Paralelamente a la programación de la zarzuela Carmen de Bizet en el Teatro de la Zarzuela, el Museo Thyssen-Bornemisza organiza, del 7 de octubre al 9 de noviembre de 2014, una pequeña exposición de diecisiete obras dedicada al mito de Carmen a través de las colecciones españolas. La muestra situada en el balcón mirador de la primera planta, con acceso directo y gratuito desde el hall, ofrece al visitante la posibilidad de profundizar en la iconografía que ha rodeado a la siempre polémica y polifacética figura de Carmen.
La exposición no pretende tanto ser un trasunto de Carmen en la pintura, como una ilustración del universo cargado de simbolismo que envuelve al personaje creado por Mérimée y popularizado por Bizet. Se organiza en torno a tres ejes temáticos siguiendo un recorrido cronológico: la imagen de Andalucía en la época de Mérimée -a través de un conjunto de obras costumbristas del siglo XIX-; las “hijas” de Carmen en la pintura española de comienzos del siglo XX; y Carmen convertida en mito universal en la obra de Pablo Picasso. Asimismo, cuenta con un apartado documental de partituras y libretos.
Las obras de los pintores costumbristas del siglo XIX reproducen imágenes típicas de la Andalucía de su época, destinadas en su mayoría a una clientela extranjera. Tal es el caso, por ejemplo, de La Giralda desde la calle de Placentines (c.1836) de José Domínguez Bécquer, que repite el mismo esquema ya utilizado tres años antes por el pintor escocés David Roberts, monumentalizando la famosa torre de la catedral sevillana. Salida de la plaza (1847) de Ángel María Cortellini y Escena en una venta (1855) de Cabral Bejarano evocan dos de los motivos centrales de la novela de Mérimée: la fiesta taurina y el bandolerismo, otorgando a los personajes masculinos el papel protagonista.
El paisajista Manuel Barrón y Carrillo dedicó numerosos cuadros al tema del contrabando; en Emboscada a unos bandoleros en la cueva del Gato (1869), donde el paisaje clasicista contrasta con el turbulento mundo de los contrabandistas, existe una clara dicotomía entre el papel activo de los personajes masculinos y el más pasivo y sentimental de la mujer, que protege a su hijo. La novela de Mérimée y la opera de Bizet, al tiempo que confirmaban ese patrón sexista con el asesinato de Carmen, lo ponía en crisis debido a la superioridad intelectual y ética de la protagonista.
En la pintura de finales del siglo XIX y comienzos del XX el personaje de Carmen encuentra eco en mujeres que toman conciencia de sí mismas y de su papel en la sociedad. Sin embargo, estas “hijas” de Carmen, representadas por artistas masculinos, muestran siempre una dualidad entre su importancia social creciente y su adscripción a roles tradicionales. Es el caso de Julia (c. 1915) de Ramon Casas. Su mirada es desafiante y la torera negra y roja -indumentaria que la opera de Bizet contribuyó a poner de moda- alude a una inversión de roles masculino y femenino. Sin embargo, los claveles que adornan su pelo y su amplio escote la convierten en objeto de deseo. La exposición también incluye un boceto de la célebre obra de Gonzalo Bilbao Las Cigarreras en la fábrica (1915), donde el pintor sevillano rinde homenaje a las trabajadoras de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla; a pesar del tema, cualquier afán de reivindicación social queda diluido fruto del protagonismo concedido a las dos mujeres engalanadas de fiesta -modelos profesionales, posiblemente- que desatienden su labor y miran directamente al espectador.
La huella de la Carmen de Mérimée y Bizet está muy presente en la obra de Picasso, especialmente en las tauromaquias de los años treinta. Tal es el caso, por ejemplo, de Corrida de toros (1934) de la colección del Museo, en la que un toro antropomórfico lucha contra un caballo montado por un picador con cabeza en forma de reloj, símbolo de la muerte. La corrida de toros constituye asimismo el substrato simbólico del libro Le Carmen des Carmen (1964) de Prosper Mérimée y Louis Aragon, ilustrado por Picasso. Si los vínculos de la historia de Carmen con la fiesta nacional ya habían sido sugeridos por Mérimée y Bizet, en Picasso alcanzan su máxima expresión, subrayando así el fatalismo de las relaciones amorosas entre hombre y mujer.
Picasso se aparta así del carácter folclórico de Carmen para enfatizar el destino trágico de sus protagonistas. En su obra, al tiempo que toro y caballo –yegua, casi siempre– intercambian sus papeles de verdugo y víctima, simbolizan también el combate entre hombre y mujer, la lucha entre la vida y la muerte y, en última instancia, la del pintor y la pintura.
La exposición se completa con los libretos y partituras del estreno de la ópera de Georges Bizet en formato de zarzuela en Madrid y Barcelona, en 1887 y 1890 respectivamente. El proyecto incluye también un ciclo de cine en el que se proyectarán películas de Otto Preminger, Jean-Luc Godard o Carlos Saura, entre otros.
Del 7 de octubre al 9 de noviembre de 2014 (Acceso gratuito)
Imágenes para prensa: Pablo Picasso. Femme de profil à l´éventail, 1964, ilustración para Le Carmen des Carmen de Prosper Mérimée y Louis Aragon, 1964. Colección Bancaja, Valencia (Izqda.) © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2014. Gonzalo Bilbao Martínez. Las cigarreras en la fábrica, 1910. Óleo sobre lienzo, 162 x 108 cm. Altadis, Madrid