“Este proyecto reúne la expresión de una tradición milenaria representada en la figura del ‘jardín japonés’ y su vigencia en la obra de arquitectos y paisajistas que lo han adoptado en su ideario estético, como Tadao Ando, Isamo Noguchi, Toyo Ito, Kengo Kuma y Shigeru Ban”, afirma la comisaria Menene Gras. La muestra también confronta los principios del jardín japonés con los del mundo de la cartografía y del mapa.
Esta instalación efímera, ubicada en el pabellón de la Purísima del Recinto Modernista de Sant Pau, de Barcelona, se inaugura el miércoles 9 de julio a las 19.00 horas y se podrá visitar del jueves 10 de julio al domingo 2 de noviembre de 2014. La entrada a la muestra es de 8 euros, tarifa general de acceso al Recinto Modernista de Sant Pau.
Un paseo para los sentidos y la reflexión
En palabras de Pizarro, “el jardín japonés constituye una representación del mundo, una especie de microcosmos donde se produce una ausencia de escala. Los diferentes elementos que lo componen se relacionan entre sí con un orden simbólico. Cada trazo, cada vegetación, cada color posee su significado”.
De este modo, las ocho estructuras que conforman el archipiélago nipón, y el jardín, tienen continuidad entre ellas y el visitante podrá desplazarse como en el interior de un organismo vivo, sobre un mar de sal, un símbolo de lo que queda “cuando el agua desaparece”, explica la artista.
La coloración del musgo representa la densidad de población en la isla, de los rojos y naranjas que identifican las zonas más pobladas, hasta llegar a las distintas escalas de verdes, las menos habitadas. Los bonsáis indican las 20 ciudades con más población.
La tradición del jardín japonés
Sakkei, el ‘enmarcado’, es uno de los aspectos fundamentales en cualquier jardín japonés, para conducir la mirada y lo que posibilita su propia existencia. En este caso, este marco se identifica con el pabellón de la Purísima del Recinto Modernista de Sant Pau.
En el texto elaborado por la comisaria para esta exposición, los modelos de jardín que se empezaron a construir en Japón respondían a dos tipos de iniciativas: el jardín de los emperadores y de la nobleza diseñado para el placer estético, como se puede ver en los primeros jardines del palacio imperial de Kioto construido en el siglo VIII; y el jardín adyacente a los templos budistas, diseñados para la contemplación y la meditación. Los jardines japoneses se desarrollaron a partir del intercambio comercial, político y económico entre China y Japón durante el período Asuka, en los siglos VI y VII, donde también se produce la llegada del budismo procedente de China y la introducción de la escritura kanji.
El jardín realizado por Esther Pizarro responde al karensansui, un estilo de jardín seco con una base de arena o grava que invita a la meditación según se rastrilla representando las olas del mar y que contiene piedras, arbustos o maderas, entre otros elementos de la naturaleza.
Modelo de orden y armonía, un jardín japonés se concibe como un espacio de meditación en comunión con la naturaleza. Representa el universo y se crea para inspirar vitalidad y serenidad. Así, pues, en base al archipiélago que configura el país nipón se ha diseñado un jardín japonés que trata de conectar con los valores estéticos universales de esta cultura.
Esther Pizarro, la artista
Datos de interés:
“Un jardín japonés: topografías del vacío”, de la artista Esther Pizarro
Pabellón de la Purísima del Recinto Modernista de Sant Pau, de Barcelona
Organizado por Casa Asia
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