En el lienzo, la figura del santo aparece iluminada con un fuerte tratamiento de claroscuro sobre el fondo casi negro, lo que corresponde al estilo tenebrista de Ribera, en cuyo taller son frecuentes en esos años los encargos de apostolados con este tratamiento pictórico.
La restauración, que ha sido llevada a cabo por la conservadora restauradora del IPCE, María Porras-Isla Fernández, ha fijado los estratos de policromía, suprimiendo las deformaciones del soporte y adhiriendo injertos en las faltas de lienzo original, para conseguir la estabilidad estructural a la obra. La posterior eliminación de barnices añadidos y repintes posteriores de la capa pictórica ha permitido recuperar el dibujo de los pliegues del manto, los matices cromáticos de las carnaciones del santo y del pez, y la rotundidad de la figura que destaca sobre el fondo oscuro.
Respeto al original
El criterio adoptado para el tratamiento cromático de reintegración se ha tomado bajo los criterios fundamentales e internacionalmente aceptados de máximo respeto al original y mínima intervención. En este proceso se ha procurado restaurar la unidad estética y conceptual de la obra, reintegrando cromáticamente las zonas que facilitan la lectura de la imagen del Santo y sus atributos. La restauración se ha realizado siempre con materiales reversibles y técnica identificativa, logrando la integración de aquéllas faltas que permitían su reconstrucción sin hipótesis.
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