El Centro de Arte Contemporáneo de Málaga presenta la primera gran exposición individual en un museo español de Marc Quinn. Violence and Serenity es una exposición comisariada por Fernando Francés en la que se podrán ver 48 obras nuevas y recientes, algunas de ellos concebidas expresamente para la exposición en el CAC Málaga. Marc Quinn sigue investigando sobre algunos de los temas fundamentales de la actualidad.
El artista se dio a conocer como uno de los componentes de los Young British Artists (YBA’s) y uno de los artistas más importantes de su generación. Sus esculturas, tapices, instalaciones y pinturas reflejan términos antagónicos y exploran la relación del arte y ciencia, el cuerpo humano y la percepción de belleza, la muerte y el origen de la vida. Su trabajo se caracteriza por emplear una gran variedad de materiales y técnicas. Marc Quinn vive y trabaja en Londres. En esta exposición colabora el British Council.
Marc Quinn comenzó a tener notoriedad internacional en la década de 1990, cuando produjo algunas de sus obras más emblemáticas, como Self (1991), un autorretrato escultórico realizado con su propia sangre, e Incarnate (1996), que se podrá ver en esta exposición. Desde entonces, sus obras combinan el uso sin concesiones de diferentes materiales con el rigor conceptual para enfrentarse de lleno a la mortalidad biológica del ser humano, la decadencia del mundo natural y el poder dominante del deseo humano.
Para Fernando Francés, director del CAC Málaga: “El curso natural de la vida y los avances científicos concebidos para evitar la destrucción y la muerte se enfrentan en la obra de Marc Quinn, su trabajo refleja precisamente aquello que la realidad no quiere mostrar. Los conflictos bélicos que se suceden en gran parte del mundo están muy presentes en sus últimas series (…) La belleza en la muerte y la violencia, las representaciones de cuerpos y seres vivos imposibles de encontrar en un estado natural, presentándose como nunca antes lo han hecho ante el ojo humano, retratos realizados a partir del ADN, en definitiva, su trabajo es una invitación a retar continuamente los principios y pilares del conocimiento humano. El espectador se adentra en un laboratorio en el que sucumbe la ciencia ante el arte y la muerte ante la belleza eterna”.
Esta exposición girará en torno a un nuevo conjunto de obras titulado The Toxic Sublime: paisajes distorsionados que desdibujan los límites entre la pintura y la escultura. En ellas, Quinn emplea un método de trabajo contradictorio: aplica la imagen de un amanecer hermoso sobre una lámina de aluminio, y la somete a un proceso de desintegración, alteración y decadencia «tóxicas» mediante una capa de pintura pulverizada que más tarde lija de forma repetida. Durante este largo proceso, Quinn añade a su composición elementos del mundo urbano «real», como cadenas o tapas de alcantarilla, que coloca bajo la obra durante el lijado para que sus contornos sobresalgan en la imagen. Además, amplifica los agujeros, las líneas y las estrías de la superficie de la obra mediante un proceso de curvado y plegado del aluminio. Como resultado, las pinturas mantienen los elementos de un paisaje terrestre o marítimo, y, sin embargo, poseen la presencia física de la escultura.
En las series The Creation of History e History Painting, formada por óleos sobre lienzo y tapices Jacquard, Quinn retorna a una forma de arte antigua: la pintura de historia. Sin embargo, la trae directamente hasta el presente, pero centrada en la manera en la que las personas responden de forma subjetiva ante los eventos contemporáneos y al modo en el que se crea la memoria colectiva teniendo en cuenta el pasado histórico. En estas obras, Quinn selecciona imágenes conocidas de conflictos recientes tomadas de los medios —alborotadores enmascarados en Estambul, manifestantes en Río de Janeiro y participantes en las protestas contra las medidas de austeridad en Grecia— y las vuelve a pintar en lienzos de gran formato.
El artista pone el foco en los individuos y los singulariza con salpicaduras de color que, al mismo tiempo, velan y agudizan la tensión de cada imagen. De alguna manera, las obras reflexionan sobre la naturaleza invasora e indiscreta de los medios, pero siguen siendo, no obstante, retratos íntimos de personas que se encuentran activamente atrapadas en la historia. Los tapices de Quinn —casi manifestaciones literales de la noción de historia entendida como el entrelazamiento de diferentes hilos o historias, y versiones analógicas actuales de las imágenes pixeladas de los medios— dan continuidad a esta idea.
En las pinturas de la serie Labyrinth y en las obras de iris, el artista reflexiona sobre las ideas de identidad y control, agresión y rendición. En Labyrinth Painting (MQ 300 CR) (2012) incorpora una forma de identificación —la huella dactilar— en óleos ovalados monocromáticos que poseen una superficie escultórica. En las pinturas y esculturas de iris se puede ver un iris humano que se transforma en un mapa microscópico de la identidad del individuo. Estas series apuntan al poder enigmático del «gran hermano», o lo que el artista ha descrito como una «visión mediática paranoica durante las 24 horas»: el intento de controlar el movimiento y la libertad individuales en un mundo incontrolable.
