El pasado sábado 10 de mayo comenzó la temporada 2014 del Tren de la Fresa, un ferrocarril histórico-turístico que cumple 30 años de existencia y que se ha convertido en el decano de este tipo de trenes en España. En la presente campaña -con una primera fase que se extenderá hasta el 29 de junio, y una segunda, que tendrá lugar entre el 6 de septiembre y el 26 de octubre- se han programado 28 viajes.
Estos se realizarán, como ya es tradicional, los sábados y domingos, incluyendo una visita guiada al Palacio Real de Aranjuez, realizada por guías oficiales de turismo de la Comunidad de Madrid y una visita libre al Museo de Falúas, así como descuentos en el Museo Taurino y diversas actividades de ocio.
Su puesta en marcha es una iniciativa conjunta del Museo del Ferrocarril-Fundación de los Ferrocarriles Españoles, la Comunidad de Madrid, el Ayuntamiento de Aranjuez y Patrimonio Nacional. Además, en esta edición se cuenta nuevamente con el apoyo extraordinario de Renfe, que ha facilitado los recursos necesarios para poner en circulación este ferrocarril histórico y ha colaborado con la cesión de una locomotora diésel.
La composición del Tren de la Fresa la completan un furgón y un vagón de los años 60 y cuatro coches de madera denominados ‘Costa’, construidos entre 1914 y 1930, que cubrían los servicios de cercanías de la compañía MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante). Dos de los coches se presentan renovados en esta campaña, tras haber sido sometidos a un proceso de revisión y restauración.
Lo que hoy es un interesante recorrido turístico, cultural y de ocio, en su día supuso todo un reto que nacía con la intención de dar salida al Mediterráneo a la capital de España. El primer tramo de este ambicioso proyecto, la línea Madrid-Aranjuez, se inauguró el 9 de febrero de 1851 en medio de una gran expectación y bajo la presidencia de la Reina Isabel II. El artífice fue el marqués de Salamanca, quien pensó unir la capital con el Palacio donde pasaba sus épocas de descanso la Familia Real. Este punto de encuentro de la aristocracia era una buena elección para hacer una demostración práctica que convenciera a la Reina y a su entorno de las ventajas del ferrocarril.
Un ejemplo de turismo cultural
El Tren de la Fresa sigue fiel a su cita anual desde que en 1984 se promoviera la idea de rememorar el recorrido del que fue el primer ferrocarril de la Comunidad de Madrid y el segundo de la Península. Hoy el recorrido se ha transformado en un atractivo viaje en tren al que se suman la riqueza arquitectónica, artística, paisajística, cultural y gastronómica del Real Sitio de Aranjuez, una ciudad que conserva todo el sabor y esplendor de su regia historia. Durante todo este tiempo, los históricos coches de madera del Tren de la Fresa han transportado a miles de viajeros ofreciendo una experiencia única que aúna ocio y cultura.
En la Exposición Universal de Shanghái 2010 el Tren de la Fresa fue elegido para estar presente en el stand de ICOM (Consejo Internacional de Museos), donde se mostraba la realidad de los museos en los cinco continentes, como ejemplo de contribución de un museo a la revitalización y el dinamismo económico a través de un producto de turismo cultural.
El proyecto del Tren de la Fresa surge por iniciativa del Ayuntamiento de Aranjuez, que con motivo de las ‘Fiestas de la Primavera’ del año 1984, quiso organizar un acto especial para conmemorarlo; por otra parte ese mismo año de 1984 se cumplían 133 años de la inauguración de la línea Madrid-Aranjuez y el Museo del Ferrocarril abría sus puertas en la nueva sede de la antigua estación de Delicias, donde ya era posible la exhibición de material ferroviario en sus vías. Con tal motivo estas Instituciones: Ayuntamiento de Aranjuez, Renfe y el Museo del Ferrocarril, se pusieron en contacto y entre las tres se materializó el mencionado proyecto.
Historia y curiosidades
El Tren de la Fresa rememora la puesta en marcha del primer ferrocarril de Madrid , que unió la capital con el Real Sitio de Aranjuez. Ese primer tramo de apenas cincuenta kilómetros era en realidad un planteamiento estratégico que nacía “buscando el mar” y que se pudo consolidar gracias al tesón y a la osadía de su promotor, el marqués de Salamanca.
Hubo varios proyectos antes de realizarse el definitivo, auspiciado por el marqués de Salamanca, y en todos se eligió Aranjuez como final de la línea porque en aquella época la Corte pasaba grandes temporadas allí y era cita de la aristocracia y de las gentes relacionadas con Palacio.
Las obras de la nueva línea se dieron por concluidas el 8 de febrero de 1851 y un día después se celebró su inauguración. La presentación en sociedad de tan magno acontecimiento se convirtió casi en una fiesta popular, dada la masiva asistencia de gente, con la Reina Isabel II y la plana mayor del Gobierno, con Bravo Murillo a la cabeza, quienes tras la celebración de una misa en la cabecera de la línea realizaron el viaje de ida y vuelta completo. Los actos se prolongaron durante todo el día con sendos banquetes en Madrid y Aranjuez.
En un principio, la línea Madrid-Aranjuez fue considerada como un medio para el divertimento de la Corte, pero también sirvió para abastecer al mercado de Madrid de las frutas y hortalizas regadas por el río Tajo.
Desde que comenzó a funcionar el servicio de esta segunda línea peninsular, contó con gran aceptación entre la población, fundamentalmente por el envío de los productos de la huerta ribereña a Madrid, destacando la emblemática fresa, producto por excelencia del Real Sitio que da nombre al Tren.
Por indicación del marqués de Salamanca, se prolongó la vía desde la estación de Aranjuez hasta el Palacio, llegando hasta la puerta de Damas del patio y, cuenta la leyenda, que los últimos carriles eran de plata.
Antes del camino de hierro Madrid-Aranjuez, el desplazamiento duraba alrededor de seis o siete horas, con una única diligencia al día de no más de veinte viajeros. Después hubo tres trenes diarios con capacidad de hasta 690 personas, con una duración de hora y media aproximadamente.
Los coches de viajeros
Los coches ‘Costa’ fueron construidos para los servicios de cercanías de la Compañía MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante) entre 1914 y 1930. Se fabricaron de madera porque MZA consideraba los metálicos demasiado calurosos para ser utilizados en sus líneas costeras. Estos coches, que prestaron servicio fundamentalmente en la costa catalana, están montados sobre bogies, lo que fue un gran adelanto en su época, cuando casi todos los coches de cercanías eran de dos o tres ejes. Además, están dotados de plataformas abiertas con “balconcillo” en los extremos y cuentan con la posibilidad de circular entre los coches. Traían de origen calefacción de vapor y alumbrado de gas que posteriormente fue sustituido por alumbrado eléctrico.