Este día, que Joyce eligió porque el 16 de junio de 1904 tuvo su primera cita con Nora Barnacle, la que años después sería su mujer y madre de sus hijos, se seguirán los ritos que página tras página Leopold Bloom vive en la novela: comenzar el día con un baño en la playa de Forty Foot y visitar la Martello Tower, donde comienza la novela, hoy convertida en uno de los varios museos dedicados a Joyce, tomar un borgoña y un sandwich de Gorgonzola en el pub Davy Byrne en Duke Street, tal y como hizo Bloom o tomar una pinta en Ormond Quay.
Todo, como en la novela, desde las 8 de la mañana hasta la madrugada del día siguiente. Claro que el tiempo transcurrido desde la Irlanda de principios de siglo XX hasta la actualidad hace imposible seguir una ruta exacta a la planteada en el Ulises. Por ejemplo, uno de los lugares emblemáticos del personaje de Bloom, su propia casa, en el 7 de Eccles Street de Dublín, ya no existe. De otras zonas de la ciudad, como el distrito rojo o Nighttown, sólo queda un leve recuerdo.
Para continuar el recorrido, el Centro James Joyce organiza paseos y tours guiados cronológicamente para conocer las localizaciones principales de la novela. Los visitantes que deseen ir por libre, podrán descargarse el Mapa de Ulises (http://www.visitdublin.com/pdf/ULYSSES-MAP.pdf) para seguir los pasos de Leopold Bloom por muchos de los edificios públicos, iglesias y bares mencionados en la obra que todavía existen. Entre ellos, destacan lugares tan interesantes como el Museo de los Escritores de Dublín en Parnell Square; Newman House en St. Stephens Green, así como la Biblioteca Nacional de Irlanda en Kildare Street, que acoge una importante colección de manuscritos y documentos del escritor dublinés.
En el Bloomsday, y algunos antes o después porque las fiestas duran hasta una semana, muchos se vestirán como lo hacían los personajes de Ulises a principios de siglo y participarán en los festejos que tienen lugar en torno al Bloomsday que se celebran desde hace ya 60 años (más información en http://jamesjoyce.ie).
Un autor controvertido
En todo caso este rendido homenaje, único en el mundo, que Dublín rinde a su escritor más emblemático, es bastante insólito y se trata de un amor no correspondido. Joyce acabó odiando Irlanda en general y Dublín en particular, de hecho vivió gran parte de su vida fuera de ella e incluso no quiso ser enterrado en la capital irlandesa. Por la otra parte, los irlandeses guardaron, hasta no hace tanto tiempo, bastantes reticencias hacia Joyce. De hecho sus obras llegaron a estar prohibidas durante años en la ‘isla esmeralda’, cuando el escritor era un símbolo de Irlanda en el resto del mundo. El autor fue calificado de pornógrafo y su colega y compatriota Virginia Woolf dijo que nunca había leído tal basura. Alguien comentó también que es la obra menos leída y de la que más se habla y sigue considerándose una de las obras maestras de la literatura inglesa.
Recorrido por Dublín
Cualquiera que hoy en día visite Dublín, siguiendo la recomendación de Jetcost, siente una enorme curiosidad por saber quién era Ulises. Es difícil dar un paso por la ciudad sin encontrarse con una escultura dedicada a Joyce, una placa recordando uno de los pasajes de la novela, algún monumento recreado a sus personajes, libros y recuerdos con su efigie por todos lados y, si por casualidad, se pasa por alto su ubicua presencia, en la oficina de turismo preguntarán invariablemente si ya conoce la ruta Joyce. El propio Joyce dijo que si alguna vez se destruía Dublín podría ser reconstruida piedra a piedra, siguiendo los pasos de su novela.
Y es que lo mejor de la capital de Irlanda sigue siendo sus pubs. Los ingleses los inventaron pero aquí en Dublín han conseguido una idiosincrasia que los hace únicos e irrepetibles. En ellos la gente se reúne, discute, canta y cuando le apetece, toca algún instrumento de música sin previo aviso, sin olvidarse nunca de mantener las rituales rondas de cerveza negra Guiness. Cada miembro de un determinado grupo tiene que pagar una ronda antes de proseguir a un nuevo pub. Afortunadamente, se sirven comidas y las borracheras no suelen ser inmediatas. Si no se conoce a nadie, una buena forma de introducirse en ese mundo es a través de un Pub Crawl.
Ciudad de contrastes
Dublín es una ciudad llena de contrastes y contradicciones. Tan pronto se está en una elegante plaza georgiana como St. Stephens Green, para encontrarse unos metros más adelante con zonas de acusada pobreza y marcado abandono. La ciudad está delimitada por dos grandes canales y partida en dos por el río Liffey. Dicen que la zona norte es la de la clase obrera y la sur la de los ricos. La realidad es matizadamente distinta. En el norte el interés se concentra en OConnell St., columna vertebral de la ciudad y donde posiblemente queden el mayor número de recuerdos del mundo de Joyce y de la Independencia.
Hoy se intenta olvidar ese pasado disfrazando los antiguos edificios de la nobleza angloirlandesa con nombres gaélicos. Hay una verdadera obsesión por implantar una lengua que prácticamente nadie utiliza pero que parece enriquecer unas recientemente encontradas señas de identidad. Que nadie se sorprenda cuando le digan que el nombre oficial de la capital de Irlanda no es Dublín sino Baile Atha Cliath. El parlamento es el Dail, al primer ministro se le llama Taoiseach y a nivel práctico no hay que olvidarse que a la policía se la conoce por Garda y, si se necesita un servicio con urgencia, hombre es fir y mujer mna.
Literatura y monumentos
La tradición y el amor por la literatura de los dublineses se refleja en las numerosísimas librerías y en el cuidado que suelen tener con los edificios relacionados con algunos de sus grandes escritores. No sólo se pueden seguir los pasos de Joyce, sino también los de otros muchos novelistas y poetas. Nada menos que tres de sus hijos han conseguido el Premio Nobel de Literatura: G. Bernard Shaw en 1925, W.B. Yeats en 1938 y Samuel Beckett en 1969. Y aún habría que citar a Oscar Wilde, a Swift, el autor de Los Viajes de Gulliver, sin pasar por alto a dramaturgos como Synge o OCasey que han tenido en el Abbey Theatre, desde 1904, un foro permanente donde dar a conocer sus obras.
Situada bajo la protección del santo patrón de Irlanda, la Catedral de San Patricio es el principal templo de la Iglesia Protestante de Irlanda y data del siglo XII, aunque ya existía una capilla con anterioridad. En ella están enterrados Swift y su amada Stella. La otra catedral protestante de Dublín es Christ Church, del siglo XII. No muy lejos, nada está lejos en Dublín, se encuentra el Castillo de Dublín, que ha sido testigo de la historia de la ciudad y símbolo de la dominación inglesa y también al lado se halla Temple Bar, uno de los barrios más populares tanto para locales como para visitantes por el aire bohemio de los restaurantes, bares y tiendas diseminadas por sus empedradas calles, donde en verano se celebran festivales al aire libre.
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ENRIQUE SANCHO
Más información: www.ireland.com
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