Quinn continúa con el tema de la cartografía en la obra Towards a New Geography (Orebody) (2014), que presenta un mundo cuyo mapa es una simple metáfora de algo que fluye y evoluciona constantemente. Esta obra realizada en óleo sobre lienzo representa un mapamundi mudo sobre un fondo negro, oculto por salpicaduras de pintura que, a su vez, crean nuevas formas en las configuraciones reconocibles de la masa terrestre. Estas nuevas zonas geográficas, que están pintadas con óleo negro pero son similares a manchas de petróleo, sugieren tímidamente los efectos del cambio geopolítico que se está produciendo por efecto de las fuerzas económicas y políticas, que determinan —y reducen— caprichosamente el mundo natural.
La obra Self Portrait after Zurbarán (The Shadow) (2014) forma parte de una serie de pinturas al óleo sobre lienzo en las que el artista se representa a sí mismo con diversos atuendos urbanos, tanto con sus propios ojos como con los ojos de otros. Estos autorretratos cuestionan el modo en que ciertas elecciones de vestuario y ciertos «uniformes» de la cultura urbana suscitan respuestas inmediatas en la mente del espectador, puesto que convierten al modelo en un «estereotipo» reconocible, con independencia de quién sea realmente la persona. Del mismo modo, la reciente serie de esculturas de hormigón de Quinn, de la que forman parte Id (2012), Zombie Boy (City) (2011) y The Beauty of Healing (2014), representa a personajes contemporáneos antisistema, como alborotadores enmascarados, encapuchados o nómadas tatuados. En Life Breathes the Breath (Inspiration) (2012), Quinn se representa como una figura semejante a la imagen de un Buda, sentado en el suelo con las piernas cruzadas, vestido con atuendos propios de la juventud urbana —vaqueros, sudadera con capucha y gorra— contemplando una calavera, como si estuviese mirando directamente al abismo de su propia mortalidad.
Las ideas de mortalidad, carne y muerte, así como la cuestión de la naturaleza muerta como memento mori, tienen continuidad tanto en la serie Flesh Painting como en las nuevas esculturas talladas a partir de distintos tipos de piedras preciosas. Las «pinturas de carne» apuntan a uno de los temas más recurrentes de Quinn: la dependencia del individuo de la naturaleza y de la propia mortalidad, y la relación con ellas. En estas obras, la carne de animal está pintada en primer plano, creando obras puramente abstractas que enfatizan la belleza de la naturaleza al mismo tiempo que confrontan al espectador con sus propios temores y la repulsión hacia la muerte.
De un modo similar, en The Invention of Carving (2013), una escultura de un jamón serrano de un tamaño mayor de lo normal tallada en ónice rosa e inspirada en las esculturas de carne de la dinastía Ching (1644-1911), Quinn aúna la idea de nuestro apetito por los alimentos con nuestro apetito por el arte, cuestionando tanto su evolución como su correlación.
En Stealth Desire (Etymology) (2013) y The Architecture of Life (2013), Quinn también utiliza las formas de ready-mades naturales que modifica por medio de la tecnología tridimensional. The Architecture of Life adopta una de las formas escultóricas naturales preexistentes más perfectas, la concha, que Quinn ha ampliado y fundido en bronce. El interior de la escultura está muy pulido, y sus profundidades reflectantes contrastan con los anillos en relieve exteriores que representan su edad natural, sincronizando el pasado y el presente en una forma única.
Marc Quinn nació en Londres en 1964. Estudió Historia del Arte en el Robinson College en Cambrigde. Trabajó como asistente para el escultor Barry Flanagan. Empezó a darse a conocer en la década de los 90. En la actualidad, Marc Quinn es uno de los artistas más importantes de su generación. Su trabajo explora la relación entre arte y ciencia, el cuerpo humano y la percepción de la belleza, entre otros temas. En 1991 Marc Quinn saltó a la fama con su escultura Self (1991) realizada a partir de un molde de su cabeza hecho con su propia sangre congelada.
Recientemente ha expuesto en ARTER, Space of Art de Estambul (2014); en el White Cube de Hong Kong, 2013; en la Fondazione Georgio Cini (2013); en el Multimedia Art Museum de Moscú, 2012; en el Oceanographic Museum de Monaco, 2012; en el Kunsten Museum of Modern Art Aalborg de Dinamarca, 2012; en la Fondation Beyeler de Basel, 2009; en la Gross Michael Foundation en Dallas, 2009; en el British Museum, 2008; en la Fondation pour l’art contemporain de Montreal, 2007; en el Groninger Museum, 2006; en MACRO, Roma, 2006; en el Irish Museum of Modern Art de Dublin, 2004; en la Tate Liverpool, 2002; en la Fondazione Prada en Milán, 2000; en el Kunstverein Hannover en 1999 y en la Tale Gallery de Londres, 1995.
Del 12 de septiembre al 30 de noviembre de 2014