Las obras de arte que están presentes en esta muestra reflejan únicamente las opiniones de sus autores, pero no representan en modo alguno una opinión o actitud del Museo en relación a los asuntos y expresiones que en ellas se manifiestan.
El Museo Reina Sofía respeta la libertad de expresión y la libertad de creación artística, de igual modo que respeta todas las creencias y la libertad de opinión de las personas que han sentido herida su sensibilidad.
Por otra parte, esta institución no ha censurado ni puede censurar la obra de un artista, pues atentaría de lleno contra la libertad de expresión, que viene amparada por nuestra Constitución. El censurar una obra violaría el derecho a la difusión artística.
En lo que se refiere en concreto a la obra en cuestión, que ha sido mostrada anteriormente en otras exposiciones, utiliza una expresión propia de un contexto histórico específico y determinado, y sólo puede ser interpretada y discutida metafóricamente en el presente. Es así como lo entienden las artistas. Asimismo, una obra de arte no tiene una única interpretación y ofrece siempre la posibilidad de expresión de múltiples puntos de vista sobre ella.
Por último, hay que destacar también que, en el ámbito de las funciones que competen al Museo Reina Sofía, éste intenta ser un espacio de diálogo y reflexión sobre distintos temas, algunos de ellos controvertidos, sin que ello implique, en ningún caso, ánimo de ofender o un ataque a las creencias de los visitantes, por los que siente el más absoluto de los respetos, como no puede ser de otra forma.
El Reina Sofía sale al paso de las protestas del colectivo Hazte oir, de inspiración católica, que considera que este museo público se pone al servicio del odio religioso contra los católicos, acogiendo las soflamas del colectivo abortista argentino ‘Mujeres Públicas’. «El Papa es argentino y el aborto clandestino». «Si el Papa fuera mujer, el aborto sería ley» son algunas de las proclamas que reproducen estas radicales feministas en la exposición, acompañado por la apología de «La única iglesia que ilumina es la que arde». Todo ello formando parte de una exposición, presentada y que pretende seguir abierta hasta el próximo 9 de febrero, que encima tiene a gala llamarse ‘Un saber realmente útil’.
Mujeres Públicas son Magdalena Pagano, Lorena Bossi y Fernanda Carrizo, un grupo creado en 2003, en Buenos Aires, y concurren en una muestra de más de 30 autores. Traen un vídeoperformance en el que aparecen pintando la expresión «aborto legal» y otras ocho de sus conflictivas acciones perpetradas a lo largo de tres años, siendo permanentemente su presión por la imposición de una legislación de aborto libre en Iberoamérica.
Un saber realmente útil contrasta las matemáticas con la filosofía
Un saber realmente útil toma como punto de partida la noción de “saber realmente útil” acuñada a principios del siglo XIX para contrastar las disciplinas orientadas hacia la producción, consideradas las verdaderamente útiles, como la ingeniería o las matemáticas, y otras “no tan prácticas” como la política, la economía o la filosofía.
La exposición reúne obras de más de una treintena de artistas en múltiples formatos (pintura, fotografía, vídeo, tapiz, documentos, murales, etc.) así como 12 instalaciones producidas expresamente para la ocasión. Contará tanto con artistas españoles (el colectivo Subtramas y Nuria Güell) como extranjeros. Entre ellos figuran algunos de reconocida trayectoria como Mladen Stilinovic o Cecilia Vicuña y otros creadores más jóvenes (Brook Andrew, Catarina Simao o Trevor Paglen) o de interesante trayectoria como Hannah Ryggen. En Un saber realmente útil también estarán presentes artistas y colectivos cercanos al activismo, como Victoria Lomasko o el grupo Mujeres Públicas.
Un saber realmente útil cuenta además con un amplio programa de acciones a través de las que se alentará la comunicación con el público y su participación activa. Mediante lecturas, debates y otras acciones se buscará el diálogo sobre temas transversales de la exposición: feminismo, inmigración, sida, economía, seguridad en internet, educación, arte y propaganda, entre otros.
Estas “acciones públicas”, que tendrán lugar en las salas de la exposición, tratan de usar el arte como práctica crítica e inducir a la reflexión para producir conocimiento “realmente útil”. Otro acto programado dentro de este contexto es una charla entre el conocido investigador en seguridad informática y hacker Jacob Appelbaum y el artista Trevor Paglen sobre las interferencias entre las tecnologías, el poder y la esfera pública.
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