ruido rojo” recabado, de modo que el espectador puede sentirlo al introducirse en el espacio. La obra quiere resaltar un ambiente infrasensorial de sonidos y vibraciones procedentes del suelo y del ambiente que habitualmente no atraviesan el umbral de nuestra capacidad sensorial.

El segundo premio ha recaído en el proyecto Moon Goose Analogue. Lunar Migration Bird Facility; en él la alemana Agnes Meyer-Brandis despliega una compleja narrativa de ficción que toma la forma de un detallado proyecto de investigación científica. La propuesta ofrece una reflexión poética y lúdica sobre el estatus del conocimiento científico y mítico y nos invita a revisar las estrategias narrativas utilizadas en la presentación y justificación de la investigación. Moon Goose Analogue. Lunar Migration Bird Facility parte del mito premoderno de un tipo específico de gansos que se creía que emigraban de la Tierra a la Luna para desarrollar una serie de experimentos a través de los cuales se supone que se dedica a criar y entrenar gansos contemoráneos para que adopten el comportamiento de los míticos gansos lunares.

El proyecto Effulge de Yunchul Kim, que se ha alzado con el tercer premio, está protagonizado por un material fluido que posee un comportamiento dinámico sensible a las fuerzas magnéticas, electroestáticas y gravitacionales. Con este material que él mismo ha diseñado, Kim crea objetos e instalaciones de gran valor estético que nos llaman la atención como esculturas y como imágenes dinámicas. Muchos de los experimentos contemporáneos en áreas como la visualización de datos, la simulación por ordenador y la animación digital utilizan la metáfora visual del píxel como unidad más pequeña, que luego aparece en nubes y configuraciones dinámicas complejas para representar el cambio y la diversidad en estructuras de datos.

The Center for Genomic Gastronomy de Catherine Kramer y Zackery Denfeld (Noruega / EE.UU.) ha sido la obra elegida por el público a través de Facebook entre las siete menciones de honor en la categoría “Proyectos finalizados”. Se trata de  un proyecto de arte sobre gastronomía genómica que se inició como centro de investigación en 2011 y que pretende que comprendamos mejor la alimentación en el contexto de la cultura actual, de las nuevas tecnologías de la vida y de la ecología. A través de una variada gama de actividades como la degustación de smog de diversas ciudades, las exposiciones comestibles, la preparación de sushi fluorescente o las máquinas expendedoras de semillas, el centro construye un mapa de las polémicas en torno a la comida, ofreciendo alternativas posibles al arte culinario del futuro.

Además, este año la edición presenta otra novedad: el Premio I+D de “Incentivos a la producción”. Con el Premio I+D, Thiago Hersan y Radamés Ajna (Brasil), autores de memememe –obra elegida de entre los cinco ganadores de esta categoría–, han recibido el apoyo de un equipo de expertos en investigación, desarrollo e innovación de Telefónica y llevado a cabo una estancia en Telefónica I + D en Barcelona. El proyecto que han desarrollado los artistas consiste en cuatro teléfonos móviles y cuatro brazos robóticos con un mecanismo de articulación, controlados por un software de visión diseñado para el reconocimiento facial; así, los artistas han creado un sistema en el que nuestros teléfonos móviles pueden comunicarse como solíamos hacerlo antes de que se inventaran estos mecanismos de comunicación representativos de la cultura actual, es decir, “cara a cara”. Por su parte, el otro proyecto premiado, Deambulatoria, de la pareja de artistas Fernando Gutiérrez y .tape, consiste en un espacio interactivo habitado por criaturas oníricas que se mueven y evolucionan a partir de la presencia del visitante.
Como cada año, Fundación Telefónica sigue apostando por estos premios y lanzará la convocatoria VIDA 16.0, que se abrirá el 23 de abril, coincidiendo con la exposición de los premiados 15.0, hasta el 23 de julio.

LOS PREMIOS VIDA

La vida artificial es la suma de avances en diversos campos, como la mecánica, la relojería, el cálculo matemático, la mecanización y la automatización o la cibernética. En su desarrollo también han influido determinadas herramientas conceptuales, ciertas escuelas de pensamiento y los avances en ciencia y cultura que han transformado la idea misma de la vida. Como telón de fondo, las revoluciones científicas, industriales y de las tecnologías de la información y la comunicación, que han incorporado procesos productivos nuevos y otras maneras de entender la organización misma de la existencia. En  1987 el científico Christopher Langton acuñó el término vida artificial y expresó su confianza en la capacidad de la tecnología electrónica y la ingeniería genética para lograr el desarrollo pleno de nuevas formas de vida.  Veintisiete años después, la vida artificial avanza hacia la investigación y creación de naturalezas artificiales: se simulan los comportamientos de los sistemas vivos en soportes digitales, se animan materiales inertes o se transforma la materia viva.

El concurso VIDA, una iniciativa surgida en 1999 entre los artistas Rafael Lozano-Hemmer, Susie Ramsey, Nell Tenhaaf y Fundación Telefónica, nació con el fin de convertirse en una referencia del arte más experimental que relacionase el arte de vanguardia con la ciencia y la tecnología. Desde sus inicios, hace ahora 15 años, los Premios VIDA hicieron una apuesta por fomentar la investigación y el desarrollo de la escena artística a nivel internacional y fueron una de las iniciativas pioneras dedicadas a las manifestaciones emergentes del arte y vida artificial. A lo largo de estos años, se han consolidado como uno de los premios más prestigiosos y mejor dotados a nivel internacional con un total de 82.000 euros en sus diferentes categorías y por su dirección han pasado artistas tan reconocidos como Lozano-Hemmer, que fue su primer director o a partir de 2005, el artista Daniel Canogar. Desde 2010, Mónica Bello asume la dirección artística del concurso. Junto a la dirección, un jurado de expertos evalúa y selecciona los proyectos presentados.
En sus inicios, el concurso estaba vinculado a la computación y, según han ido pasando los años, ha evolucionado con la incorporación de conceptos de otras disciplinas como la biotecnología, la robótica, la ecología o espacios aumentados y sonoros. Tanto es así que VIDA ha premiado obras que oscilan entre lo científico y lo artístico y que comprenden desde avatares, virus informáticos, autómatas celulares o espacios inmersivos. VIDA es, por tanto, la exploración de un tipo de obra de arte que investiga como lo orgánico y lo tecnológico se fusionan  o conviven. Hoy en día la importancia de la vida artificial se hace evidente en las aplicaciones tecnológicas de uso cotidiano como en software, hardware y más recientemente el wetware.

El perfil de los premiados de VIDA también se ha ido modificando hasta convertirse hoy en el de creadores atentos a los avances tecnológicos y a las últimas investigaciones científicas que les permiten inaugurar discursos significativos en el arte actual. Por este motivo, los circuitos en los que se mueven se caracterizan por su multidisciplinariedad y en ellos confluyen artistas, científicos, diseñadores, programadores o teóricos de los new media. Las 200 obras premiadas y casi 2.000 proyectos presentados en sus 15 años ofrecen una amplia muestra de la evolución del discurso arte-vida, profundamente marcado por las ciencias de la vida y por los avances en los ámbitos de la robótica, la informática y las telecomunicaciones.

Logopress - Editor

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