En su producción, la dualidad del sujeto y del objeto, de lo performativo y lo escultórico, es diluida en ese instante decisivo de ceguera, sordera e inmovilidad en el que el artista sumerge su cuerpo en escayola para crear un vaciado que posteriormente es rellenado con resina de poliéster. Esta acción no es solo un proceso con el que lograr una huella tangible, sino que es parte esencial de la obra y, a su vez, plantea un audaz juego entre aquello que permanece oculto y aquello que se muestra al espectador.
Lidó Rico plantea en su trabajo una indagación sobre los regímenes ético, estético y representacional del cuerpo, si bien su poética incorpora muchos otros matices que se organizan sobre zonas conflictivas de lo que significa habitar un presente basado en la hegemonía del racionalismo.
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