Iturrino 1Con motivo del 150 aniversario del nacimiento del pintor Francisco Iturrino, la Galería Rembrandt quiere rendir un meritorio homenaje a la figura significativa de este pintor que formó parte activa del colectivo de artistas internacionales que fueron capaces de impulsar nuevos cánones artísticos en la pintura de finales del S. XIX y principios del XX.

La muestra, que lleva por titulo: “Francisco Iturrino, poeta del color” presenta una amplia muestra de Obras que abarca desde sus inicios artísticos hasta sus últimos años en Cagnes-sur-mer.

La elección del título me resulta de lo más acertado ya que Iturrino supo impregnar sus telas de la poesía que emanaba de sus castigados pinceles. Poesía unas veces, agria y dura, otras, dulce y blanda, las más, voluptuosa y sensual; pero siempre honda y sentida.

Su forma de expresarse en la pintura fue plasmar en el lienzo el mundo visto desde el color; Un color que lo inundará todo y lo devorará hasta el punto de hacer casi desaparecer las formas, pero con un arraigado sustrato de dibujo en el fondo.

Siempre se enfrentó a sus telas con ímpetu y ardor, sin miramientos, dispuesto a plasmar en cada una de ellas todo el propósito y la ambición acumulados en su concepción, siendo este el rasgo que confiere la genialidad a su Obra artística.

Dicen los que le conocieron y algunos que han escrito sobre su biografía, que no era precisamente un hombre religioso; quizá una de las razones fuera que “Paco Iturrino” practicaba la religión del sentimiento: la pintura.

“Tengo el verde y el azul, los celestes, los índigos y los turquís, el azul aguamarina y el ultramarino. Tengo esmeraldas, el verde veronés y el viridián, el verde oliva que adoré. Los ocres, el color carne y el dorado. El rojo. Todos los rojos que quiero, el rojo almagre y los bermellones de la China y de Holanda, el Burdeos y el carmesí; el Siena tostado y el veneciano, el escarlata, los granates y el rojo persa. Tengo los marrones de la tierra, el ante, el arena, el pardo y el canela. Los amarillos también, ámbar y oro. Los violetas, zafiros y púrpuras. Y los rosas y fucsias, Y los blancos que quiera, blancos y grises nublados, que los quiero todos.

Tengo los colores en mi cabeza, los tengo en el alma, en el espíritu, como se quiera; los tengo dentro de mí. Estallan en mi corazón, explotan en mis pinceles, saltan en mi paleta. ¿Estoy loco? Los colores son vida y los tengo, los tengo todos. Son mi latido, recorren mis venas hasta mis manos. No quiero pestañear, quiero mirar profundamente.”

Francisco Iturrino González (Santander, 1864 – Cagnes-sur-Mer, 1924)

Galería Rembrandt
«Francisco Iturrino, poeta del color»
C/ Juan de Ajuriaguerra nº 20
48009- Bilbao